Si la esencia de ser es amor, servir es poner ese amor en movimiento
El Dr. Jorge Carvajal médico colombiano y creador de la “Sintergética” habla en esta entrevista sobre la Medicina y el servicio en su relación con el amor y el desarrollo de la consciencia.
Define aspectos de la espiritualidad y la evolución del ser humano y nos entrega un mensaje esperanzador sobre el futuro de nuestra especie.
“Si la esencia de ser es amor, servir es poner ese amor en movimiento”
Convencido de que un nuevo mundo es posible y de la capacidad de evolución del ser humano, Carvajal dedica todo su tiempo y esfuerzo, siete días a la semana, 18 horas al día, a la difusión del mensaje de que está en nuestra mano:
Acceder a formas superiores de convivencia y de relación, y de que para ello es fundamental conocer la realidad del alma.
No es que “tengamos” alma, en opinión de Jorge Carvajal, sino que “somos” alma, de ahí su autorizada visión de que la muerte no es sino otra forma de la misma vida, en la que estamos liberados de las servidumbres de nuestro cuerpo y nuestra mente.
Es éste uno de sus proyectos más preciados, hacer entender a las personas que la muerte es una continuidad y que el alma sigue viva en el proceso que nos toca vivir y en el que el espíritu debe manifestar todo su esplendor en nuestra materia, tal como nos han demostrado los avatares a lo largo de la historia.
Carvajal no habla de religión, sino de espiritualidad, y su mensaje más preciado es que tratemos de amar y no odiar, que sirvamos en vez de exigir servicio, que curemos en vez de herir…
Nos recibe Jorge amablemente al final de una jornada larga y extenuante como sólo conoce la profesión médica.
Con voz pausada responde a estas preguntas:
– ¿Nunca te hemos visto cansado Jorge?
¿Cómo estiras tanto el día?
¿Hay algo que te agote?
– Sueño y soñar es estirar al infinito el tiempo.
Creo y me divierto.
Siento que creer es crear y que creando uno se recrea.
Cuando algo es divertido es menos fatigante.
Procuro tomarme el trabajo como un hobby y de veras me divierto.
– ¿Cuándo y cómo tomó Jorge la decisión de sanar y servir?
– ¿Y cuándo decidió el río ser río?
No pretendí nunca ser sanador, nunca pretendí servir…
Ni decisiones, ni pretensiones, sólo dejar el agua correr y descubrir un día el caudal que va apuntando a su mar.
Un día sientes que no puedes evitar ser aquello que de verdad eres.
Entonces no puedes no servir, no puedes no sanar.
Y es porque no puedes no amar.
– ¿Cuáles son los momentos más felices en esa tarea?
– Cuando atrapado en la magia del instante tienes la percepción del infinito.
Entonces basta un abrazo, una mirada, tal vez una sonrisa.
Casi nada o nada.
En el vacío de ti mismo, la plenitud del otro.
Entonces tienes una experiencia de unidad.
Es una paradoja: la vacuidad te conduce a la unidad.
Y el otro se nos revela como una faceta del Creador que está allí para completarnos.
Un solo instante así carga las baterías para todo el día.
– ¿…y los más complicados?
– Son complicados los momentos de olvido, en los que uno deja de ser uno mismo y pierde la levedad del ser y la brevedad del tiempo.
Es complicado lo que no se percibe desde el centro.
Es complicado cuando uno no se entrega, cuando el ego no se rinde.
Entonces, perdemos la fluidez de la inocencia y se mira, pero no se ve.
Se oye, pero no se escucha.
Es complicado en la vida separar, restar y dividir.
Sumar es mucho más sencillo.
El hígado es muy complicado; el organismo como una totalidad es complejo, pero no complicado, porque está entretejido.
La vida es sencilla porque está entretejida a la trama del universo.
– ¿Hay algo más importante que servir?
– Sí…, ser.
Porque servir nace del ser.
Si la esencia de ser es amor, servir es poner ese amor en movimiento.
– De la selva del Choco a la selva del asfalto madrileño…
¿Qué es lo que más añora Jorge, del médico rural en Colombia?
– Añoro el canto de las ranas y el cielo azul profundo donde se dibuja la vía láctea.
Añoro las sonrisas inocentes de los niños negros y los indios cunas.
