Quiero recuperar las Esperanzas
Gedeón estaba muerto de miedo y dice: soy el menor en la casa de mis padres, como soy el hijo más chico no tengo valor, no tengo fuerzas; él se estaba midiendo. A Moisés, Dios le da un llamado y Moisés le dice: soy tartamudo; Moisés estaba midiéndose, estaba diciendo: yo no puedo porque mi medida es que yo no sé hablar, porque tartamudeo.
Estaban Abraham y Sara y Dios les dice que van a tener un hijo y ellos dicen: nuestra medida es que a nuestra edad ya no podemos tener un hijo. O sea, todos en nuestras vidas tenemos un centímetro y medimos nuestras capacidades.
¿Cuál es el centímetro que vos usás?
¿Hasta dónde llega el tamaño de tu fe? ¿Cuál es el centímetro de tu vida? ¿Qué es lo que te impide llegar hasta algo más? Porque te pusiste una medida, dijiste: hasta acá bien, pero un poco más no. Esta bendición está buena pero más no la necesito. Está bien que en casa alguien me traiga un pan dulce, pero ¿para qué quiero cinco pan dulces?
Una persona que tiene una medida, es una persona que no acepta más de lo que tiene y por más que venga algo más a su vida siempre va a volver a su medida original. Dicen, que cuando uno baja de peso, después tarde o temprano, uno vuelve al peso que tuvo toda su vida; es una triste historia, es feo escuchar eso, pero dicen que sí porque el cuerpo ya se adaptó, se acostumbró a un peso, entonces siempre va a volver a ese peso.
Así nos pasa mentalmente, así nos pasa espiritualmente, si no nos atrevemos a romper los límites que tenemos, siempre aunque tengamos más, lo vamos a derrochar porque no nos creemos merecedoras de eso más, y vamos a decir: ¿para qué lo necesito si así yo estoy bien?.
En el primer viaje que hice a New York, fuimos a predicar con Bernardo, y habíamos hecho sanidad interior y yo había estado haciéndole sanidad a un montón de mujeres y cuando terminó el evento, el último día y ya nos estábamos despidiendo, vinieron un montón de mujeres, y todas me entregaban joyas, anillos, aros, collares, pulseras y me ponían en la mano un montón de joyas; me fui al hotel con una bolsa impresionante de cosas.
Cuando yo estaba en el hotel habíamos subido con otra pareja amiga y entonces yo empecé a darle, le dije: elegí, agarra lo que quieras, anillos, pulseras, etc. cuando llegué a Buenos Aires empecé a regalarle a todo el mundo y yo me quedé con una o dos cosas, y el Señor me dijo: ¿Sabés por qué te di más? Y yo dije: Señor, para que yo repartiera y diera a muchos; No, me dijo el Señor, te di más para que los uses todos, todo el tiempo que vos quieras.
El Señor me lo había dado para mí, pero para mí era mucho, porque yo a lo sumo tenía un anillo, un colgante, entonces como era mucho, yo no podía recibir tanto, tenía que desprenderme, no está mal darlo. Estoy diciendo que hay veces que Dios quiere que siembres cosas y hay veces que Dios quiere que te quedes con cosas para disfrutarlas vos. Dios cuando suelta, suelta bendición en abundancia y está esperando a ver qué mujer ha roto sus límites para recibir bendición en abundancia.
¿Cuántas quieren tener una mentalidad sin límites?
Sin límites.
¿Cómo se desarrolla esa mentalidad? Teniendo fuerza de voluntad. Nadie podía desalentar a David, porque cuando David decía: voy a hacer algo; él lo hacía. Él decía: si yo tengo que matar un oso, lo mato; si yo tengo a un león, lo mato; si yo tengo que matar a un gigante, lo mato; si yo quiero a una mujer y quiero acostarme con ella, lo hago. El hombre tenía fuerza de voluntad para lo bueno y para lo malo, porque la característica de este hombre era que tenía, fuerza de voluntad.
Cuando se le metía algo en la cabeza, no se lo sacaba de la cabeza, ¿pero cómo?, ¡está mal! Dios sabía que tenía que trabajar en David; ¿o acaso Dios no tiene que trabajar en nosotros?
Dios sabía que tenía que trabajar en muchas áreas de David, pero lo que lo habilitaba a David para ser un siervo de Dios era su fuerza de voluntad; él decía, cuando quiero algo, yo lo logro, a mí nadie me detiene y esa es la actitud que Dios está esperando de tu vida.
Tu voluntad firme te habilita para cumplirle el sueño a Dios. Dios está buscando mujeres y varones de voluntad firme. Dios te va a encaminar, te va a encausar para que no te equivoques, para que no hagas cualquier cosa, pero Dios no usa la parte buena tuya, porque hay gente que cree que delante de Dios tiene que ser pura, buena, santa y un ángel entonces Dios ahí te va a usar.
Todos tenemos una parte buena y una parte mala
¿A cuántas en éstas fiestas le sale la parte mala? A mí primera, odio las fiestas, vos no podes negar tu parte mala porque si lo haces, te negás a vos misma; que Dios la va a encaminar, por supuesto. David era un loco de la guerra, un buen hombre, pero el hombre cuando se le ponía algo en la cabeza, dijo, quiero a esa mujer, se fue con esa mujer, entonces Dios dijo: yo sé que te voy a tener que encaminar esto porque si no vas a meter la pata todo el tiempo; y yo quiero que seas feliz, no que sufras y metas la pata a cada rato y te angusties y sientas que Dios se alejó; entonces Dios tenía que trabajar con él como Dios tiene que trabajar en nuestras partes malas, ¡Claro que sí! Pero Dios ve actitudes, y si ve una mujer, un varón que tienen fuerza de voluntad, Dios dice: «Esta persona está preparada para que yo le dé un sueño porque no lo va a soltar hasta que lo vea cumplido».
Lo que pasa es que, durante años nuestra educación en las escuelas se basó en lo que hacíamos mal, entonces teníamos que reforzarnos en lo que hacíamos mal, si eras mala en geografía, entonces te mandaban a estudiar más geografía y vos terminabas odiando más geografía, pero eras buena en matemáticas ¿por qué no te mandaban a perfeccionarte en lo que eras buena? Si lo eras en matemáticas o en lengua, bueno perfeccionarte en eso; pero no, siempre había que reforzar lo que no sabías; pero Dios hace diferente. Dios dice: yo te di algo en lo que eres única, eres buena, trabaja en eso que te di porque de ahí va a venir tu bendición y tu prosperidad.
Entonces, como siempre miramos lo negativo, decimos: tengo que ser mejor en esto o aquello, acá en ésta área siempre fallo, y nunca mirás las cosas buenas. Es como yo decía en el programa de ésta mañana, hacemos el tonto balance de fin de año, porque no sé para qué lo hacemos, y entonces nos posamos en todas las cosas que no logramos, en lugar de felicitarnos por las cosas que sí logramos, aunque sean pequeñas, poder decir a fin de año: ¡esto lo logré!; no importa lo que no logré, no importa lo negativo, hacé crecer lo bueno, hay un don predominante en tu vida, hay algo en que sos diez, hay algo en que sos espectacular, hacelo crecer porque de ahí viene tu bendición.
( Continuará)
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