Carta a los Grupos – Las Emociones – Desde Venezuela Carmen Santiago
No cabe duda que las emociones condicionan nuestra vida.
Es el motor que nos pone en acción y nos aporta las ganas de hacer cosas.
Pero también las emociones son responsables de nuestras depresiones, miedos, temores, angustias …
No se avanza en la comprensión espiritual ni se recorre su Sendero si no hay un previo conocimiento de este cuerpo y, de alguna manera, un cierto manejo inteligente de esta fuerza tan grande que forma parte de nuestra constitución.
Observo dos tendencias opuestas y extremas.
Una es dejar que las emociones se expresen libremente y la otra es suprimirlas, creyendo que así se controlan.
Yo diría que las emociones son como la sal que le ponemos a las ensaladas.
Un poquito, les exalta su sabor, pero si se nos pasa la mano…
¡No hay quien se las coma!
Las emociones son parte del equipo (físico, emocional y mental) que la naturaleza nos ha dado para percibir y experimentar la vida en la materia.
No podemos pensar que es un “error” tener emociones y sensaciones.
De hecho, un mundo sin sentimientos, que son las emociones más elevadas, sería terriblemente aburrido y descolorido.
Además, lo que realmente enseña y nos hace crecer no es el hecho de estudiar sino la vivencia que podamos tener de lo que estudiamos y las sensaciones que nos deja la experiencia.
Esto nos demuestra la importancia que tiene el cuerpo emocional en el proceso de expandir la conciencia.
El problema surge cuando el ser humano, atrapado en el materialismo, desarrolla un fuerte apego a las cosas materiales y surge el deseo excesivo.
Y como somos creadores, con el correr de las eras hemos formado un cuerpo que no es “natural” y éste ha creado su consiguiente esfera de manifestación.
Todo un plano de la existencia que es ilusorio y falso, en donde se encuentran todos los deseos materiales de la humanidad.
Plano que nos afecta aún después de muertos…
Es como un espejo en donde están reflejadas todas las:
“Cosas de este mundo”.
Aquellas que nos empeñamos en poseer, que deseamos ardientemente, a las que estamos aferrados o hemos querido siempre tener.
El Buda en su sabiduría dijo:
“El apego es la causa del sufrimiento humano.”
La Naturaleza nos ha dado los cinco sentidos y la mente para que podamos percibir el mundo objetivo material en el que nos encontramos.
Sin estos sentidos, la conexión con lo que nos rodea sería imposible.
Si fueras ciego, sordo, mudo, no tuvieras tacto ni gusto, no percibieras olores y no pensaras, la comunicación fuera imposible.
Estas sensaciones son dadas con el propósito de entrar en contacto con el mundo que nos rodea para así ganar experiencia y expandir la conciencia.
Pero el deseo excesivo y la utilización de los sentidos sin discriminación comenzó a crear un cuerpo de emociones que nada tiene que ver con nuestro poder de sentir y amar que viene del alma sino que sólo refleja nuestro deseo de poseer.
Este cuerpo se ha convertido en una cárcel para el alma humana.
Creció y creció con cada deseo innecesario ocasionando dolor y sufrimiento y un obstáculo para la libre circulación de la energía vital.
Por este motivo nos enfermamos mucho más que los animales.
Porque en ellos, las emociones están reguladas de acuerdo a la ley natural y no tienen ese cuerpo denso de deseos que nosotros nos hemos construido y que se ha convertido en un impedimento para la libre circulación de la energía vital.
¿Qué podemos hacer?
Analizar nuestros deseos.
Cada deseo innecesario nos hace más densos.
Casi podríamos decir que el Reino de Dios está oculto por la materia densa de nuestros deseos y pensamientos egoístas.
Ante cada deseo apliquemos el:
“Test de la necesidad” y preguntémonos:
1. ¿Qué quiero?
2. ¿Por qué lo quiero?
3. ¿Para qué lo quiero?
Así vamos descubriendo cuál deseo es necesario y cuál no, y nos vamos liberando.
Rico no es el que más tiene sino el que menos necesita.
Estemos atentos al uso que le damos a los cinco sentidos.
Por ejemplo:
¿Te has preguntado si tocas en exceso?
¿Discriminas al mirar?
¿O miras cualquier cosa?
¿Qué oyes?
¿Y qué hablas?
Los sabios dicen que sólo debemos hablar cuando tengamos algo importante que decir.
Hablar por hablar nos drena la energía.
Las conversaciones inarmónicas afectan nuestra vida.
Y qué decir del gusto:
La comida se ha convertido en uno de los elementos traumáticos de la vida moderna.
Con tanta gente a dieta y el resto del mundo muriéndose de hambre.
Te voy a ofrecer una lista de alimentos, en su orden de importancia, para que reflexiones:
1- La luz solar, que la puedes “beber” todas las mañanas, sintiendo que al inhalar bebes los rayos del sol.
2- El aire que te alimenta cuando haces respiraciones profundas y conscientes.
3- El agua, que debes beber en abundancia.
4- Las frutas, que son los alimentos por excelencia, porque están llenos de prana solar.
5- Los vegetales y hortalizas
6- Los cereales
7- Y luego todo lo demás…
Y recuerda, sólo come cuando tengas hambre.
No caigas en la trampa de comer cuando tu cuerpo de deseos te obligue.
La Creación tiene un orden perfecto y nosotros.
Sobre esa Creación hemos hecho otra, y hemos creado un cuerpo emocional falso e ilusorio.
Al que tenemos que ir desmantelando poco a poco.
De golpe no se puede, porque es casi como arrancarnos la piel, así de pegadito está a nosotros.
Pero, paso a paso, regulando el uso de los cinco sentidos.
Discriminando cada deseo, estando atento a aquellos impulsos irracionales.
Poniendo en práctica lo que nos enseñan los sicólogos modernos sobre la inteligencia emocional.
Podremos un día ser libres de esta cárcel que nos hemos construido.
De esta manera percibir el verdadero plano emocional o astral.
El plano de las sensaciones divinas, en donde se refleja, como en un limpio y quieto lago, los esplendores del Plano Búdico.
Entonces podremos cooperar con su Arcángel, el Señor Varuna, que guarda los secretos de las sensaciones más excelsas del Universo, el Gran señor de las Corrientes Divinas.
Entonces sentiremos el Amor con cada partícula de nuestro ser.
Descubriremos su gran verdad que nada tiene que ver con el deseo de poseer.
Ten presente que lo divino en nosotros está en nuestro espíritu.
Lo humano en nuestra alma y lo animal en el cuerpo.
Somos tres en uno.
No permitas que tu parte animal rija tu vida.
Pon en orden esta parte, para que puedas experimentar la belleza de la vida y el esplendor de la creación.
Con el amor de siempre
Carmen Santiago
[email protected]
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