Añoro las lluvias diluvianas y el sabor exótico del “borojó” y el “bocachico”.
Pero cada mañana regreso por los caminos recorridos y siento la presencia del pasado llenando de fuerza y colorido los días.
– ¿Qué se siente al traer a un ser al mundo físico en una cabaña perdida?
– Que la vida es un milagro.
– ¿Qué se siente al cerrarle los ojos de la carne?
– Que es un milagro la muerte, porque el final del cuerpo es apenas un recodo en la corriente continua de la vida.
¿Nostalgia de paz y de ausencia del mundo?
¿No echa en falta Jorge más horas para sí mismo, para compartir con su familia?
– Procuro ir conmigo mismo adonde voy.
Entonces voy con mi familia en el corazón y tengo paz.
Creo en una educación para la libertad en la que tengamos tiempos propios y espacios entre nosotros.
Así los reencuentros son mágicos y no caemos en la prisión de la rutina.
Pero si un día la nostalgia me lleva al sentimiento de la soledad, miro lo ojos de mis pacientes y en los ojos que miro, veo esos ojos amados de mi mujer y mis hijos…
Cuando somos una sola familia, una humanidad, termina el espejismo de la soledad y comienza la paz.
– Brevemente para quienes lo desconocen,
¿Cuáles son las bases de la medicina sintergética?
– Proponer una medicina de síntesis para una nueva cultura, la de la consciencia, es la esencia de la Sintergética.
Así como no aceptaríamos una biología sin una concepción de la vida, no podríamos hacer medicina sin una visión del ser humano.
Humanizar la vida, sanar la tierra, crear salud más que atacar enfermedades y reconocer el potencial sanador de la consciencia, constituyen el móvil de la Sintergética.
Esto implica ponerle de nuevo el alma a nuestro cuerpo, colocar en su lugar la cultura y las creencias, ver las huellas de la consciencia grabadas en nuestra fisiología.
La Sintergética se fundamenta en la búsqueda de un código de lectura común que nos permita la integración de los diferentes paradigmas terapéuticos del mundo, reconociendo en las leyes de la consciencia su cauce integrador.
Esto nos ha conducido a constatar el enorme valor del respeto por la diferencia en la construcción de la unidad esencial, una integridad orgánica alimentada por la unidad en la diversidad.
Desde una visión sistémica, la Sintergética integra los territorios terapéuticos:
El de la materia, representado en la medicina occidental, el de la energía descrito por la medicina tradicional china, el de la misma consciencia tratado en el ayurveda, y en otras cosmovisiones de las medicinas tradicionales, en un metaparadigma que reconoce y utiliza su complementariedad.
– ¿Cuál es la extensión del movimiento de la medicina sintergética?
– Su expansión ha sido vertiginosa, si tenemos en cuenta el tiempo que nuevas visiones y tecnologías necesitan para consolidarse culturalmente.
De la mano de los resultados, la demanda de formación se ha ido incrementando en Hispanoamérica.
Se realizan formación y prácticas en Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, México y España.
Además tenemos programas de formación en Puerto Rico y Portugal, y se estudia la posibilidad de expandirlo en los próximos años a Suiza, Alemania, Francia y la península escandinava.
– ¿Cuál es la preparación adicional que proporciona al médico o terapeuta la formación en Sintergética?
– Simplifica, reduce a un mínimo común denominador muchas cosas separadas.
Desespecializa, descentraliza, integra psicología y medicina, sanación y ciencia.
Descubre tecnologías y métodos sencillos para trabajar con la energía del propio paciente.
Restaura la conexión entre la biología, las ciencias humanas y las ciencias espirituales.
Pero, por sobre todo, nos permite ayudar allí donde en apariencia se han perdido posibilidades de curar.
– ¿Tras la consolidación del Centro de El Plantío, cuáles son los próximos pasos que dará el movimiento de la medicina sintergética?
– Consolidar las caravanas de la salud, que son una especie de festivales para llevar salud y alegría a los lugares más necesitados.
Ya se están consolidando en América latina y pronto esperamos poder extenderlas desde Europa a África.
– ¿Perspectivas para el Congreso de Toledo?
– Su título es “Mística, Ciencia y Sintergética”.
La perspectiva es activar las semillas de esa cultura de la convivencia armónica.
