Ligero de Equipaje – Carmen Santiago

CARTA A LOS GRUPOS

Ligero de Equipaje – Carmen Santiago

Lo que nosotros llamamos vida es un viaje que hacemos a este plano físico denso,

Pero la vida no empieza con el nacimiento ni termina con la muerte.

Son dos puertas que se abren en determinados momentos de nuestra historia.

Al no recordar la historia completa navegamos, muchas veces, sin bitácora,

Medios perdidos entre los sucesos que nos toca enfrentar, y entonces decimos, con cierto aire de fatalidad:

“Así es la vida…”

Hace unos años fui a un centro comercial cercano a mi casa y ya terminadas mis gestiones, al llegar al estacionamiento me di cuenta que había dejado las llaves dentro del auto.

Corrí a la calle y tomé el primer taxi que pasó.

Era un taxi súper destartalado, pero mi prisa no me dejó otra opción.

Al explicarle al conductor lo que me pasaba de manera que me esperara en lo que recogía las llaves de repuesto, dije aquella frase memorable…

“Ay señor, es que hoy es uno de esos días terribles en que parece que todo sale al revés”.

Se volteó, me miró y con un tono de hombre sabio me dijo:

“Señora, no hay días terribles, somos nosotros que los dañamos.”

Sorprendida le dije :

“Tiene usted razón”.

Y ahora viene lo peor … me dijo:

“Es que yo escucho un programa de radio en donde una señora, Carmen Santiago, nos enseña estas cosas”.

¡Santo Dios!

¡Qué lección tan grande!

¿Y ahora qué hago? – me dije a mi misma.

Seguimos conversando;

El continuaba dándome lecciones de vida hasta que le dije:

¿Y cómo es que usted no reconoce mi voz?

Y me identifiqué.

El terrible día, gracias a este taxista «sabio” se convirtió en una lección, y por supuesto, terminamos riéndonos.

Busqué mis llaves y le regalé uno de mis libros.

No hay días terribles, seguía pensando.

Claro, todos son nuevos, no hay ninguno usado.

Pero los envejecemos al instante con nuestros recuerdos, nuestras creencias y nuestras prisas.

Y como el cuerpo emocional es experto en traernos las emociones que corresponden al recuerdo,

Ese día que la vida nos regala lleno de luz, nuevecito, lo envejecemos en un instante.

Cuando el Maestro Jesús dijo:

«Dejad que los niños se acerquen a mí porque de ellos es el Reino de los Cielos».

¿Acaso nos estaba enseñando que tenemos que ver la vida con la inocencia de un niño?

El Reino de los Cielos no es un lugar, es un estado de conciencia,

Es la paz,

La armonía,

El asombro,

La plenitud,

La felicidad,

El gozo.

Todos hemos tenido momentos de cielo en la tierra.

Son fugaces, no sabemos hacerlos perdurar, pero hay algo que sí sabemos y es que solo se dan en tiempo presente.

Estamos siempre tan ausentes viviendo del recuerdo o proyectándonos hacia el futuro que nos perdemos el único tiempo en donde tenemos la posibilidad de alcanzar el cielo:

El mágico presente, el eterno “ahora”.

Al nacer, nuestra percepción de la vida se desenvuelve en tiempo presente.

Pero a medida que desarrollamos el intelecto y su habilidad de captar el tiempo de forma lineal, como pasado, presente y futuro, empezamos a acumular recuerdos y desarrollamos la costumbre de irnos al pasado o proyectarnos hacia el futuro.

Casi nunca nos quedamos en el eterno “ahora” que se nos escapa como agua entre las manos.

Por su corta vida el niño tiene pocos recuerdos y su vida se desarrolla en presente.

De ahí su inocencia y su felicidad.

Está ligero de equipaje.

Y nosotros,

¿Por qué no podemos vivir ligeros de equipaje?

El deseo de tener cosas materiales surge de la creencia de que nos darán la felicidad.

Pero todos sabemos que la felicidad basada en las cosas materiales es de corta duración.

La verdadera felicidad se encuentra en los valores profundamente humanos, en las realidades del alma que nada tienen que ver con la tenencia de bienes materiales.

Pero si vivimos desde lo que somos, y vemos la vida con los ojos del alma, podemos jugar el:

“Juego de tener”

Sin quedar atrapados, administrando todo con maestría.

De lo contrario lo que tenemos nos posesiona y nos encarcela.

Toma un lápiz en tus manos y luego pregúntate:

¿Quién tiene agarrado a quien?

Si quieres utilizar tu mano tienes que soltar el lápiz.

Mientras tengas el lápiz en tu mano, ella no puede hacer otra cosa.

¡El lápiz tiene prisionera a tu mano!

Esto es lo que sucede cuando le otorgamos a las posesiones materiales la importancia que no tienen,

¡Nos aprisionan!

Busquemos también estar ligeros de equipaje en nuestro cuerpo emocional.

El odio pesa mucho,

La desconfianza también.

El rencor es terrible, y la tristeza, como ninguna otra emoción, te lleva de la mano hacia la depresión.

Y acabas catapultado por todo ese equipaje emocional.

Y el cielo, brillando y resplandeciendo sobre tu cabeza esperando que despejes tus nubes internas para darte su Luz.

El amor es livianito,

No pesa, no reclama, no pide nada a cambio;

El amor, el verdadero, el que no es muy común en este mundo

Pero que está en potencia, como una semillita de luz, en cada corazón humano.

Ese amor te libera del pesado equipaje y va transformando tu carga emocional en esos sentimientos que ennoblecen la vida.

Entonces, no importa lo que el destino te depare, al estar ligero de equipaje puedes elevarte por encima de los acontecimientos.

¿Y en la mente?

Cuántas creencias que la mayor parte ni son tuyas, que has tomado del papá, de la mamá, de los abuelos, del entorno, de los medios…

Creencias que no te permiten ver la vida nueva que se presenta, majestuosa, cada día; y sus muchas posibilidades.

¿Te das cuenta que en tu casa, los espacios en donde puedes danzar, jugar, moverte son aquellos en los que no has colocado nada?

Valóralos.

De esta manera vas creando espacios para la vida, en tu entorno, en tus emociones, en tus pensamientos.

Mira lo que te rodea con los ojos de un niño, sin recuerdos, sin proyecciones;

Abre tus manos, juega, fluye y celebra la belleza de la vida, sus colores, su esplendor.

Camina ligero de equipaje

Para que no pierdas el asombro ante el milagro de la existencia.

Y así, cuando tengas que partir, nada te detendrá y podrás enfrentar la nueva realidad, que muchos llaman muerte, pero que es vida abundante, con la inocencia de un niño.

Porque de los niños es el reino de los cielos.

Que vayas por la vida ligero de equipaje,

Es mi deseo sincero para ti.

Con amor eterno,

Carmen Santiago

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