Autoridad de Atar y Desatar – Bernardo Stamateas 1/2

La autoridad de atar y desatar

Por Bernardo Stamateas

Juan dice:»y si sabemos que Dios oye nuestras oraciones podemos estar seguros que tenemos lo que ya pedimos».

¿Estamos listos para ser bendecidos, para hacer lo que nadie hizo, para lograr lo que nadie logró, repartir bendiciones que nadie tiene? En esta noche, si tu corazón está listo, Dios está listo para soltar la palabra; sólo hace falta un buen corazón para que produzca al treinta, al sesenta y al ciento por uno. Eso quiere decir que voy a ir levantando vuelo; yo no soy de los que van del cien al sesenta, al treinta; yo soy de los que van del treinta al sesenta, y al cien, ¡Amén!

«Tengo autoridad para atar y desatar»


Voy a soltar siete cosas, para que las guardes en tu corazón.

1) «Soy único y allí está mi grandeza»

Dios puso en vos algo que no tiene nadie.

No hay nadie como vos; yo soy yo y tú eres tú. Dios puso capacidad en vos que no puso en nadie; Dios puso sueños en tu vida que no puso en nadie, y esa es tu grandeza. Tu grandeza es que sepas que sos único y no hay nadie como vos. No pierdas tiempo tratando de ser como otro, porque tu grandeza no está en copiar o en ‘fotocopiar’; está en que seas quien Dios ha dicho que sos. «Soy único.» Nadie puede hacer lo que hacés vos. Porque sos único. Nadie tendrá los sueños que tendrás vos; nadie tendrá las victorias que tendrás vos; nadie tendrá la prosperidad que tenés vos. Porque somos únicos; nuestra fuerza no está en lo que nos parecemos a otra persona, sino en lo que nos distingue de los demás. Ahí está tu fuerza. Tu fuerza no es ser de la ‘creyentada’, no es ser ‘del montón’; es que sepas que sos único.

La Biblia tiene nombres, tiene libros. Uno se llama Joel, otro se llama Amós, otro se llama Samuel, otro se llama David. Yo no tengo que ser como David, yo no tengo que ser como Salomón, yo no tengo que ser como Josué; yo leo su vida para aprender sus principios, pero yo tengo que ser yo. Yo no tengo que pedir sabiduría como Salomón; Salomón pidió lo que Salomón necesitaba. Yo voy a ser yo, para que Dios pueda escribir mi libro. Dios está escribiendo un libro con tu nombre. Decí: «no tengo que ser David, ni Salomón, ni San Pedro, ni San Pablo; yo soy yo.» Esa es nuestra grandeza.
Cuando Dios puso lo único en tu vida, Dios lo vio; no importa que tu familia no lo vea, no importa que tus hijos no lo vean, nadie vio la grandeza de David, pero Dios la vio; nadie vio la grandeza de José, pero Dios la vio. No importa que la gente te reconozca o no te reconozca; Dios puso grandeza porque sos único, sos única, y allí está el poder de la fuerza para alcanzar todo lo que te propongas. ¡¿Habrá gente única en esta noche?!

2) «Tengo un sueño único»

¿Por qué Dios hoy no abre el mar Rojo? Porque eso era para Moisés. ¿Por qué hoy Dios no dice que hagamos un barco? Porque eso era para Noé. ¿Por qué Dios hoy nos no manda a reconstruir una ciudad quemada? Porque eso era para Nehemías. Yo no tengo que anhelar los milagros de ellos; yo tengo que ver cuál es el sueño único que Dios me dio a mí. Por eso Dios no abrió el mar Rojo ochenta veces; vos no ves que Dios le dijo a quinientas personas que hagan un barco; Dios le dijo a Noé, Dios le habló a Moisés, Dios le dijo a Salomón. Cada uno tenía un sueño único y ellos lo descubrieron. Vos tenés que descubrir lo que te distingue y lo que te separa del montón. Sos único, y el sueño que está dentro tuyo es único. Cuando te enfoques en los sueños únicos que Dios te ha dado, tu fe se va a potenciar sin límites. ¿Hay alguien que me está entendiendo?
Lo voy a volver a decir: cuando vos te enfocás en ese sueño único que es el tuyo, yo no tengo que abrir el mar Rojo, yo tengo que hacer mi sueño.

