Quiero sanar mis pequeñas adicciones – Alejandra Stamateas 2/3

Quiero sanar mis pequeñas adicciones

Donde todo el mundo puede arrojar sus problemas, y sus desechos tóxicos quedan ahí. Nos transformamos en recipientes y empezamos a recibir toda clase de toxicidad agena.

Tal vez te pasó alguna vez que tu hijo se enojó con el papá pero en vez de agarrársela con el padre ¡se la agarró con vos!, y te empezó a maltratar: «vos te casaste con ese, si hubieses elegido bien, ahora las cosas…» ¡y vos que no sabes ni responder a eso! Te conviertes en un recipiente y recibís los desechos tóxicos de todo el mundo.

Ese marido que te echa la culpa a vos porque lo echaron del trabajo; esa hija que te echa la culpa a vos de que es gorda porque nunca la llevaste a hacer una dieta; ese jefe que te echa la culpa a vos de que la empresa no va bien porque usted no trabaja las horas suficientes… y vos te convertís entonces en una mujer que recibe todo lo tóxico.

Eso hace que necesites otro tóxico, como una adicción, para poder seguir adelante.

Lo interesante es que la mayoría de las mujeres -esto casi no se da en los hombres- tienen sus adicciones en soledad. Los hombres adictos a algo generalmente lo hacen en compañía, con un amigo, en el café, en el club, con los compañeros de trabajo. En cambio las mujeres generalmente lo hacemos en soledad, para que nadie se entere, es algo secreto.

Entonces nadie sabe que vos tomas esa pastilla, en casa nadie sabe que te arrancas los pelos, que chateas con desconocidos, que todas las noches tomás y tenés bebida ahí guardada, qué comés compulsivamente a escondidas; porque ellos van al trabajo, a la escuela, a la facultad y vos aprovechas ese tiempo, o lo hacés en el baño o fuera de casa.

Y ese es un gran conflicto de las mujeres que son adictas, lo hacen en secreto. Al no hablar de eso con nadie, al no compartirlo, nadie lo sabe y nadie se entera, queda en secreto y todo lo que queda en secreto, que no sale a la luz, no se puede sanar. Y lo peor que nos puede pasar es naturalizar el hecho: «Ah, pero yo hace años que tomo esta pastilla», «siempre me tomé estas copitas, que siempre las tengo ahí», «…¿acaso me viste mal ultimamente?, ¿ves que me falta algo, que no trabajo, que no duermo?».

Entonces empezamos a justificar porque ya nos acostumbramos a hacerlo: «es una parte mía, es mi personalidad, es mi estilo, yo me manejo de ésta manera, no le hago daño a nadie con esto que estoy haciendo». Sin darnos cuenta nos estamos haciendo mucho daño a nosotras mismas, porque es toda la bronca, toda la impotencia que sentís, volcada hacia tu propio cuerpo.

¿Cómo lo resuelvo…?

Sacar a la luz la adicción

Tengo que hacer visible ese asunto y denominarlo como lo que es: un problema. «No es natural lo que estoy haciendo», «no puede ser que para levantarme tenga que tomar una pastilla», «no puede ser que para dormirme tenga que tomar todos los días una pastilla», «no puede ser que para estar bien tenga que tomarme dos ó tres botellas o copas de tal bebida porque si no me decaigo»…no es natural eso.

«No puede ser que haya terminado de comer y tenga que seguir comiendo, no es natural».
Tengo que ver qué hay escondido en esa adicción y reconocer que seguramente detrás hay un problema.

No es que yo soy un problema, es que tengo un problema y por eso recurro a la adicción.

Encarar esa adicción como señal de un problema personal.

Porque hasta que no sea llamado problema no voy a poder buscar la solución.

Mientras sea algo natural, ¿para qué voy a buscar una solución?

