Por hablar mal…
Querían saber en la selva quién era el rey y se apareció el lobo y dijo, vótenme a mí de rey.
¿Por qué?, le dijeron los animales.
Porque con mi boca puedo despedazar un animal en segundos.
Bravo.
Es el rey de la selva.
Pero apareció el león y dijo, no, el rey soy yo.
¿Por qué?, le preguntaron los demás animalitos.
Porque con mis garras puedo destruir cinco animales en segundos.
Bravo, el león es el rey de la selva.
Pero apareció la serpiente y todos empezaron a reír.
Dijeron, no tenés la boca del lobo, no tenés las garras del león.
Pero la serpiente dijo, vótenme a mí como el rey de la selva, porque con esta lengua mato a miles en segundos.
Hablar mal me excluye, pero hablar bien me incluye.
Las palabras te traen lo que soltás.
Me dijo el Señor cuando cantaba Rut la canción Ponle nombre a tu milagro, todas las palabras que soltamos de nuestra boca vuelven a nosotros con lo que dijimos.
Cuando alguien chusmea de alguien, esa palabra te vuelve con maldición.
Porque es tan maldita la lengua chismosa como el oído chismoso.
Es tan malo el oírlo como el hablarlo.
Y dicen que el 70% de las charlas que tenemos es de otra gente, hablamos de otras personas.
Pero no está mal hablar de otros, el problema está cuando hablamos mal de otros.
Y dicen que el chusmerío es una de las maneras de maldecir.
En estos días me estuvo mostrando en cápsulas el Señor lo que es hablar mal.
Cuando uno mete el oído o habla mal de otro ausente, porque eso es el chusmerío, es hablar mal de alguien y cuando hablamos mal, en general, hablamos de chusmerío.
Decimos, de buena fuente, quiere decir hay tal que lo vio, está tal que estuvo ahí, o a veces decimos, escuché por ahí, no lo creo, pero me dijeron que le dijeron que estuvo, que tal persona…
Dice el talmud que las palabras no son espadas, son flechas, porque las espadas las sacamos, las volvemos a guardar, pero la palabra una vez que salió es como la flecha no vuelve atrás.
Y la palabra siempre sale y la palabra vuelve con lo que trajimos.
Por eso dice en Primera Pedro 3:10, el que quiera amar la vida y gozar de días felices.
Vienen días felices.
Y dice la promesa, si queremos amar la vida y gozar días felices, porque Dios nos creó para días felices.
Que hoy a la noche vayamos a casa y sea una noche feliz.
Y mañana a la mañana sea una mañana feliz y a la tarde sea una tarde feliz.
Y el lunes vamos a trabajar y sea una tarde feliz.
El que ame la vida y quiera gozar de días felices, refrene su lengua de hablar mal, o sea, que si hablamos mal, no gozamos, no tenemos días felices y no amamos la vida, pero si hablamos bien, la palabra sale y nos trae lo que soltamos.
Como esa que fue y le dijo a su hermana, orá por mí, porque soy muy chusma, necesito un consejo.
Tranquila, ya le pregunté a cuatrocientos de tu problema y nadie supo qué decirme.
El chusmerío destruye gobiernos.
Hitler utilizaba eso, la mentira.
Decía, repite la mentira muchas veces.
Trasgiversar las cosas.
Por ejemplo, si alguien suelta el rumor aumenta el dólar, puede colapsar la economía de un país, las familias, porque las palabras tienen poder.
Fue uno al sabio y se arrepintió, porque se dio cuenta que las palabras habían lastimado, había hablado mal y a veces había puesto el oído para escuchar tonterías de otra gente.
El muchacho le dijo, sabio, quiero pedirle perdón a Dios.
Quiero que Dios me perdone.
Entonces le dijo, ok, vamos a hacer lo siguiente, vas a ir esta noche a tu casa, vas a agarrar un almohadón, vas a ir al pueblo, te vas a parar en el medio, vas a romper el almohadón y vas a soltar todas las plumas en el pueblo.
Y mañana a primera hora vas a venir nuevamente a mi casa.
El muchacho se fue, llegó a la casa, agarró el almohadón, se fue al pueblo, era de noche, rompió el almohadón, soltó todas las plumas, se fue a dormir.
Al otro día el joven fue a la casa del sabio que le dice, hiciste lo que te dije.
Sí.
Muy bien.
Ahora andá y recogé todas las plumas que soltaste.
Y el muchacho dice, no, eso no lo puedo hacer.
Así son las palabras, una vez que las soltás, después es muy difícil volverlas a juntar.
Pero las palabras son como una paloma mensajera, siempre vuelven al lugar de donde salieron.
Hoy vamos a cerrar los oídos a cualquier comentario negativo de quien sea.
Vamos a cerrar la boca de hablar mal de quien sea, porque si queremos gozar de días felices, dice, refrene su boca de hablar mal.
Y hablar mal no es solo decir malas palabras, es chusmear.
Una de las acepciones es chusmear, por eso, si empezamos a hablar correctamente vamos a tener bendición.
Es tan culpable el que oye como el que dice.
Quiero soltarte esta palabra que Dios me estuvo hablando.
Si queremos ver días felices y amamos la vida, cuidemos nuestra lengua de hablar mal.
Esta revelación quiero que la guardes en tu corazón.
Gozar, no solo que haya días felices, gozar, pasarla bien, como cantaba Rut, Cristo no es una revelación, no es una estampita, no es un crucifijo colgado, Cristo es esperanza, Cristo es vida, Cristo es la presencia del Señor.
Moisés saca al pueblo de Israel después de cuatrocientos años de esclavitud.
