Es fácil sentir ese sentimiento tan especial en nuestros corazones.
Lo difícil es mantener encendida esa chispa que lo hace permanecer vivo en nosotros.
El amor es como un ser humano.
No podemos verlo ni tocarlo, sólo sentirlo, pero necesita aire, alimento y agua como nosotros para seguir existiendo.
Le damos aire cuando damos espacio a la persona que amamos, sin intentar cambiarle, dejándole ser su propio yo, aceptándole con sus defectos y virtudes, dejando libre parte de su tiempo para que se desarrolle y pueda acrecentar su esencia día a día.
Hagamos que esa persona nos extrañe, que pueda canalizar sus sentimientos y sentir que somos importantes en su vida.
En otras palabras, no lo ahoguemos exigiendo todo su tiempo para nosotros, o con celos enfermizos.
Tenemos que conocer nuestros límites.
Reflexionemos en ello y las relaciones con las personas que amamos mejorarán.
Le damos alimento, con los detalles:
Una nota inesperada, una flor, una tarjeta sin motivo alguno aparente, un beso en el espejo, una llamada sorpresa solamente para decir “te amo”, o “estoy pensando en ti”.
Una mirada silenciosa que lo diga todo, una cena especial, algún tipo de locura que le haga sonreír.
Dedícale una canción que siempre que la escuche piense en ti.
Intenta conocer sus gustos, también sus disgustos.
Lo más importante es no caer en la rutina.
Haz que cada día sea diferente al anterior.
A veces es difícil lograr esto, pero poniendo de nuestra parte, aunque se haga casi lo mismo, se verá diferente.
Aprende a valorar los pequeños detalles que esa persona tiene para contigo, y de igual forma serás correspondido.
En otras palabras,
¡da rienda suelta a tu imaginación!
Le damos agua cuando dejamos salir de nosotros ese mar de sentimientos que nos llena, y lo dejamos fluir hacia ese ser.
Cuando le inundamos con nuestra alegría, con nuestro entusiasmo, con todas esas vibraciones positivas que le hacen desear estar cerca de nosotros.
No le inundemos sólo con nuestras tristezas, amarguras, arrepentimientos.
Hay momentos para todo.
Recuerda que cada persona tiene sus propios problemas.
Eso no quiere decir que no le cuentes tus preocupaciones, todos necesitamos apoyo en algún momento, y quién mejor que esa persona a la que tanto amamos y que nos ama, pero no le ahoguemos.
Recuerda, la chispa siempre tiene que permanecer encendida…
¡Amar… es un arte!
No importa cuál sea el tipo de amor, ni a quién amamos, pero el secreto del amor verdadero está en hacer feliz al otro haciéndonos felices a nosotros mismos.
Si somos felices, haremos felices a los demás!
Cada uno de nosotros somos artistas en nuestro interior.
La vida… el escenario por excelencia.
Está en nosotros darnos el máximo para que nuestro papel sea bien realizado, aportando nuestro arte al servicio de los demás.
¡¡¡Eso es… el arte de amar!!!
Fuente : Llamador de Angeles II
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