Si fuera Hombre – Alejandra Stamateas – Segunda Parte

Es necesario que desarrolles tu poder como mujer para triunfar

 ¿Qué herramientas como mujer no estás usando?

Porque tal vez te dijeron: no, no seas así, no seas tan sensible

¿La sensibilidad será mala o la estoy usando mal?

¿No estará en un envoltorio incorrecto mi sensibilidad?

¿No será que gracias a la sensibilidad yo veo cosas que otros no pueden ver?

Pero la usé siempre para corregir y retar al otro.

¿Cómo estás usando las herramientas femeninas que Dios te dio?

¿Las estás aprovechando para lograr tus metas?

¿Estás sonriendo más o decís: por sonreír me van a tomar como una tarada?

Porque te estás viendo como una tarada.

Pero la sonrisa es un arma que consigue muchísimas cosas, es una herramienta que Dios te dio y cuando las mujeres sonreímos, podemos hacer cosas increíbles,

¿Usted sabe el poder de una buena sonrisa?

Cuando va a buscar un trabajo, cuando va a hacer un negocio,

¿Sabe eso?

¿Sabe el poder de aceptar que el otro sea caballero, sin engancharse en esa caballerosidad?

Te acepto que seas caballero, gracias y seguimos adelante con el proyecto.

No te enganches, porque entonces nadie te va a respetar.

Si vos te acostás con ese hombre a la primera,

¿Quién te va a respetar?,

¿Quién va a confiar un negocio en vos?

Aceptá la caballerosidad pero no te enganches con todo lo demás.

Aprendé a usar tu poder femenino que para algo Dios nos hizo mujeres, porque el mundo necesita de mujeres, así como necesita de hombres, necesita de tu perseverancia, de tu intuición, de tu fuerza, de tu sensibilidad, necesita de la capacidad de ver detalles que a veces los hombres se los pierden.

Y no es que vos estás en cosas chiquititas, es que tenés la grandiosa capacidad de ver detalles que tal vez el hombre se los perdió.

Hay un poder en lo que somos, hay un poder en ser mujeres.

Acá estaban las hijas de Zelofejad, y todavía no habían entrado a la tierra prometida pero José y Moisés dicen:

Tenemos que repartir la tierra antes y las hijas están ahí y dicen:

«Ah, van a entrar a la tierra prometida, todos van a tener su pedazo de tierra y nosotras por ser mujeres, ¿no?».

Las cinco se presentaron delante de Moisés, delante de los sacerdotes y delante de los jefes de la congregación.

Imagínense, delante de los principales.

¿Cómo creen que se fueron las cinco?

Yo me las imagino, se fueron súper perfumadas, súper arregladas porque la belleza es poder, el cuidado es un poder, como vos te presentás, con los ojos con los que te presentás te van a mirar los demás, entonces, ellas fueron a pedir un derecho pero fueron súper empilchadas, arregladas con todo lo que se pudieron poner encima.

Y las cinco fueron ante Moisés y le dijeron:

Señor Moisés, le queremos decir que vamos a entrar todos a la tierra, y nosotras porque nuestro padre murió y no tenemos hermanos varones, no nos van a dar nada, imagínese, nosotras cinco tan hermosas, con tanta ropa que tenemos en la tienda colgada, con tantas joyas, ¿dónde las vamos a poner?

Si no tenemos tierra, no vamos a tener vivienda, si no tenemos tierra y no tenemos vivienda, no vamos a poder sembrar y por lo tanto, no vamos a tener comida nos vamos a morir de hambre.

Dígame, Sr. Moisés, ésta ley ¿no es injusta para todas las mujeres?

Y Moisés, ni sabía de la ley, porque no se la había cuestionado nunca y dijo:

¿Qué dice la ley?, ¿qué hago?

Y tuvo que ir a consultarle a Dios, él decidía las cosas, pero acá tuvo que ir a consultarle a Dios y cuando se lo consultó, Dios le dijo:

Tienen razón, ¿sabes por qué? porque hay leyes injustas sobre tu vida, que te están reteniendo tus bendiciones pero vos no reclamaste hasta ahora y como no reclamaste, la cosa sigue igual.

Hasta que no te levantes a reclamar, no te estoy hablando que te levantes a reclamar como una loca histérica ¡

Esto es mío, a mí me corresponde, a mí no me dieron!

No, eso es histeria, para reclamar tenés que usar tu capacidad de mujer.

Y Dios le dice a Moisés, «Al fin alguien se dio cuenta que esto era incorrecto».

Dios está esperando que te despiertes a las cosas injustas que hay sobre tu vida, que te las metieron como leyes, que había que obedecerlas si o sí, porque te lo mando tu mamá, tu papá, porque tu marido te dijo que era así, porque tu iglesia legalista te dijo que era así y esa injusticia te encerró la bendición así que «es hora de levantarse, es hora de cambiar la ley que te está encerrando todas las bendiciones y tomar la bendición del cielo».

Estas mujeres, tuvieron que liderar el cambio

¿Cuántas quieren ser líderes de un cambio?

Para sus propias vidas, para la vida social.

Las mujeres tenemos la capacidad de liderar ese cambio.

Si ellas no hubiesen hablado, la cosa hubiera seguido igual, ¿un hombre, se iba a preocupar porque fuera injusto para las mujeres?

Menos en esa época.

¿Un hombre, iba a hablar a favor de las mujeres?

¿Quién estás esperando que hable a favor tuyo?

