Del Egoísmo al Amor
La Naturaleza vive en un constante intercambio y una armoniosa cooperación, ofreciéndole a todas sus criaturas lo necesario para la vida.
Cuando los rayos del sol llegan a la Tierra su atmósfera los convierte en la luz y el calor que necesitamos para vivir.
Su electromagnetismo es necesario para sostener nuestro cuerpo que se vitaliza al entrar en contacto directo con ella.
El Maestro Peter Deneuv decía que la Naturaleza divierte al hombre común, enseña al discípulo y sólo revela sus secretos al Iniciado.
Ella es un libro abierto, un libro de sabiduría.
Si bien no hemos develado todos sus secretos y muy poco conocemos de su vida oculta e invisible, podemos observar claramente su gran tendencia que es como una danza de dar y ofrecerse en bien de los demás.
En medio de esa danza el humano, contrario a ese sublime movimiento, compite, busca ganar, sacar partido y acumular, trazando así una dirección contraria a la vida misma.
La competencia, antítesis de la cooperación, es el tótem mas sagrado de nuestra cultura moderna.
Se compite por todo …
La mejor voz, el mejor cuerpo, el mejor estudiante … pero cuando uno gana hay otro que pierde.
Este paradigma se ha establecido en la psique humana como lo normal, lo que tiene que ser.
Y no es verdad.
El programa del alma humana no es la competencia sino la cooperación, es el dar, es el ofrecer.
Ese cambio de dirección es el Plan de Acuario, lo que se espera de nosotros para hacer realidad esa parte de la oración dominical que dice:
» Venga a nosotros tu Reino »
El sendero espiritual es el sendero del ofrecimiento.
Un discípulo es aquel que ofrece.
Sus oraciones son de ofrecimiento y su acercamiento a quien considera su Maestro es para ofrecer sus servicios, no para pedir.
Cuando somos niños, pedimos y pedimos, y dependemos de nuestros padres para satisfacer nuestros deseos.
Pero al crecer y madurar nos independizamos porque con nuestro esfuerzo nos solucionamos.
Lo mismo en la vida espiritual.
Cuando nos iniciamos en el sendero espiritual pedimos y pedimos al Padre Celestial de todo.
Le pedimos, trabajo, dinero, pareja…
Luego avanzamos y le pedimos salud y protección.
Y seguimos avanzando y le pedimos luz y entendimiento.
Pero un día paramos de pedir y nos ofrecemos.
Ofrecemos nuestra vida, nuestras cualidades, nuestro tiempo, nuestros recursos.
Puede que no sea mucho, pero es todo lo que tenemos.
Nos ofrecemos a nosotros mismos.
Entonces el Maestro nos mira …
Busquemos revertir esa dirección egoísta en donde el bienestar personal es lo principal.
No seamos como niños egoístas que ayudan cuando no se les interrumpe su confort, dan cuando les sobra, meditan y estudian pero no expresan la enseñanza en la vida cotidiana.
El Maestro Kumar dice que la Sabiduría, cuando no se practica, intoxica.
Nos hace orgullosos.
Revertir la dirección.
No encuentro nada más urgente.
El mundo lo pide a gritos.
Los millones muriéndose de hambre o desnutridos, los fanáticos belicistas y su negocio de armas matando gente a diestra y siniestra, la agroindustria contaminando los suelos y el alimento, el negocio de la enfermedad y Big Pharma, los fanáticos matando y destruyendo, los niños y jóvenes contaminando su conciencia con los juegos electrónicos de guerra, la política internacional corrupta y el grado de sufrimiento humano aumentando día a día.
Podría seguir, pero no es necesario.
Lo importante es darnos cuenta que se necesita un cambio profundo de dirección …del egoísmo al amor … que impregne todas las fases de la vida y que paradójicamente podemos resumir en un simple:
No pidas, da.
O utilizar la fórmula cristiana:
Ama a tu prójimo como a ti mismo.
Hazte un pequeño test.
¿Cuánto tiempo pasas pensando en lo que quieres, en tu interés?
¿Cuánto tiempo pasas pensando en el bienestar de los demás?
Así de sencillo.
Ten conciencia que el egoísmo se nos ha metido hasta en los pliegues más recónditos de nuestra conciencia y lo vemos como lo normal.
Pero no, lo normal es el amor.
Porque ésa es nuestra verdadera naturaleza y es lo único que nos puede dar una felicidad duradera.
Lo otro, lo que compramos, las ganancias, las pasiones …
Todo se esfuma.
Al principio parece que nos hace felices y luego se desinfla, se termina, se va…
Solo el amor tiene esencia de eternidad.
¿Te imaginas lo que sería el mundo si todos sus habitantes cultivaran la buena voluntad que es el amor en acción?
Todo, todo cambiaría.
Entonces,
¿Por donde empezar?
Por uno mismo.
El cambio que logres en tu conciencia influye en la conciencia de los demás.
Cuando medites, no medites pensándote solo, trae a tu conciencia a los miembros de tu grupo espiritual.
Esto potencia tu meditación.
Y medita para que esa luz que desciende sirva para elevar a los demás, para aumentar la luz en el mundo.
No te empeñes en tu propia iluminación, porque si lo haces buscando un beneficio, aunque sea espiritual, le añades un elemento egoísta y anulas el resultado.
Cuando estudias la Sabiduría, hazlo para convertirte en un mejor servidor de manera que otros la perciban en tu comportamiento.
Siempre de ti a los demás.
Esto es irradiar.
Cuando un buen número de seres humanos despierte, comprenda y tome esta nueva dirección, todo cambiará, todo se solucionará.
Y nosotros, como discípulos, aspirantes o estudiantes de las enseñanzas de los Maestros, no importa a través de cual línea de enseñanza o religión, debemos ser la avanzada de este cambio de dirección entrando de lleno en esa sublime corriente de la vida que sólo sabe ofrecer y ofrecerse en bien de los demás.
Es lo que se espera de nosotros.
En esa corriente somos Uno.
¡Bendiciones!
Carmen Santiago
[email protected]
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