Mensaje para Cambiar Nuestra Vida – Seguir Creciendo

Te había dejado algo para que reflexionaras.

Las cuatro preguntas tenían que ver con tu vida ya transcurrida, con tu infancia, tu adolescencia, tu juventud.

¿Es tan importante para tu presente la experiencia recogida durante tu niñez?

En la infancia, estamos indefensos para comprender por qué somos muchas veces ignorados, ridiculizados y criticados.

Y, mucho menos entonces, podemos defendernos de esos ataques de los adultos que nos rodean.

Esas situaciones, de mayor o menor gravedad, nos marcan profundamente.

Entre otras cosas, suelen producirnos carencias que luego nos convierten en «chupadores» de energía ajena:

 

 

Nuestras urgencias son más urgentes que las urgencias de los demás.

Según el Dr. Eric Berne, uno de los fundamentales en el llamado «análisis transaccional», hay tres posiciones básicas posibles que podemos tomar en relación con los otros:

El yo Padre, el yo Niño y el yo Adulto.

Veamos un poco en qué consiste cada una de ellas.

El yo Padre:

Copia conductas, actitudes y valores que vimos en nuestros propios padres o en otros adultos.

Intimidamos, Interrogamos.

Criticamos.

Juzgamos.

Sobreprotegemos.

Auxiliamos.

El yo Niño:

Nos remite al estado de chicos pequeños, manipulando a los demás desde una posición de debilidad.

Nos mostramos carenciados, pobrecitos, víctimas, asustados, impotentes, culpables, irresponsables.

Algunos llaman a esta posición la del:

«¡Pobre de mí!»

O la del:

«¡Si no fuera por ti!».

El yo Adulto:

Permite el uso de nuestras propias capacidades para reunir información y tomar decisiones, sin necesitar chupar energía de los demás por la fuerza

(como el yo Padre) o mendigándola (como el yo Niño).

Aceptamos los riesgos que conlleva esa independencia de criterio y nunca culpamos a otros por un fracaso nuestro.

Ni sentimos que un éxito se debió a la obligada participación de otros.

Consultamos, sí, para mejorar nuestra información, pero no nos sentimos obligados a seguir consejos:

«Al pie de la letra».

No hace falta que te diga que ésta es la mejor posición, la que usa nuestra inteligencia, nuestros sentimientos, nuestra intuición para tomar nuestras decisiones.

Ni robar energía ni que nos roben energía.

En el equilibrio exacto entre dar y recibir está la solución.

Ni

«Lo sé todo»

Ni

«No sé nada».

Sé lo que sé, puedo aprender lo que no sé.

Tengo mi verdad, ni más ni menos valiosa que la verdad que tiene cualquier otro.

Tengo mi conexión personal con la fuerte de Verdad y de Energía.

No me siento ni débil ni inseguro, no manipulo a los demás.

No necesito dominar su atención forzadamente.

Nadie me debe temer porque no voy a quitarle energía.

No lucho por el poder porque soy suficientemente fuerte.

No debo estar a la defensiva porque no permito que alguien, desde su yo Padre, pueda imponérseme, ni desde su yo Niño, buscando que me conduela con él, pueda quitarme esas fuerzas.

Doy cuando quiero dar.

Pido cuando estimo que necesito.

Y siempre a otro que se encuentre posicionado, como yo, en su yo Adulto.

Compartiendo, no robando ni siendo robado.

Ahora bien.

Tú te estarás preguntando:

«¿Cómo hago para cambiar si nunca actué en ese estado de yo Adulto?».

Nada cambiará mágicamente.

Lleva su tiempo.

Si tú te relacionaste desde los otros estados y obtuviste algunos éxitos pasajeros, quizá creas que sin la energía ajena no puedes lograr nada.

O que, al menos, es más fácil mendigar o quitar que autosustentarse.

Al principio, quizá lo sea, pero con la práctica, la persistencia, la evolución, el crecimiento personal, tus propias capacidades te llevarán mucho más lejos.

Se irán presentando situaciones interpersonales que ahora observarás con más cuidado.

Evitarás los conflictos con cada vez mayor éxito.

La satisfacción que obtendrás premiará tu esfuerzo, y te irá «curando» de esa tendencia enfermiza a exigir algunas veces, y a rogar otras.

Ya no te encerrarás detrás de murallas para enfrentar al otro en una lucha para demostrar quién tiene el poder.

Aprenderás a ponerte en la posición del otro, comprenderlo, y, sin juzgarlo, aceptarlo o evitarlo.

No estarás rehuyendo ningún combate, porque no hay nada por qué combatir.

Comprenderás que nada es blanco ni negro.

Que todo es una variedad de grises, que siempre hay otra opción mejor.

No te sentirás carenciado, ni proyectarás tus éxitos o fracasos en otros.

No buscarás excusas que oculten tus propios defectos aún no superados.

Encontrarás soluciones para casi todos tus problemas, procurando la energía en el mejor lugar.

Y ya no tendrás miedo.

Es cuestión de ir probando.

¿No?

Hasta nuestro próximo encuentro.

Sencillo de lograr, porque tras cada paso te percibo más cercano.

¿Y tú?

Anónimo.

Por favor, deje su calificación para este artículo.
No votes yet.
Please wait...

Sea el primero en comentar

Deje una respuesta

Su dirección de E-mail no será publicada.


*