La gente funciona después de la caída, después que Adán y Eva desobedecieron. ¿Qué le dijo Dios?: «con el sudor de tu frente ganarás tu pan.» Pero eso fue después de la caída. Nosotros no nos movemos después de la caída; nosotros nos movemos antes de la caída: no había que ganar el pan y no había que transpirar; lo que había que hacer era cumplir el sueño que Dios le había dado a Adán y a Eva. ¿Cuál es la enseñanza? Cuando vos trabajas por dinero, vos perdiste tu sueño único; vos no trabajás para hacer dinero; vos tenés que vivir para cumplir los sueños únicos que Dios te ha dado, porque esos sueños levantan tu fe y atraen todos los recursos, ¡y no tenés que transpirar más!
Tengo sueños únicos.

3) «Donde voy, llevo bendiciones únicas»

¿Sabías que nadie puede dar las bendiciones que das vos?, porque son únicas. No solamente vos sos único, no solamente tenés sueños únicos, sino que tus bendiciones son únicas; nadie puede dar las bendiciones que das vos. Y donde vos vas, sembrás bendición; donde vos vas sos bendición. ¿Saben dónde vivía Dios cuando creó la tierra? En el Edén; Dios vivía en Irak (el edén estaba en Irak). Dios vivía ahí; pero después Dios se cansó de vivir en el Edén y se fue a vivir a Bethel, un pueblito donde Jacob lo descubrió, y dijo: «acá vive Dios.» Pero Dios dijo: «este pueblito Bethel no me gusta para quedarme a vivir»; así que se fue a vivir al tabernáculo, que era una tienda que había hecho Moisés. Y durante muchos años vivió en una tienda. Pero después Dios se cansó y dijo que no le gustaba, y se fue a vivir a una carpa que había hecho David, que se llamaba ‘el tabernáculo de David’. Y vivía Dios en la carpa; y Dios dijo: «está lindo; pero no», y se fue a vivir a una cajita, a una arca, a una maleta. Y se fue a vivir ahí adentro… ¡estaba Dios ahí! Pero dijo: «no aguanto más vivir acá», y se fue a vivir al templo; el templo que hicieron dieciocho mil constructores durante sesenta años. El templo, que era como cinco canchas de fútbol juntas, Dios vivía ahí. Y un día dijo: «me cansé de vivir acá», y adivinen dónde se fue a vivir… ¡¡¡dentro nuestro!!! Y Dios dijo: «acá me quedo para siempre», y Él estará con nosotros todos los días. Por eso, donde vamos llevamos la bendición; hay lugares bendecidos; donde vos vas, allí está la bendición.

Ser de bendición es mejor que tener un milagro. Porque quien necesita un milagro tiene una necesidad, está enfermo, etc. Yo voy a orar para que nunca necesites un milagro. ¿Sabés qué quiere decir eso? Que estés bendecido siempre; porque el que necesita el milagro tiene una necesidad; pero el que no necesita un milagro es porque no tiene una necesidad; está bendecido. ¿Y sabés quiénes dan los milagros? Los bendecidos. Y yo voy a declarar en esta noche que Dios nos va a dar los milagros, pero nos va a llevar a la bendición, para que donde vayamos -no importa el lugar que sea- repartamos los milagros y seamos de bendición. Dios te va a usar para que des bendiciones que nadie jamás en la historia de su vida habrá recibido de nadie, y vos le vas a dar esas bendiciones que nadie jamás tendrá.

4) «Celebraciones únicas»

Soy único, tengo un sueño único, tengo bendiciones únicas, y tengo una celebración, una manera de celebrar única.