¿Quién estás esperando que salga a defender tu derecho?

¿Estás esperando de tu marido?

Puede ser un marido buenísimo pero ¿estás esperando que defienda tus derechos, la injusticia que te están haciendo ¿tu marido o tus hijos? ¿Tu jefe?

¿De quién estás esperando?

Si vos no te levantás, no defendés tus derechos, nadie te va a defender.

Y estas mujeres lo hicieron; y hay cosas que siguen igual en tu vida, porque no te atreviste a defender lo que vos querías. Cuando llegás a tu casa, cansada del trabajo, y tus hijos te dicen:

¿Mamá, y la comida?

¿Qué ley hay que diga, que tenés que hacer eso?

Cada vez que decís: déjalo está bien.

Ahí, hay una ley que está en contra de tu vida. Cada vez que alguien te grita y vos decís: dejalo, no hay problema, hay una ley que está en contra de tu vida, que te está oprimiendo y la estás dejando crecer. Cada vez que alguien te da un vuelto y te falta plata y no vas a reclamarlo, hay una ley que está sobre tu vida, que está en contra de tu vida y que te oprime y que te encierra la bendición. Cada vez que vos llamaste a alguien para arreglar algo en tu casa, le pagaste y te lo terminó arreglando mal y vos no reclamás, hay una ley que está en contra de tu vida y que te retiene la bendición, porque decís: déjalo así, no importa; Deci : No, porque yo soy mujer, y tengo derecho a tener mi territorio, porque yo quiero subsistir, yo quiero entrar a la tierra prometida, teniendo lo que a mí me pertenece y te vas a levantar vos como las hijas de Zelofejad y vas a defender lo que te corresponde para que se suelte la bendición que está retenida en una ley injusta sobre tu vida, vas a defenderla con uñas y dientes, con autoridad de mujer, con la paz y la tranquilidad de una mujer, pero vas a ir a buscar el territorio que Dios te ha dado .

¿Qué cosas hay establecidas en tu casa, que terminás siendo perjudicada, pero nadie las cuestiona? Nadie cuestiona ¿quién tiene que hacer la cena, tiene que planchar la ropa, tiene que limpiar la casa?, nadie lo cuestiona porque como estás vos, para qué cuestionarlo si estamos bien, si mamá lo hace todo, ya no se cuestiona, ya ni siquiera se negocia y vos decís: ya no tengo tiempo o venís cansada. Recibo correos que dicen: Alejandra, no puedo más, pero mi marido se va el fin de semana porque dice, yo necesito espacio para mí, y yo no tengo un minuto de espacio. Hay una ley que encerró tu bendición, que encerró tu espacio, que encerró tu libertad. Hay una ley que nadie cuestiona, que alguien la impuso, no sabemos de qué manera y como mujeres la aceptamos, ni siquiera sabemos el día que la aceptamos o qué palabra dijimos o qué gesto hicimos para aceptarlo, pero está ahí, oprimiendo nuestra libertad. ¿Qué cosas no se cuestionan en tu vida? ¿Qué cosas que todos saben que las vas a hacer vos y ya no se cuestionan? Vos sos siempre la que llevas a tu mamá al médico, la que siempre tiene que hacer la fiesta en tu casa, porque los hermanos no prestan la casa, siempre sos la que tiene que ir a comprar los remedios a tu papá que está enfermo, porque los hermanos no se meten. Ya nadie lo cuestiona. Hasta que te levantes, como las hijas de Zelofejad y digas: «Yo voy detrás de mi territorio, Yo quiero mi herencia y hacerlo cómo mujer, como Dios me ha creado»

Cada vez que decís: no es ahora, lo vemos después, te estás perdiendo una bendición. No, después se lo digo, más adelante. No, no creo que sea el momento, ya hace veinte años que viene pasando lo mismo. Levantate a defender tus derechos, ellas fueron perseverantes, tuvieron que volver a hacerlo porque cuando Moisés ya no estaba, porque Moisés no entra a la tierra prometida y él le había cambiado la ley, cuando entra a la tierra prometida Josué ya no se acordaba. ¿Cuántas veces lograste un derecho y después ni te lo respetaron? Los demás ni se acordaban que era tuyo, que te pertenecía, porque eso se lo tenés que hacer acordar vos a todo el mundo. No, no, no yo soy una hija de Dios, yo soy libre, yo tengo derecho a todo. Recordáselos, porque si no te van a dejar sin herencia. Lo pediste una vez, seguí perseverando para tenerlo, seguí defendiéndolo hasta que todo el mundo te lo reconozca que te pertenece, te corresponde y que es tuyo. Entonces tenés que empezar a liderar los cambios, como mujer y con espíritu de mujer ¿saben por qué? porque Dios no les retiene las bendiciones a las mujeres. Dios no te está reteniendo ninguna bendición. Dios no dice: estas bendiciones son para los hombres y éstas para las mujeres; Dios dice: «Para todo aquel que cree porque para el que cree, todo es posible» y cuando dice, el que cree, está diciendo mujeres y varones que me creen, que para mí no hay nada imposible.

Por Alejandra Stamateas

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3 comentarios en Si fuera Hombre – Alejandra Stamateas – Segunda Parte

  1. excelente. Gracias.

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  2. Excelente artículo , ya que ahora estamos en la de NO TE METÁS muy bueno para ponerlo cada día en práctica .

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    • Gordilín, muy bueno tu aporte, a ponerlo en práctica!
      de corazón a corazón
      oneli@ lucí@*

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