Como la mujer que está acostumbrada a decir: «Y bueno, todos los hombres nos tratan así a las mujeres, una palabrota, cada tanto un golpe, cada tanto una cachetada…»¡y naturalizan el maltrato! Hasta que vos no abrís los ojos y te das cuenta que el maltrato es un delito, que no lo podés permitir, y ves que estás en un problema, no vas a hacer nada.

Tienes que transformarlo en un problema porque todos los problemas tienen soluciones. Si no es problema, no busco solución; pero si lo veo como un problema tengo la seguridad de que en Dios voy a encontrar la solución.

En Dios están todas las respuestas y todas las salidas.

Un síntoma es en realidad un camino para expresar una opresión, y tengo que descubrir cuál es la opresión. «¿Por qué hago esto? ¿Por qué hago aquello? ¿Por qué actúo así? ¿Por qué respondo de esta manera?» Cuando encuentre el origen, encontraré el problema y al encontrar el problema voy a encontrar una solución.

No naturalices más eso que se ha transformado en una adicción. Si quiero atacar la adicción y no ataco al origen, voy a volver a reincidir en otra adicción más adelante, ó con la misma adicción, porque no voy a sanarlo de raíz. Me tengo que sanar de raíz.

Dejar de ser como era

Cada situación conflictiva que aparece en nuestra vida nos tiene que ayudar a preguntarnos, ¿Qué debo dejar ir de mi vida? ¿Qué cosas estoy haciendo que ya están gastadas? ¿Qué ideas y pensamientos estoy usando hace años?, ¿qué conductas estoy repitiendo hace años que las tengo que dejar ir para que venga algo nuevo?, ¿qué ideas ya no sirven?»

Porque si sigo manteniendo ese pensamiento, esa idea ó esa forma de actuar no voy a poder llegar al destino que Dios me preparó. Tal vez detrás de esa adicción hay una mentira que te estás diciendo a vos misma.

Ó una mentira que alguien te dijo. Como te decía antes, si vos creés que es natural -porque es cultural que el hombre le pegue a la mujer, tomarse unos tragos de más, tomar pastillas para dormir- y vos mantenés esa mentira, lógicamente hasta que no descubras cuál es la mentira no vas a poder encontrar la solución; y cuando descubras la mentira hay algo que tenés que sacar de vos.

¿Qué cosas tendrás que dejar ir de tu vida?

Cosas que te están angustiando, que te están haciendo mal.

¿Qué pensamientos, ideas, actitudes?

Eso es el sistema de creencias. El sistema de creencias que hay que cambiar, porque esa es la base de tu vida. Y es la base de tu vida la que tiene que ser sacudida.

Si hay cosas en tu vida que no te funciona es porque hay una creencia que es incorrecta, entonces hay que sacudir esa creencia base, que tal vez viene de tu abuelita, de hace mucho tiempo y la seguís manteniendo.

Porque el reino de Dios, ustedes lo saben muy bien, es el reino del revés.

Las cosas no pasan como nosotros nos imaginamos, como estamos acostumbrados, sino que Dios hace como Él quiere.
Un día vienen los discípulos a decirle a Jesús «afuera te están esperando tus hermanos y tu mamá». Y Jesús responde

¿Saben quiénes son mis hermanos, mis hermanas y mi mamá?

Todo el que hace la voluntad de Dios». ¡Desafió el sistema familiar! Jesús, que era el maestro, el mentor, que tenía que enseñar sobre la familia, el cuidado y el amor a la familia, dijo:

«Mis hermanos y mis hermanas son…» y los señaló a todos los que estaban ahí, «…todos los que hagan la voluntad de Padre son mis hermanos, mis hermanas y mi madre». Eso es impresionante… ¿Por qué? Porque el reino de Dios es el reino del revés. Dios hace como quiere.
 

Cada creencia negativa que te atrevas a sacar a luz hará que cada adicción vaya saliendo de tu vida.

