Mes de Tauro
EL RUIDO INTERNO
Carmen Santiago
El Silencio es el oxígeno de la vida espiritual.
Es una corriente que nos lleva a experimentar la esencia misma de lo que somos.
El ruido no permite que la energía del alma fluya a través de nosotros.
Nos desconecta de nuestra propia fuente de vida.
Nos confunde y hasta nos puede llegar a enfermar.
Nuestra vida está llena de ruido.
Este ruido ha penetrado las mentes humanas.
Si bien podemos detectar la contaminación sonora, no nos damos cuenta del ruido interno que hacen nuestras emociones y nuestros pensamientos.
Y ése es el mayor problema que no sólo confronta la humanidad en general, sino también el cuerpo discipular:
El RUIDO INTERNO.
Tuve una experiencia que me hizo reflexionar.
En mi meditación matutina mi mente empezó a repetir la película que había visto en la televisión la noche anterior.
Me di cuenta del poder de penetración tan grande que tienen las imágenes que se nos muestran por una pantalla.
Recordé la antigua Grecia, en donde los grandes poetas y filósofos daban vida al Teatro Griego dedicado a representar los grandes principios que rigen el Universo.
Vi como este teatro se fue incorporando a la vida humana como una llamada a la reflexión.
Luego se convirtió en un motivo de diversión, de distracción.
Llegó el cine, seguimos distrayéndonos y de repente:
¡Llegó la TELEVISIÓN!
¡Santo Dios!
El cine se nos metió en la casa y se convirtió en una actividad de:
¡Todos los días!
¿De cuántas horas?
Para una persona promedio calculo que de una a tres, pero pueden ser cuatro, cinco o…
¡Sabe Dios cuántas más!
El puente que une las esferas de nuestra alma inmortal con nuestro mundo físico, incluyendo los pensamientos y las emociones se construye con sustancia mental.
Si quisiera que el ser humano permanezca fragmentado, sin reconocer su verdad interna tendría que poner un muro muy grande en la mente humana para evitar el contacto trascendente.
Y amigos…
¿Saben qué?
Creo que ya está puesto.
Es un muro que constantemente está proyectando imágenes de todo tipo y para todos los gustos, que nos mantiene por los senderos del mundo de las apariencias, sin mirar ni hacia adentro ni hacia arriba.
Hay excepciones, pero son tan pocas que prácticamente no cuentan.
Este muro atrapa nuestra atención con la magia de la imagen.
Si se usara para el desarrollo de la conciencia, ya estaríamos en un planeta sagrado, pero…
Se usa para anclarnos en el mundo de los sentidos, promueve los placeres, la violencia, la codicia…
Se usa para crear opiniones de acuerdo a los intereses de los dueños de los medios de comunicación; expertos en mentiras que crean héroes y villanos a su gusto y conveniencia.
Tenemos un problema, uno grave.
Internamente estamos tomados y no nos damos cuenta.
Creemos que pensamos, pero…
¿Pensamos realmente o simplemente repetimos pensamientos ajenos?
¿Cuántas horas le dedicamos a la reflexión, a la introspección, a la meditación, al contacto con esa sabiduría que la naturaleza nos ofrece todos los días?
Nuestra mente está tan tomada que no nos gusta el silencio y lo confundimos con la muerte porque nos evidencia el vacío de pensamientos propios.
Estamos tan acostumbrados a que otros hablen y digan lo que tenemos que hacer, lo que nos debe gustar, lo que debemos vestir, lo que debemos comer, cuanto tenemos que gastar, que cuando nadie dice nada, nos da una sensación de vacío, de muerte…
¿Por qué no funciona esa parte de nuestro equipo destinada a entrar en contacto con el mundo divino?
Simplemente porque no recibe la energía necesaria para funcionar.
Si no le echas gasolina al auto no anda, si no enchufas la radio a la electricidad, no funciona.
Lo mismo con nuestros aparatos espirituales.
No pueden funcionar sin las corrientes de energías luminosas, puras que se encuentran en los reinos del silencio.
El intelecto está en constante ebullición, y como hemos visto, se la pasa repitiendo pensamientos ajenos, recreando imágenes implantadas por fuentes foráneas.
Si queremos ser de utilidad a los Maestros y al Plan de Dios para esta Tierra es fundamental que busquemos entrenar el intelecto para que le tome el gusto al silencio, y lo podemos hacer implementando pequeñas cosas.
Cuando meditas y rezas incorporas el silencio a tu vida.
Pero una vez terminas, empieza el ruido.
La idea es mantener ese estado de equilibrio que se encuentra en el silencio durante todo el día.
Por tal razón es importante que varias veces al día, por uno o dos minutos busques restaurar el silencio en ti.
Cierra tus ojos y busca separarte del mundo circundante y haz contacto con la armonía y la luz.
Utiliza la respiración consciente.
Así neutralizas las corrientes negativas que puedan estar rodeándote.
De lo contrario te desmagnetizas y te dejas envenenar.
Es una medicina preventiva, una medicina de alma.
El mundo de las realidades espirituales parece lejano porque no lo percibimos, pero es también nuestro mundo.
Es cuestión de quitar el ruido, de destapar las cañerías de nuestro equipo de pensamiento y sentimiento y enchufarnos a la corriente, a la energía del alma.
Es cuestión de ir penetrando poco a poco en ese Silencio que nos permite el contacto con nuestra realidad interna.
Cuando vayas al campo, a la playa, busca escuchar sus ruidos naturales, así estarás entrando en su silencio.
Que tu palabra sea creadora, veraz, positiva, enriquecedora y no hables de más .
La música de los grandes compositores también nos ayuda a entrar en el silencio.
Regula tu tiempo de exposición a la televisión y a los juegos electrónicos, que nunca sea mayor que el tiempo que dedicas a contactarte internamente.
El Maestro Omraam nos sugiere un ejercicio hermoso que comparto contigo:
“En el silencio de la noche imagina que abandonas la Tierra y todos sus conflictos y tragedias y te conviertes en un ciudadano de los cielos.
Medita en la belleza de las estrellas y en la magnificencia de los seres que las habitan.
Poco a poco, a medida que te elevas mentalmente más y más, empezarás a sentirte más ligero y libre, pero sobre todo, descubrirás la paz,, una paz que gradualmente baña cada célula de tu ser.
Meditando en la sabiduría que creó todos estos mundos y los seres que son su reflejo, sentirás que tu alma está sacando cada antena sutil que permite la comunicación con ellos.
Nunca olvidarás esos sublimes momentos por el resto de tu vida.”
Recuerdo cuando por primera vez escuché la frase del Maestro Krishnamacharya:
“Que hablemos el silencio sin romperlo…”
No entendía como se podía hablar sin romper el silencio.
Hasta que un día me di cuenta.
Hablar el silencio sin romperlo es mantener el estado de armonía que proviene del alma.
Y entonces, cuando hablamos y así, sin salirnos del silencio, nos comunicamos y al comunicarnos nos identificamos con la Verdad que nos habita, nos reconocemos y
¡Por fin nos vemos!
Que puedas hablar el Silencio sin romperlo, es mi más ferviente deseo para ti.
Con Amor, Carmen Santiago
[email protected]
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