
CARTA A LOS GRUPOS
mes de Piscis
NO TE DEJES ROBAR EL ALMA
El mundo entero está cambiando aceleradamente y ese cambio también se refleja en nosotros, en nuestras vidas.
Da la impresión que la vida transcurre a mayor velocidad.
Nuestra vulnerabilidad se hace más evidente y nos saca de esa zona en la que nos sentimos bien, simplemente porque la conocemos.
Aprovechemos la energía de la constelación de Piscis para profundizar en lo que somos.
Volvernos hacia nosotros mismos nos fortalece y nos conecta con aquello que en nosotros es permanente y eterno.
Por eso te invito a que juntos reflexionemos buscando conocernos mejor.
Para ayudarnos voy a tomar del Maestro Saint Germain (Creative Thinking, L. Cedercrans) un ejemplo y un símbolo.
Primero, nuestra naturaleza más profunda es una Chispa Divina que ha surgido de la Vida Una, que aunque no está separada de su Fuente Divina, está individualizada.
Es tu Espíritu.
Segundo, somos una Conciencia que como luz irradiante, como un sol, surge de esa vida individualiza 360 grados a la redonda.
Es tu Alma.
Tercero, somos un estado de conciencia habitando un cuerpo de energías y fuerzas organizadas que están en la periferia de esa esfera de luz irradiante.
Es tu personalidad.
Ahora imagínate un círculo con un punto en su centro.
El punto del centro representa tu Espíritu, la Chispa Divina.
La línea que dibuja el círculo representa tu personalidad y su mundo, la periferia de tu ser.
Y el espacio entre el punto del centro y la periferia representa tu alma, la esfera irradiante.
Te anexo el símbolo para que lo visualices mejor.
La periferia del ser – tu personalidad – es un reflejo de la entidad divina completa, que eres tú y por lo tanto es de naturaleza triple.
Así tenemos que:
El Espíritu (la chispa divina) se refleja en la naturaleza de la mente.
El Alma se refleja en la naturaleza emocional.
La naturaleza material que le da a la chispa divina su forma, se refleja en el cuerpo físico.
Cuando la conciencia se identifica y cree que es su cuerpo de apariencias (la personalidad), se limita a la periferia externa de su ser y queda prisionera de las energías y fuerzas que constituyen ese cuerpo.
Vive la vida con un profundo sentido de separación porque se percibe a sí misma como un cuerpo que piensa y siente y, por lo tanto, se ve separada de los demás.
Su vida gira en torno al “tener”, a las posesiones.
Se olvida del “ser”, la existencia misma.
Es interesante notar que la palabra personalidad se deriva de la raíz latina:
persona que significa máscara.
Cuando la conciencia, a lo largo de sus múltiples encarnaciones, inicia el viaje de retorno hacia su centro, el Reino de donde vino, toma conciencia de su mundo interno.
Lo primero que reconoce es su aspecto emocional; se da cuenta de sus emociones.
Luego se enfoca en su mente y se hace consciente del proceso en el que está y lo maneja utilizando su voluntad.
Entonces empieza a comprender que:
“ser” es mucho más importante que “tener”.
Dirige su mirada hacia la chispa divina que es su verdadera identidad espiritual y es entonces cuando surge el conflicto entre los viejos hábitos enraizados en la personalidad, que vive la vida sintiéndose separada de los demás, y las cualidades del alma que tienden a la unidad y a la síntesis y que empiezan a emerger en la conciencia.
Los pares de opuestos que surgen de esa profunda sensación interna de dualidad se hacen dramáticamente evidentes.
La contienda entre el bien y el mal se agudiza y ocasiona el conocido:
“drama de la vida”.
La humanidad pensante de hoy está debatiéndose en el área mental de la periferia.
Estamos a punto de dar el paso hacia la esfera irradiante:
El mundo del alma.
Pero este paso requiere profundos cambios en nuestra forma de percibir e interpretar la vida.
Nuestra vieja forma de administrar la vida y su fuerte tendencia materialista lucha desenfrenadamente por no ceder su lugar.
Y aquí estamos, en el siglo XXI, en medio de esta contienda que se exterioriza en las guerras, en las invasiones, en las ansias de dominio, las intransigencias, las injusticias, el hambre y todas esas desigualdades que hoy azotan dolorosamente a la humanidad.
¿Qué nos toca?
Estar atentos, no confundirnos.
Reconocer que el poder mediático mundial está en manos de las grandes corporaciones y está luchando por mantener el viejo paradigma.
Independizar nuestra mente de esa “matrix” que hoy pretende controlar el mundo.
Recordar día a día que somos el alma, y desde el alma reconocer la fraternidad humana y poner al ser humano en el lugar que le corresponde.
Reconocer que nuestro poder está en esa esfera irradiante de luz colmada de conciencia, de significados, de principios que es nuestra alma.
El ser humano no es lo que tiene sino lo que es.
Y hay que ser lo que se es, de lo contrario nos convertimos en cosas, números, consumidores… en puras mentiras.
Ninguna de tus posesiones le añade valor a lo que eres aunque el mundo conspire en contra de esta verdad tan obvia.
En un mundo que responde a los valores materiales, la verdad se esconde y la única alternativa que tenemos para reconocerla está en los espacios internos de nuestro ser.
Piensa, reflexiona, y luego suelta la mente, déjate ir y abre el corazón!
Porque el corazón es la puerta que te conduce al alma; tu verdadero corazón que es capaz de amar sin apegos ni exigencias, que a cada instante celebra la vida;.
Tu corazón que guarda en su verdad tu esencia; tu corazón te dará todas las respuestas.
Cierra tus ojos, respira con conciencia y navega en tus espacios internos.
Utiliza el símbolo del círculo con el punto en el centro y medita en él.
Busca las verdades más elevadas que puedas captar y disciplina tu naturaleza forma que es tu personalidad, para que las exprese en el mundo de la periferia.
Sé valiente, cruza el puente, suelta tus creencias materialistas y vive en esa nueva luz, que es tu luz interna, que hoy se asoma en el horizonte humano proclamando una nueva forma de vida.
Es la luz del alma, del amor, de la belleza, de la vida abundante.
No te dejes robar el Alma, no permitas que la Matrix determine quién eres y qué quieres, porque el alma eres tú. Tú tienes el poder.
Y en el alma, tú y yo somos uno.
Con el amor de siempre, Carmen Santiago.
Gracias por las palabras… expresaría más, pero en estos momentos no encuentro las palabras adecuadas, sólo gracias, Saludos