Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón, de esta manera erré menos veces y descubrí la Humildad.
Percibí que mi mente puede decepcionarme, pero cuando la coloco al servicio de mi corazón, élla tiene un valioso aliado, comprendí que eso se llama: ¡Saber Vivir!
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