Allí, al lado de la tolerancia y la convivencia pacífica, florecieron el arte y la ciencia.
¿Si aprendiéramos de una vez por todas la dolorosa lección que nos han dejado todas las formas de inquisición y cultiváramos esa tierra de la paz, donde la justicia y el reconocimiento de la diversidad nos llevaran hacia la libertad, que es el valor más sagrado de nuestra humanidad?
La perspectiva es la unión de la cabeza con el corazón: ponerle corazón a nuestra razón y llevar al mismo tiempo la luz del intelecto a nuestro amor, para nacer a la comprensión, que es amor con discernimiento.
Toledo será un granito de arena en la creación de esa cultura de síntesis.
– ¿Lleva muchas vidas Jorge con su bata de médico? ¿Se la colgará en la siguiente?
– ¿Y qué más da si, al fin de cuentas, lo que importa es el hacer en el ahora? Lo que importan son todas las vidas, toda vida, aquí y ahora en ese tiempo inaplazable de ser. Me pido ser cuando regrese cocinero, campesino, industrial, presidente o lustrabotas. El caso es que pueda dar la nota que el alma viene a dar.
– ¿De no ser con la palabra o al borde de la camilla, de que otra forma le hubiera gustado a Jorge servir?
– Soy papá, hermano, amigo, lego, pescador, tantas cosas soy, que antes y después de ser médico trato de ser sólo lo que soy.
Entonces siento que soy útil y disfruto.
Antes de estudiar medicina me encantaban la geología, el periodismo y la política.
Bueno, me siguen cautivando, pero comprendí que no son tan diferentes como a primera vista pareciera.
En el continente del cuerpo están grabadas las mareas evolutivas.
Estudiar el cerebro o el ADN es comprender el arte del gobierno de la vida.
Pero, sobre todo, la medicina es una maravillosa ciencia de la comunicación, pues en última instancia la enfermedad es ruptura en nuestros patrones de relación y comunicación molecular, energética, emocional o mental.
– ¿Son más fáciles las cosas en España, o al contrario…?
– Ni más ni menos, como en todas partes aquí las cosas son como son.
Se nos antojan difíciles cuando no las reconocemos por su esencia y nos confundimos en la vanidad de las apariencias.
El trabajo es una bendición, una oportunidad feliz para proyectar lo mejor de nosotros, pero si en él no proyectamos el corazón a lo mejor lo vivamos como una carga.
Las dificultades labran el cauce de la vida, para que al fin fluya como agua fresca.
Los matices de los conflictos son secundarios, las necesidades humanas esenciales son las mismas en todas partes:
Seguridad, paz, justicia, libertad…
Como en la conocida canción de Serrat:
“No me siento extranjero en ningún lugar…” y no sólo porque haya lumbre y vino, sino porque todos los lugares son interiores.
– ¿Dé dónde viene ese torrente iluminado de palabras cuando Jorge coge el micrófono?
– La elocuencia de quien habla es sólo un eco de las palabras calladas en el corazón de los que escuchan.
El torrente iluminado está en el auditorio, cuando la música silenciosa del alma nos conduce a ese viaje interior en que el amor guía la palabra. Entonces, uno descubre que no son las palabras, sino los silencios los que hablan.
– ¿Cuán preciso es ese torrente de inspiración superior?
– Siempre, aunque no lo percibamos casi nunca, un torrente de inspiración superior viene desde el alma, como un flujo de energía que nos da la vida. Callas y es la voz de la conciencia. Hablas y es el sonido del silencio. Respiras y es esa energía universal o prana portado por el aire. Siempre estamos conectados. Sólo hay que darse cuenta y asumirlo.
– ¿Por qué ese recato? ¿Para cuándo las plazas, las calles, la televisión… el mensaje a gran escala?
– Mi mayor anhelo es pasar desapercibido, porque siento que así se puede servir mejor.
Si se hace carne la palabra ya no hay mucho que decir.
Sólo hacer y en ese hacer ser lo que ya se es.
– ¿Por qué vivimos una hora tan importante?
– Nuestro tiempo no es el tiempo de antes.
Ya no hay tiempo.
Si no somos el tiempo, si no somos la tierra, si no vivimos conscientemente, nos perdemos esta humanidad.
