Virgen de las Lágrimas

NUESTRA SEÑORA DE LAS LAGRIMAS

ORACIONES PARA IMPLORAR SUS FAVORES

Conmovido con el prodigio del derramamiento de tus lágrimas, oh misericordiosísima Virgen de Siracusa vengo hoy a postrarme a tus pies, y animado con una sencilla confianza por tantas gracias como has ido concediendo, vengo a ti, oh Madre de clemencia y de piedad, para abrirte mi corazón, para arrojar en tu dulce corazón de Madre todas mis penas, para unir mis lágrimas a las tuyas: las lágrimas del dolor por mis pecados y las lágrimas de los dolores que me afligen.

Míralas, oh Madre querida, con rostro benigno y con ojos de misericordia, y por el amor que tienes a Jesús dígnate consolarme y escucharme.

Por tus santas e inocentes lágrimas dígnate impetrarme de tu divino Hijo el perdón de mis pecados, una fe viva y ardiente, y la gracia que ahora, te pido…

Oh Madre mía, y esperanza mía, en tu Corazón inmaculado y dolorido pongo toda mi confianza.

Corazón Inmaculado y dolorido de María, ten compasión de mi.

Rezar la Salve.

Oh Madre de Jesús y Madre nuestra llena de piedad, cuántas lágrimas derramaste en el curso de tu vida.

Tu que eres madre, comprendes perfectamente la angustia de mi corazón que aunque me sienta indigno de tu misericordia me impele a recurrir a tu corazón de madre con confianza de hijo.

Tu corazón siempre rico en misericordia nos ha abierto una nueva fuente de gracias en estos tiempos de tantas miserias.

De lo profundo de mi bajeza elevo a ti mi voz, oh Madre bondadosa, a ti recurro, Madre llena de piedad, e imploro el bálsamo consolador de tus lágrimas y de tus gracias sobre mi corazón abrumado por el dolor.

Tu llanto materno me da la esperanza de que me has de escuchar benignamente.

Oh Corazón acongojado de María, obténme de Jesús aquella fortaleza con que soportaste las grandes penas de tu vida a fin de que cumpla siempre, con resignación cristiana y aun en medio del dolor, la voluntad divina.

Obténme, oh dulce Madre, que crezca mi esperanza, y si es conforme a la voluntad divina, obténme también, por tus lágrimas inmaculadas, la gracia que con tanta fe y viva esperanza te pido ahora….

Oh Virgen de las Lágrimas, vida, dulzura y esperanza mía, en ti pongo hoy y para siempre toda mi confianza.

Corazón inmaculado y dolorido de María, ten compasión de mi.

Rezar la Salve.

Oh Mediadora de todas las gracias, Salud de los enfermos, consoladora de los afligidos, dulce y triste Virgen de las Lágrimas, no abandones a tu hijo en su dolor, sino como Madre llena de benignidad dígnate venir solícitamente a mi encuentro. Ayúdame, asísteme; recibe los gemidos de mi corazón y enjuaga piadosamente las lágrimas que riegan mi rostro.

Por las lágrimas de compasión con que al pie de la cruz acogiste en tu seno maternal a tu Hijo muerto recíbeme también a mi pobre hijo tuyo, y obténme con la gracia divina un aumento de amor a Dios y a mis hermanos que son también hijos tuyos.

Por tus preciosas lágrimas, obténme también, oh amabilísima Virgen de las Lágrimas, la gracia que ardientemente deseo y que ahora pido confiadamente con amorosa insistencia…

Oh Virgen de Siracusa, madre de amor y de dolor, a tu Corazón Inmaculado y dolorido consagro mi pobre corazón; recíbelo, guárdalo. sálvalo con tu amor santo y que jamás falla.

Corazón inmaculado y dolorido de María, ten compasión de mi.

Rezar la Salve.

A NUESTRA SEÑORA DE LAS LAGRIMAS

Virgen de las Lágrimas, te vengo a saludar con palabras sencillas:
Haz que hoy sea el día más feliz de mi vida.

Me siento feliz. Me siento bien, no solo de salud corporal, sino sobre todo de salud espiritual.

Las pequeñas molestias y dificultades de cada día las que vendrán a visitarme hoy las acepto no solo con resignación sino con alegría. Se que Dios me las envía precisamente porque me quiere.

Que bien lo dice el refrán:

«Quien bien te quiere te hará llorar.»

Todo esto lo ofrezco por tu mediación al Sagrado Corazón de Jesús con todos mis pensamientos, palabras y obras de este día.

Y ahora, quisiera hacerte una petición… (pídase lo que se desea conseguir).

Virgen de las Lágrimas, se que con tus lágrimas podré conseguir de Jesús lo que pido si él ve que ha de ser para mi bien.

Durante el día de hoy me acordaré de Jesús y de ti como os acordáis vosotros de mí, pobre pecador.

Virgen de las lágrimas, bendíceme en este día.

AMEN

SÚPLICA A LA VIRGEN DE LAS LÁGRIMAS

Virgen de las Lágrimas, socórrenos: con la luz que irradia de tu Bondad, con el consuelo que brota de tu Corazón, con la paz, tú que eres reina de la paz.

Con toda confianza, te presentamos nuestra súplica: aquí están nuestras penas para que nos consueles, nuestros cuerpos para que los sanes, nuestros corazones, para que los llenes de contrición y caridad, nuestras almas, para que obtengas su salvación.

Recuerda, o Corazón doloroso e inmaculado que ante tus Santas Lágrimas, Jesús no te negó nunca nada.

Dígnate pues, Madre Santa, a unir nuestras lágrimas a las Tuyas, para que tu divino Hijo nos conceda la gracia… (hágase aquí la petición) que con tanto ardor te imploramos.

¡Madre amantísima, de las Lágrimas y de la Misericordia, ten piedad de nosotros!

1. Esta advocación, poco conocida, no alude a una aparición de la Virgen, sino a un fenómeno prodigioso que tuvo lugar el 29 de agosto de 1953 en la casa de un obrero en Siracusa (Sicilia).

Durante cuatro días un cuadro de yeso con la imagen del Corazón Inmaculado de María derramó lágrimas humanas tal y como pudo constatar una comisión de médicos el 1 de septiembre del mismo año quien llevó a cabo los análisis sobre su composición.

La autenticidad de este fenómeno fue declarada el 12 de diciembre de ese mismo año por por los obispos de Sicilia reunidos en conferencia episcopal. Para comprender el significado de este fenómeno se recomienda leer la catequesis que pronunció Juan Pablo II sobre la Virgen de las Lagrimas.

2. El autor de esta oración es Francisco Ortigas, gran devoto de esta virgen y a quién debo y agradezco todo el material que aquí ofrezco, fue publicada en un folleto junto a la novena del Padre Antonio Corredor García, O.F.M.(también incluida en estas páginas) en el año mariano de 1954.

El autor dedicó la oración a su madre.

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