¿Sabías que nadie puede celebrar como vos? Dios te encapsuló un sentido de fiesta que nadie tiene; sólo vos. Y todo lo que celebres se te acerca; sino celebrás a tu esposa, la celebrará otro; y sino celebrás al esposo, lo va a celebrar otra. Todo lo que celebres se te acerca. Celebramos gente, y la gente se nos queda; cuando ganes dinero, celébralo; porque todo lo que celebras, se te queda, todo lo que no celebrás se te va. Si vos vas a un lugar donde no te celebran, te maltratan, te vas. Pero si vas a un lugar donde te celebran, te quedas. Por eso, cuando Dios te dé dinero, celébralo; cuando venga una buena noticia, ¿querés que te vengan más?, celebrá esa buena noticia. Celebrá hoy que estamos en la casa de Dios; celebrá que estás con salud; celebrá que podés levantar la mano; celebrá que Dios está acá con nosotros; celebrá que lo que viene es mejor…
¡Todo lo que celebres se te añade!

Todo lo que celebre del otro se me añade: si el otro consiguió un coche, vos celébralo y el coche se te añade. Cuando alguien venga y te diga que prosperó, no digas: «andaaaá… ¿de dónde sacó la plata?»; No, celébralo. Porque todo lo que celebres del otro se te viene a tu vida. Dios, antes de darnos el milagro se lo da a otro, y te mira a ver si lo celebrás o lo criticás. Decí: «celebrá todo lo bueno que tengas, a si te pasa a vos.» Cuando a alguien lo ascienden en tu trabajo, vos celébralo. «Pastor, pero eso no hace la gente…», pero nosotros no somos del sistema, somos del Reino de Dios. Cuando alguien se compra el coche, le va bien, vos celébralo; porque la Biblia dice que con los que ríen hay que reír, para que la risa se te multiplique. Decí: «donde voy y celebro, soy la autoridad.» Cuando vos vas a un lugar, vos celebrás en ese lugar y vos vas a ser la autoridad de ese lugar.Vos vas a un lugar donde hay amargura, donde hay crítica, donde hay chisme, «yo no voy a dejar que esta atmósfera fea se me meta; yo voy a celebrar a mi Dios»; entonces vos sos autoridad espiritual en ese lugar. Ese lugar no tiene dominio sobre tu vida.

Esto lo aprendí de Jesse Duplantis -que es un gran pastor americano- Lo invitó otro pastor a predicar; cuando lo va a buscar al aeropuerto, el pastor anfitrión le dice: «gracias por venir pastor Jesse»; no se conocían. «Bueno, gracias por la invitación.» Y cuando va manejando, el pastor que lo invitó le dice: «¿Sabe? Yo odio a mi iglesia», «ah, qué interesante…» le dice el pastor Duplantis; «Sí; los detesto a todos; ojala se vayan al infierno; son sinvergüenzas, me arruinaron la vida; y Dios me dijo que usted va a venir para que les eche juicio a los miembros que tengo.» Cuando fueron para la iglesia, cuenta el pastor Duplantis que había una mujer llevándose un banco largo de madera; dice: «éste lo pagué yo, es mío» y lo quería atar a su auto… ¡imaginate eso!, que venga alguien acá y diga: «estas cinco sillas son mías, me las quiero llevar a mi casa», ¡y se las lleva puestas! Y cuando pasó a predicar el pastor -cuarenta y cinco personas para un templo de mil seiscientas; cuarenta y cinco- , pasa él y dice: «lo que menos quiero es predicarles a ustedes; no sirve para nada», estaba enojado, envenenado. Y dice: «¿qué hago acá? No les voy a predicar nada» y cuando se está yendo, el Espíritu Santo le dice: «hey, ¿para qué te traje?: para que cambies la atmósfera; pedí perdón y volvés.» Así que el pastor volvió, les pido perdón, les dijo: «quiero decirles algo: Dios va a hacer cosas grandes con nosotros.» Les empezó a ministrar… «¿quién quiere recibir a Jesús en su corazón?» Y se convirtieron todos… ¡no estaban convertidos! Y esa iglesia hoy tiene mil miembros, porque fue uno y estableció celebración.

Continuará

 
 
 
 
 
 
   
 
 
  
 
 

Jose Bonifacio 346, Buenos Aires, Buenos Aires C1426GRC, ARGENTINA

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1 comentario en Autoridad de Atar y Desatar – Bernardo Stamateas 1/2

  1. bendiciones¡¡¡¡

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