Todas las tradiciones hablan del fin de los tiempos.
Entonces, hablemos del comienzo, porque cada final es sólo un instante para comenzar.
Atravesamos todos el portal del corazón, nacemos a nuestra humanidad, descubrimos el alma humana y el cuerpo místico de Cristo como una bella realidad.
Todas las razas, ramas de un solo tronco, son iluminados por el mismo sol, un Dios de amor, nutridos por la misma madre, Gaia, la Pacha Mama.
La marea humana ha ascendido hoy al corazón y podríamos decir, parafraseando a Teilhard de Chardin, que estamos a punto de descubrir por segunda vez el fuego.
Es el fuego trasmutador que nos acerca al reconocimiento del amor.
Sólo así podremos vivir como si de veras fuéramos humanos, hermanos, hijos de un solo Padre.
– ¿Vamos solos?
¿La humanidad avanza a la deriva o hay Plan, hay Norte?
– Einstein tenía razón:
Dios no juega a los dados con el universo.
Hay norte y futuro porque hay sur y pasado.
¿De dónde vienes?
Permanece atento y reconoce la dirección de tus huellas, no conducen a otro lugar que a ti .
Cuando desde el centro observamos el horizonte, su luz se nos revela.
Al observarla la recreamos, la volvemos a crear.
El norte, el sur y el horizonte dependen todos del observador, el que vive en el centro.
Allí jamás estamos solos pues, en la perspectiva de una consciencia no local, el universo tiene tantos centros como observadores conscientes de sí.
El plan inscrito en el alma se despliega ante nosotros, cuando nos sentimos parte del plan.
No es ajeno a nosotros.
Estamos incluidos en él, como la ola en el océano.
Hacemos parte de su dirección, al igual que el agua del río es llevada al mar por su cauce.
El observador, el alma, nos conecta a la gran cadena de la vida, una cadena a la que todas las cosas están entretejidas.
– ¿Quienes son esos Seres que nos sostienen?
¿Hollaron nuestros caminos de polvo…?
– La vida no se pierde.
No se echa a perder la consciencia.
Cada paso consciente produce huellas que otros han de recorrer.
Los pioneros hollaron el sendero, convirtiéndose en camino para los otros.
Ellos señalan el cauce, el río de la verdad, el océano de la vida.
– ¿“Aquel que viene” está ya con nosotros?
¿Su Presencia será rostro o será latido?
– Rostro y latido.
Sentimiento y sentido.
De seguro que será carne en nuestra carne, milagro cotidiano del vivir, sangre viva circulando por el cuerpo de nuestra humanidad.
Quizás sea menos un personaje histórico, que una consciencia cósmica uniéndonos en el fuego de un amor céntrico.
– ¿Qué forma adquieren en nuestros días las antiguas escuelas de sabiduría?
– Sin duda las escuelas de sabiduría serán nuevas, ampliamente abiertas y exotéricas.
Serán adaptadas a la necesidad de una nueva humanidad.
En esas escuelas los misterios serán develados para todos y el discípulo será la misma humanidad.
Guiarán la investigación las nuevas escuelas de medicina, el arte y la ciencia de los que gobiernan.
– ¿Las iniciaciones son también diferentes…?
– La expansión de la consciencia será un proceso colectivo y la capacidad de servir determinará el lugar que cada quien ocupe en el concierto de la evolución.
– ¿Qué extraña Jorge en la espiritualidad que podríamos torpemente definir de nueva consciencia, de nueva era?
– Ya la nueva era se va quedando vieja y va pasando sin dejar huella, porque no reconoció el espíritu de las profundidades.
Se quedó en modos y modas, razones extraterrestres y anuncios apocalípticos.
Tal vez más de mensajeros, mensajes y especulaciones sobre los maestros, que de cambio profundo y compromiso.
Demasiados juicios finales sin contacto con el presente; falsos discípulos siguiendo falsos maestros; sueños con el corazón de la galaxia, mientras los niños se seguían muriendo de hambre…
Paradójicamente tanta ilusión, en lugar de cerrar la brecha entre las religiones y las culturas, avivó el fuego de antiguos fundamentalismos.
El viaje más importante de la consciencia no es a Sirio, ni a las Pléyades, ni al centro de la galaxia, es al zodíaco interior del corazón humano.
