Hoy, pidamos a Dios la renovación, que nos dé la gracia de cambiar, en todo lo que existe, como decía Henry Ward Beecher: lavar nuestros ojos, nuestra mirada, nuestra percepción, encontrar la belleza de la vida, que está más allá de nuestros conceptos humanos, mundanos, sentimentales, y todo lo que significa nuestra vida terrenal. No olvidarnos que la dignidad no tiene límites.
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