Estaban en Egipto, violaban a sus mujeres e hijos, los tenían de esclavos.
Y un día Dios levanta a Moisés, que le dice, Señor, no sé hablar.
Porque todo no tiene que ver con la capacidad, tiene que ver con saber hablar.
Y Dios le dice, te voy a enseñar a hablar.
Y Moisés saca al pueblo de Israel de Egipto.
Salió con botín y con oro.
Y cuando estaban en el medio del desierto, Moisés se casa con una egipcia.
¿Cómo, saliste de Egipto y estás con una egipcia?
Y lo vio la hermana y con el hermano empezaron a chusmear.
A vos te parece, se casó con esa mujer negra, porque eran negros los egipcios, con esa negra de Egipto, para qué la trajimos acá y empezaron a hablar mal.
Y dice que Dios los escuchó y los reunió a los tres, a Moisés, a la chusma de María y al otro chusma y les dijo, yo los escuché, yo te escuché, estuviste hablando mal de Moisés y a Moisés no me lo toca nadie, porque Moisés tiene errores pero está hablando mis palabras.
Y a María que chusmeó del hermanito le agarró lepra, le quedó la piel blanca.
No se le cayó el pelo, no le agarró una apendicitis, no le agarró otra enfermedad.
Cuando alguien quedaba leproso lo excluían, lo separaban.
Cada vez que hablás mal de alguien, Dios te separa de la gente bendecida, te separa de la prosperidad, te separa de la paz, te separa de la alegría.
Cada vez que hablás u oís un chusmerío, Dios te separa y quedás excluido.
Por eso hay gente que está excluida, están excluidos de la prosperidad, de la paz, de la familia bendecida, están excluidos porque hablar mal te separa.
Y Moisés habló a Dios y a los siete días María, la hermana de Moisés, la leprosa, volvió a ser incluida.
Cuando hablamos fe te unís a la prosperidad, te unís al coche nuevo, te unís a la unción, te unís a los sueños, te unís a la gente correcta.
Por eso esta iglesia no es para todos, es para la gente que habla bien, porque la gente que habla bien queda acá, la gente que habla mal
Dios la corre.
Cuando hablamos palabras de bendición, todo vuelve en bendición.
Estuve con el doctor Kusnetzoff y le pregunté por qué hay mujeres u hombres chismosos, que se paran en la puerta para escuchar.
Y me dijo algo que me impactó.
El chismoso, la chismosa, no tiene vida propia, no tiene historia, Bernardo, no tiene genealogía y está condenada y condenado, porque vive por la vida de los demás.
Vive hablando de los demás, vive metiendo la oreja a ver las pavadas que hacen los demás, con las cosas que viven los demás.
Y el castigo peor es que se quedan sin historia.
Y dije, guau, eso es lo que le pasó a María con la lepra, se estaba quedando sin historia personal.
Pero acá hablamos fe, hablamos bendición, hablamos prosperidad.
No hablamos, te van a venir pruebas, ya lo sabemos, hablamos el resultado, te vas a levantar.
No hablamos, te vas a equivocar, ya lo sabemos, hablamos que Dios lo va a transformar en bendición.
No hablamos sobrevivir en el trabajo, hablamos que Dios te va a prosperar, no hablamos solo prosperidad financiera, hablamos prosperidad emocional, prosperidad espiritual, prosperidad de conexiones.
Cuando sabés hablar bien, se te cumple Isaías 50:4, te pondré lengua de sabios para que sostengas al cansado.
Y esa palabra me la dio el Señor.
Me dijo:
Bernardo, te he dado lengua de sabios para que sostengas a los cansados.
Por eso esta iglesia está tan bendecida y te comparto la palabra para tu vida, vas a tener lengua de sabio y Dios te va a conectar con el que está cansado, no para decirle que está cansado sino para decirle, caminarás y no te cansarás, correrás y no te fatigarás, levantarás alas y volarás sobre la tormenta.
Hablá fe.
Algunos están excluidos del milagro.
Y dice la canción que cantó Ruth, Ponle nombre a tu milagro, porque lo que soltás siempre trae la palabra, siempre vuelve con algo.
Y si querés gozar de días lindos y amar la vida, cuidá tu lengua.
Ahí está la clave.
No juzgues, no hables.
El chisme viaja más rápido en vidas vacías y resentidas.
Soltá flechas, pero que no sean para lastimar sino que sean para incendiarte en la presencia del Señor.
Hoy hablamos bendición, hablamos prosperidad, hablamos paz a los que están en duelo, hablamos resolución a los que han venido con problemas grandes.
Dice Cash Luna, el milagro está en tu boca. Hoy vamos a soltar la palabra.
Durante años estuvimos excluidos por hablar mal, de lo que no teníamos que hablar.
Pero hoy vamos a hablar bien y de lo que hablemos va a venir.
Yo hablo una casa sobre tu vida, hablo cosas materiales sobre tu vida, hablo aumento sobre tu vida, hablo ropa sobre tu vida, hablo sueños sobre tu vida, hablo unción sobre tu vida, hablo visión sobre tu vida, hablo conexiones de oro sobre tu vida, hablo dones del Espíritu sobre tu vida, hablo gloria sobre tu vida.
Y yo declaro que este año Dios nos ha abierto todo y nos ha dado honra porque hemos soltado la palabra.
Y yo declaro que habrá honra, habrá gloria, habrá fuerzas, habrá unción, habrá garra en tu vida, nadie te podrá hacer frente porque él estará contigo todos los días de tu vida..
Amén.
por Bernardo Stamateas
Extraordinario