Es también un viaje al corazón de la ciencia, cuyas maravillas no hemos aún sabido incorporar a la vida cotidiana.
Una nueva cultura es como un nuevo cultivo.
Arrancamos las malezas de raíz, removemos la tierra, sembramos, regamos, dejamos pasar la luz para que despierte la semilla.
Que con ese antiguo y siempre renovado arte de los sembradores, podamos sembrar la tierra de nuestro corazón, para que ascendamos al fruto de una cultura más humana.
– ¿Cuáles son las señas de identidad de los verdaderos guías y maestros?
¿Hay exceso o falta en nómina?
– Entra en ti.
El maestro es interno.
El Cristo es interior.
El Reino de los Cielos está dentro de ti y en ese Reino habita el Rey.
Cuando el discípulo está listo aparece el maestro.
Su ley es la del silencio y jamás ejercerá su magisterio como una autoridad que viola el logro más sagrado del ser humano:
Su libre albedrío.
Para encontrar un verdadero Maestro hemos de ser ante todo discípulos de verdad.
¿Podríamos mirar conmovidos, el árbol, el río, los ojos de nuestro perro, el semblante del hijo, el fracaso, el éxito o la lluvia, como movimientos de la danza del Creador?
Entonces ya iríamos camino del Maestro, porque por nuestros ojos miraría el alma, el maestro interior.
– ¿El Cielo se sigue revelando a cada instante?
¿Cuál es la “garantía de superior origen” de los mensajes inspirados?
– Un mensaje inspirado es auténtico porque es único, es original, toca el alma.
No está dirigido sólo al intelecto.
No ataca, no critica, no amenaza, no exige.
No juzga, ni divide.
No viene con sello de garantía, ni se impone por la autoridad de su supuesta fuente, ni por el prestigio del canal.
Su lenguaje puede ser y ha sido frecuentemente simbólico.
Un mensaje inspirado, no sólo es un mensaje, es un caudal de vida que nos lleva a transformar el mundo, a participar del proceso creador.
Despierta en nosotros el servidor.
– ¿Cuáles son las fuentes más importantes de las que ha bebido Jorge, por supuesto además del insustituible y maravilloso libro de la naturaleza?
– Confieso que he bebido de muchas fuentes frescas y profundas, que al parecer jamás se agotan: del Nuevo Testamento y el Bhagavad Gita; de Bertalanffy y la Ciencia de los Sistemas; de Ken Wilber y su visión integral; de la psicología de Jung, Assagioli, Reich, y la de Grof y los psicólogos transpersonales; de las enseñanzas de Djwhal Khul transmitidas a través de Alice Bailey; de la música de Mozart y Beethoven; de la meditación de cada mañana…
– ¿Qué han supuesto para Jorge las enseñanzas del Maestro Tibetano, Djwhal Khul, transmitidas a través de Alice Bailey?
– Esas enseñanzas han sido un regalo precioso de la sabiduría que ha dado profundidad y perspectiva a mi trabajo cada día. En “El retorno de Cristo” y “De Belén al Calvario” me reconcilié con la religión en su sentido más profundo, que es la búsqueda de la unión. En la “Luz del alma” sigo encontrando cada día una fuente de inspiración. Sus libros sobre psicología y curación, no dejan de sorprenderme. Aún después de muchos años, observamos los alcances de un conocimiento que se adelantó mucho tiempo a las constataciones de la ciencia médica.
– ¿Como raza humana, faltan o sobran motivos para la esperanza?
– Estamos en un punto crucial de la evolución humana.
Podemos emerger a una nueva tierra o retroceder.
Depende de nosotros.
La esperanza es confianza en el futuro que se afianza en la fe en nuestro presente.
Asistimos a la emergencia de una nueva ciencia, de una nueva economía.
Estamos en el umbral de tecnologías revolucionarias que cambiarán, no sólo nuestra economía, sino nuestras relaciones con la naturaleza.
Tal vez tengamos menos megalópolis y más contacto con la tierra, el cielo, el agua pura y el paisaje.
En todo caso, la tierra de nuestros hijos habrá de ser mejor, si nos lo proponemos entre todos hoy.
Fuente: http://www.alcione.cl/nuevo/index.php?object_id=1039
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