La otra Realidad

FUNDACIÓN DESARROLLO NUEVO PENSAMIENTO
CARTA A LOS GRUPOS
Mes de Leo 2019

La otra Realidad

Vivimos en un mundo de intensos movimientos y cambios, en el que las instituciones, las creencias, el sistema económico, político y demás sistemas, se distorsionan.

A dondequiera que mires ves …

el mundo de al revés…

Pero a pesar de todas las crisis que confrontamos a diario, ya sean personales, grupales, nacionales o internacionales, en este presente hay más gente en la búsqueda de una respuesta espiritual a la vida que en otra época de nuestra historia.

Nosotros, en Occidente, hemos tenido una educación netamente materialista.

Le cerramos las puertas al mundo invisible y nos quedamos encerrados en un mundo de cosas y pertenencias; pero en este nuevo tiempo las puertas han comenzado a abrirse.

Han surgido grupos espirituales por todas partes, apoyados por la tradición espiritual más antigua, por la física cuántica y su nueva visión del universo y por los cientos de personas que en las diversas áreas del conocimiento humano están desarrollando una visión holística, humana y trascendental de la vida.

Poco a poco hemos ido descubriendo la otra realidad, la que está más allá de nuestras imágenes mentales, de nuestras creencias personales, más allá de este mundo inventado por nosotros mismos y que tiene oculta esa otra realidad, que es invisible y divina.

Esa realidad, que podemos llamar Dios, se esconde tras la bruma de nuestros pensamientos y deseos. Cuando por un instante puedes borrarte sucede el milagro y aparece esa otra realidad que conmueve tu corazón y te das cuenta de que lo que borraste fueron tus patrones mentales, entonces te ves, te percibes como lo que eres, una conciencia entretejida en un mundo de frecuencias infinitas que fluyen acompasadas por el Orden Perfecto y Divino de su Creador.
Todos hemos tenido momentos así. A veces nos damos cuenta, otras veces pasan casi desapercibidos. Son parte de la experiencia humana cuando aparentemente nos quedamos en algo que parece nada pero que se siente como plenitud, que forma parte de un gigantesco todo que nos habla de la interconexión y la síntesis de la vida. El Yo individual desaparece porque se convierte en ese “todo” que es la vida misma.

Navegando en el caudaloso Orinoco sentí como este río era el reflejo de una corriente que atravesaba el cosmos, y sin pensamiento alguno, me sentí navegando entre estrellas y soles. Mi mente, siempre activa, se metió y quiso comprender, dando así por terminada la experiencia e iniciando la producción de pensamientos y la formación de la bruma.

En mi primer contacto con el Lago Titicaca apenas tenía 22 años. Aún recuerdo el impacto que me produjo el altiplano, el lago que parece un mar y hace horizonte y las nubes casi rosando el suelo debido a la altura (4000 metros). Miré a mi compañera de viaje con ojos muy abiertos y le dije: éste es un lugar sagrado… Fue un instante de profunda comunión con lo que me rodeaba. Era la primera vez que sentía algo así. Fue tan profundo que cambio mi vida. Y desde ese momento se inició una búsqueda de ese algo que se asoma cuando por algún motivo uno se abre, sin pensamientos, a la vida que le rodea.

El conocimiento intelectual es una buena guía en el sendero espiritual, pero no es el sendero espiritual. Es aquello que te puede conducir a la vivencia de lo trascendente. Lo supe desde el principio, aunque nunca he dejado de estudiar porque pude notar que cuando la mente comienza a presentir su realidad cósmica, se calma, va encontrado su sosiego y ese equilibrio, poco a poco, va silenciando la mente intelectual para darle paso a la mente del alma.

Los animales, las plantas, las piedras no tienen intelecto. Ellos viven su realidad sin distorsión posible. Por eso cuando nos acercamos a la Naturaleza podemos percibir con mayor facilidad lo divino. La vida habla a través de todas sus formas, porque en todo está presente la inteligencia divina. Han sido muchos los sabios que se han iluminado a la sombra de un árbol siendo el Buda el más conocido.

Te invito a que recuerdes uno de esos momentos en tu vida y lo revivas. Te invito a que mirando el cielo puedas diluirte en él sin pensamientos. La clave es la entrega. Suéltate y déjate simplemente ser y que tus ojos sean la puerta abierta a ese otro mundo de frecuencias infinitas, que es divino, que es cósmico, que es la danza de la Madre del Universo.

Y en esa red de vida que todo lo envuelve, en ese vientre de la Madre Divina, tú y yo somos uno.

Desde las profundidades del alma,
Carmen Santiago [email protected]

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