Yo Espiritual

Hace muchísimos años, cuando me dedicaba más a los textos «literarios» que a los «psicológicos» un día escribí cuanto sigue en el DÍA de la MADRE:

«Un día la vida, agitando sus pañuelos, te llamó desde el infinito diapasón del viento…

Fue para contarte que una colmena de miel, anidaría en tu corazón, para que fueras MADRE.

Entonces, sentiste, que por lo menos alguien debía vivir con tu vida y cantar con tu canto.

Pasaron los años, llegaron los hijos y te dio la impresión de que la vida, no había cumplido del todo con su promesa.

Es que la vida, prometió llamarte siempre… y hoy te pide que ante la contradicción, recuerdes tus años de novia y renueves, en el sol de aquellos días, la ternura que puede dar sentido a tus silencios y profundidad a la soledad de tus noches.

Hoy te pide que no pierdas tu capacidad de eco: antes tus hijos, fueron lámparas de música en tus manos; hoy necesitan oír amplificados sus silencios en el ángel invariable que habita en lo mejor de tí misma.

Hoy te pide que no pierdas tu capacidad de espejo:

Si la tristeza de tus hijos no puede mirarse en tus ojos, piensa que puede anidar para siempre en los suyos, como una paloma oscura…

Si su alegría no encuentra una tarde sin orillas en tu alma, no te extrañes si alguna vez a las velas de sus barcos, les falta el aire… porque todos necesitamos sentir el aire y la luz de la geografía pura de donde venimos.

Quizás por todo esto… quizás, porque sin ti, la vida es como una casa sola… quizás porque tú nos has traído del país en que nace la lluvia, nosotros te necesitamos como el agua.

Quizás tu, todo esto, no lo sabes… pero precisamente, porque sin saberlo lo eres, por eso mismo, eres:

GRANDE, MADRE!…»

(Ricardo Luis Gerula… hace más o menos, 30 años atrás).

Ricardo Luis Gerula
Quilmes, Provincia de Buenos Aires ·