De a poco, pero tienes que empezar a cuestionar… «A ver, ¿por qué pienso eso?, ¿por qué esto tiene que ser así en mi vida?, ¿por qué tengo que vivir pobre?, ¿por qué siempre tengo que luchar con lo mismo?, ¿por qué me tengo que callar la boca cuando en casa hay un problema?, ¿por qué tengo que recibir la toxicidad de todo el mundo?» Porque no puedes vivir como si fueras un robot.

Empezar a cuestionarte internamente… ¿Por qué haces ciertos actos repetitivos todo el tiempo? ¿Por qué haces cosas de una manera que no te traen resultado? ¿Por qué vuelves a equivocarte siempre en las mismas cosas?

Cuando empieces a repreguntarte cosas para buscar el origen de esa adicción, las adicciones empiezan a salir. Por ejemplo, una creencia: «Yo nunca voy a ser una mujer completamente feliz porque no tengo modelos de felicidad, porque no nací para ser feliz, porque Dios a mí no me quiere hacer feliz…», y todas las cosas que decimos, una creencia base.

Porque tu creencia es que la vida es sufrimiento. Entonces, ¿qué haces? Por ejemplo tomas alcohol, adicta al alcohol, ¿por qué? Porque cuando tomas alcohol te sentís alegre.

¿El problema es el alcohol ó tu creencia base? ¿Qué tenemos que cambiar primero? La creencia. Si vos cambias esa creencia diciendo «a mí Dios me hizo para tener éxito, para disfrutar de la vida y para ser feliz» y empiezas a habituarte, a pensar de esa manera, cambia tu creencia base. Entonces va a cambiar la conducta negativa para transformarse en un hábito positivo.

Lo que suceda podré enfrentarlo

¿Cuál es el mayor temor de quien tiene una adicción?

Que si se confronta con la verdad ó confronta a su familia con la verdad, todo se va a poner peor, todo va a salir mal y tal vez genere sufrimientos mayores al que está teniendo. «Si cuento esto se arma un lío, mejor me callo»; «Si hablo de esta situación y ordeno esto, voy a tener un problema más grande, mejor dejemos todo así».

«Si digo este secreto que tengo guardado hace años y trato de olvidarlo con esta adicción, tal vez cuando se enteren de ese secreto mi vida quede completamente arruinada, me quede sola, sin finanzas, nadie me quiera»; «Si yo digo que quiero salir a trabajar, mis hijos se me van a poner en contra, están acostumbrados a que yo les haga todo.

Mi marido va a poner el grito en el cielo, mejor no digo nada, sigo con mis pequeñas adicciones que me traen calma por un momento, en ese momento recibo todo el placer junto, a través de ese pedacito de chocolate, de comerme las uñas ó de tomarme algo»; «si yo me llego a enojar, acá explota algo, así que más vale no me enoje, cierro la boca, sigo manteniendo todo igual»; «si yo llego a hablar de lo que hizo mi hijo, acá se arma un lío, mejor no digo nada»; «si les digo como me siento…

¿Para qué?

¿Para hacerlos reaccionar?, si total no va a cambiar nada, mejor me callo», «si les digo que me siento sola mi marido va a poner el grito en el cielo… mejor no digo nada».
Entonces como creemos que va a ser peor, seguimos ocultando. Seguimos callando, no diciendo, porque justamente es la adicción lo que no decís, lo que no puedes expresar, lo que no puedes hablar. Entonces,

¿Qué hacer…?

( Continuará)

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1 comentario en Quiero sanar mis pequeñas adicciones – Alejandra Stamateas 2/3

  1. Saludos Onelia:

    Te comento que a veces llega ese momento (yo lo estoy viviendo), casi mágico, en el que de repente uno toma la decisión, sin realmente pensarlo mucho, surge un deseo de querer cambiar, aprovecharlo es lo mejor que podemos hacer y un poco de ayuda nunca esta demás por lo que pienso que lecturas edificantes como esta son verdaderamente útiles. Mil gracias y hasta una próxima ocasión.

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