ORIGENES DEL CARNAVAL
Antes de la Cuaresma, el Carnaval permite a la gente romper sin pudor con cánones morales, recurriendo a disfraces, música, bailes y juegos.
Es una de las festividades más populares en muchos países cristianos, principalmente católicos, donde los festejos duran una semana o más.
Tradicionalmente, el Carnaval se celebra durante tres días, llamados Carnestolendas. Son los anteriores al Miércoles de Ceniza, cuando comienza la Cuaresma en el Calendario Cristiano.
Son antecesoras remotas las fiestas conocidas en la Antigüedad como «bacanales» en honor a Baco, dios del vino, así como las «saturnalias» dedicadas a Saturno, dios de la siembra y la cosecha.
Su origen también puede rastrearse a los festejos que se realizaban en honor del buey Apis en Egipto.
La palabra Carnaval proviene de aquella época.
Durante las bacanales, a Baco se le cantaba el Ditirambo; los integrantes del coro se disfrazaban de sátiros y al frente iba el sacerdote del dios, conduciendo un barco sobre ruedas llamado carrus navalis, que significa “carro naval” y que los romanos pronunciaban «car navalis».
Otras versiones explican que el término Carnaval proviene del latín medieval carnelevarium, que significaba «quitar la carne» y se refería a la prohibición religiosa de consumir carne durante la Cuaresma.
Su sinónimo Carnestolendas es la abreviación de la frase latina carnes tollendas o “el domingo antes de quitar la carne».
La también llamada «Fiesta de la Carne»,
En la que el pueblo literalmente se hartaba de comerla, llegaba a su fin al iniciar la Cuaresma, que simboliza los cuarenta días en que Jesús guardó ayuno y abstinencia.
Durante este lapso quedaba prohibido consumir carne, así como organizar fiestas y diversiones.
La gente vivía en penitencia y los actos espirituales dominaban la escena popular.
En la Edad Media, tan inflexible en los ayunos y abstinencias de Cuaresma, con persecuciones a quienes no respetaban las normas religiosas, tuvo un gran auge el Carnaval, tradición que sigue vigente en muchos lugares del mundo.
Desde entonces se celebraba con juegos, bailes y diversiones, así como abundante comida y bebida, con el fin de enfrentar la abstinencia con el cuerpo fortalecido y bien preparado.
La costumbre de usar máscaras puede encontrarse en civilizaciones antiguas, como Egipto y Grecia.
El antifaz moderno es un vestigio de las fiestas de Baco y Cibeles.
La ciudad de Venecia adoptó la careta en el Carnaval, como vehículo de alegría.
También se utilizó para guardar el incógnito, gozar de impunidad en venganzas y conspiraciones, así como para facilitar romances y amoríos.
Durante el reinado de los Reyes Católicos, en la España de la época de la Conquista y la Colonia, ya era costumbre disfrazarse para gastar bromas en los lugares públicos.
Más tarde, en 1523, Carlos I dictó una ley prohibiendo a los enmascarados.
Fue el Rey Felipe IV quien restauró el esplendor de las máscaras.
Los romanos se divertían tirando confites de menta, rosa o anís a los transeúntes; en Venecia los jóvenes se arrojaban flores.
A partir de aquel hábito se adoptó el papel picado, que tuvo su origen en una imprenta de París.
Un obrero que perforaba pliegos de papeles de colores juntó los circulitos sobrantes y se los regaló a su hijo.
El obsequio causó sensación entre los niños, pero también encantó a los adultos, quienes comenzaron a encargarle bolsitas de papel picado o confeti para arrojarlo durante los días de Carnaval.
En algunos lugares se estila que las máscaras persigan a los paseantes con bolsas llenas de líquido o gas para asustarlos, darles golpes no demasiado fuertes y hacerlos reír.
También es tradicional el uso de serpentinas, espuma y globos de agua.
En otras partes, los jóvenes se divierten arrojando huevos con harina o polvo de añil, para manchar de azul la cara de los demás.
En Nueva Orleáns, las peñas lanzan collares de fantasía.
En la antigua Roma se rendía culto a Momo, hijo del sueño Hipnos y de la noche Nix.
Según la leyenda, era el dios de las burlas, los chistes y las bromas.
Con sus agudezas y mímica grotesca, divertía a los excelsos dioses del Olimpo.
Gracias a sus comentarios sarcásticos, se encargaba de corregir a hombres y dioses.
Momo personifica la crítica jocosa y la burla inteligente.
Se le representa vestido de arlequín, con una máscara y acompañando por un palitroque o palo pequeño y tosco, terminado en forma de cabeza de muñeco, símbolo de la locura.
Considerado especial protector de escritores y poetas, Momo es, tradicionalmente, la figura central del Carnaval.
Los Carnavales más famosos del mundo son los de Niza, Turín, París, Nápoles, Florencia, Venecia y Río de Janeiro.
Poco a poco, todos fueron transformándose en importantes espectáculos turísticos, dejando atrás la parte espiritual que dio origen a su celebración.
Otros Carnavales tradicionales son los de Santa Cruz de Tenerife en España, Barranquilla en Colombia, Santo Domingo en República Dominicana y el Mardi Gras o «Martes Gordo» de Nueva Orleáns en Estados Unidos.
En nuestro país, destacan las fiestas de Carnaval de Mazatlán y Veracruz. Comienzan con la quema del mal humor y la coronación de la Reina del Carnaval y el Rey Feo.
Se festejan de manera similar, con espectaculares desfiles de carros alegóricos, comparsas formadas por grupos de bailarines que compiten entre sí, máscaras de personajes reales o alegóricos, bailes de disfraces,
Divertidas batallas de flores, huevos o anilinas, así como una buena dosis de relajo y excesos, noche y día.
En la actualidad, no pueden faltar los conciertos con artistas de moda, locales, nacionales e internacionales, que con su actuación dan realce a estas fiestas.
El pasado fin de semana el Carnaval estuvo en pleno apogeo en muchos lugares de del mundo, culminando el:
Miércoles de Ceniza, cuando tradicionalmente se entierra a un muñeco que representa al Carnaval, dando inicio a la Cuaresma.
Fuente:
Investigación y Guión: Conti González Báez
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