Por qué regalamos Huevos, Conejos y Gallinas para las Pascuas – La Rosca

¿Por qué se regalan huevos, conejos y gallinas para las Pascuas?

Las Pascuas son un misterio.

Se supone que se celebran porque el Domingo resucitó Jesús.

Pero no está nada claro por qué hay que comer huevos, conejos y gallinas de chocolate.

Si alguna vez te lo preguntaste, leé esta nota.

Llegan las Pascuas y todas las chocolaterías y marcas de golosinas sacan a la venta huevos, gallinas y conejos de chocolate.

Grandes y chicos nos tentamos y los comemos gustosos, pero sin preguntarnos por qué.

¿Por qué huevos?

¿Por qué de chocolate?

¿Por qué en esta época del año?

La cosa empezó así:

En la antigüedad, los pueblos del hemisferio norte (básicamente los griegos, los romanos y los germanos) celebraban la llegada de la primavera según les indicaba el calendario lunar, entre el 20 de marzo y el 25 de abril.

Eran tiempos de festejos, cuando la nieve se derretía, volvía la vida a los campos y la fertilidad retornaba al mundo.

Por entonces, casi todas las culturas tenían al huevo como símbolo de la fertilidad, porque encerraba la promesa de la vida.

Casi todas, con la excepción de germanos y eslavos, para quienes la fertilidad estaba representada por el conejo, y no resulta difícil imaginar por qué.

Particularmente para ellos el conejo era la forma en la que encarnaba Oester, la diosa de la primavera, a la que le rendían culto cuando la luna llegaba a su equinoccio, marcando el cambio de estación.

Como dato, Oester es la raíz de la palabra Easter, con la que se denomina la Pascua en alemán e inglés.

Pero hace 2000 años, cuando los cristianos empezaron a celebrar la resurrección de Cristo, en el norte de Europa se inició una confusión de figuras paganas y religiosas, que el calendario gregoriano terminó por zanjar en el siglo XVI:

Por motivos no santos y de dominación cultural, se hicieron coincidir las celebraciones paganas a Oester con la vuelta a la vida de Jesús.

De forma que la confusión iniciada entre dioses germanos y eslavos, combinado con la tradición cristiana, terminó por construir el relato actual en el que en Pascuas se comen huevos, los conejos pululan escondiéndolos para los niños y la gallina…

Bueno, la gallina parece recién salida del pesebre, pero al fin y al cabo es la que pone el huevo.

POR  QUE  SON  DE  CHOCOLATE

¿Pero por qué son de chocolate y por qué tienen colores vivos?

Esa es otra historia y se remonta a la Rusia de los zares.

Hacia el siglo XVIII en Europa del Este se celebraba la Pascua regalando huevos duros, como una manera de reafirmar la llegada de una estación próspera.

En tiempos de hambre, tenían su onda.

Pero por regla general no resultaba un regalo muy atractivo.

Así que los zares le dieron la vuelta de rosca para marcar su categoría high class:

Los empezaron a hacer de porcelana, a decorar con joyas y metales y preciosos, y a coleccionarlos.

En otro de los sincretismos que ni la historia puede explicar, el catolicismo ortodoxo exportó los huevos de colores hasta Occidente, donde gustaron mucho.

Los huevos duros y decorados cundieron como una simpática moda a mediados del siglo XIX, hasta que un suizo, pícaro y voluntarioso, se avivó de que si los hacía de chocolate serían furor.

La Rosca

Al parecer la Rosca de Pascua nació en Italia, más precisamente en Bolonia, con el fin de complementar al ya tradicional huevo de pascua.

Pasteleros de esas tierras crearon un simple pan leudado, cuya receta llevaba como base leche, huevos y harina.

Dicho pan, endulzado y en forma circular de rosca o «nido», se decoraba en su interior con huevos duros, tal cual lo seguimos haciendo hoy en día, incluyendo dos tradiciones pascuales en una.

Con el tiempo cada país fue creando su propio pan de pascua, agregando ingredientes, cambiando cubiertas, y así llegan a nuestros días propuestas de roscas rellenas con distintas variedades de cremas, roscas almendradas, roscas de chocolate o con frutas.

Mona de Pascuas (España), Kulich (Rusia), Ostertorte (Alemania), Colomba (Italia), Pan de Pascua (Chile), Roscón Pascual (México) o nuestra Rosca de Pascuas tradicional, cubierta con crema pastelera, fruta confitada y azúcar granulada son algunos ejemplos que se unifican en una misma tradición.

Distintas decoraciones, variadas formas, pero el símbolo es siempre el mismo:

Representar la unidad familiar y el concepto de continuidad, de volver a comenzar cada año, el renacer eterno.

Anónimo

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