Descendencia Bendecida – Bernardo Stamateas – Sociogenograma

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Descendencia bendecida

Genesis 35: 9
Cuando Jacob regresó de Padán Aram, Dios se le apareció otra vez y lobendijocon estas palabras:

«Tu nombre es Jacob, pero ya no te llamarás así.

De aquí en adelante te llamarás Israel.»

Y, en efecto, ese fue el nombre que le puso.Luego Dios añadió:

Yo soy el Dios Todopoderoso.

Sé fecundo ymultiplícate.

De ti nacerá una nación y una comunidad de naciones, y habrá reyes entre tus vástagos.

La tierra que les di a Abraham y a Isaac te la doy ati, y también a tus descendientes.

» Y Dios se alejó del lugar donde habíahablado con Jacob.Jacob erigió una estela de piedra en el lugar donde Dios le habíahablado.

Vertió sobre ella una libación, y la ungió con aceite, y al lugar donde Dios le había hablado lo llamó Betel.

Después partieron de Betel.

Cuando todavía estaban lejos de Efrata, Raquel dio a luz, pero tuvo un parto muy difícil.

En el momento más difícil del parto, la partera le dijo:

«¡No temas; estás por tener otro varón!»

No obstante, ella se estaba muriendo, y en sus últimos suspiros alcanzó a llamar a su hijo Benoní,pero Jacob, su padre, le puso por nombre Benjamín.

Anteriormente hablé sobre cosas que se repiten generacionalmente, lo que la Biblia llama la herencia que llega hasta la cuarta generación.

La ciencia lo confirmó, se llama sociogenograma.

Los médicos han descubierto que hay personas que repiten generación tras generación las cosas malas que les pasó a los antepasados; por ejemplo un muchacho que un día en el año tenía ataques epilépticos, pero pasado ese día se le iban.

Cuando empezaron a investigar su historia descubrieron que ese mismo día era el día que el abuelo se había suicidado; el muchacho inconscientemente se identificaba con el abuelo suicidado y ese día inconscientemente hacia esos ataques epilépticos.

Un papá tiene dos hijos; muere uno de ellos; la hija mujer que vivió se casa y tiene dos hijos, y se le muere uno; el hijo que vive se casa, tiene dos hijos y se le muere uno… o sea, repetición de muerte tras muerte.

Se descubrió que muchos accidentes automovilísticos y muchas cosas que nos pasan son repeticiones que hacemos por lealtades invisibles que hacemos con esos familiares.

Cuando a una persona le va bien y a otro le va mal eso genera mucha culpa y deudas.

Se la llama la culpa del sobreviviente.

¿Por qué muchos chicos sobrevivientes de Cromañón se mataron?

Por culpa, porque en su inconsciente pensaron :

«¿Por qué mis amigos se murieron y yo estoy vivo?»

Hay personas que cuando les va a bien y a los de alrededor les va mal les genera culpa.

Muchas personas me han dicho:

«Estoy muy mal, porque mi compañera que tenía cáncer murió, y yo también tengo cáncer pero me sané».

Hay personas que de pronto en la casa a toda la familia le va mal o no tienen trabajo, pero a ellos les va bien; entonces cuando a uno le pasa algo bueno que a los demás no les pasa, o a ellos les pasa algo malo que a los otros no les pasa, eso genera una culpa y esa culpa puede hacer repetir las cosas malas.

Otro ejemplo interesante:

Una mujer que tiene cardiopatía congénita; se casa con un hombre y se ponen de acuerdo de no tener hijos para que los hijos no tengan la cardiopatía congénita.

Son felices, y un día dicen:

«Vamos a adoptar un bebé, pero no de nuestro país» y este matrimonio americano viaja a la India, adoptan un bebé, cuando regresan a Estados Unidos al tiempo el bebé tiene cardiopatía congénita; lo llevan para operarlo, termina todo, la mujer se da cuenta que al bebé lo operaron en el mismo hospital, a la misma hora, el mismo día y el mismo médico que la había operado a ella… eso no es casualidad, eso es cómo las cosas se van pasando de generación en generación.

Hay personas que repiten accidentes o enfermedades, hay personas que se mueren a la edad que murió su abuela; repiten aniversarios de fechas, o repiten cosas malas que les han pasado a sus antepasados.

Por eso la Biblia dice que nosotros tenemos autoridad para cancelar lo malo.

Cuando tengas un accidente o te roben vos tenés que orar y decretar que eso malo que te ha pasado no va a pasar a tus hijos, ni a los hijos de tus hijos, porque la Palabra de Dios dice que nosotros somos familia de Dios y no para transmitir lo malo sino para transmitir lo bueno.

Hay personas que han heredado de sus padres miseria tras miseria, madres solteras, la nieta también es madre soltera.

Hay personas que han heredado abuso sexual, tras abuso sexual.

Hay personas que han heredado divorcio; hay hombres golpeadores que me han dicho: «mi abuelo era golpeador, mi papá era golpeador» y heredan todo eso que es diabólico.

Por eso yo quiero que pienses en algo malo que le haya pasado a tus generaciones, a tus papás, a tus abuelos, y eso malo que ha pasado -una enfermedad hereditaria, un accidente, una muerte, un suicidio, pobreza, abuso, miseria- lo vamos a cancelar en el nombre del Señor.

Repetí:

«Cancelo de mi vida (nombrá la herencia que vas a cancelar) lo seco, lo echo de mi vida; decreto que no pasará a mis generaciones, mi simiente no heredará maldición.

Cancelo toda enfermedad toda miseria todo abuso todo accidente, todo lo malo; y a hoy me acerco a vos Padre, para que todo lo bueno que Cristo ganó en la cruz venga a mi vida y a mi descendencia.

Yo declaro que todo lo que haga me saldrá bien por mil generaciones, lo decreto y marco un nuevo comienzo, en el nombre de Jesús, amén».

Fíjense Jonathan Edwards, fue un predicador americano que en 1727 trajo un avivamiento espiritual.

Se investigaron mil cuatrocientos descendientes de este predicador: trescientos fueron pastores, trece autores importantes, trece presidentes de colegio, sesenta y cinco profesores de colegios, cien abogados; en su descendencia hubo treinta jueces, cincuenta y seis médicos, ochenta encargados de oficinas públicas, trece senadores y un vicepresidente de los Estados Unidos.

A mí me impactó cuando leí esto porque Jonathan Edwards leyó un pasaje en Génesis que se le encendió el foquito; el pasaje era:

«Porque toda la tierra que tu ves la daré a ti y a tu simiente»; y dice la historia que cuando Jonathan Edwards vio su simiente dijo:

«Toda mi descendencia será bendecida en el nombre del Señor».

Nosotros vamos a soltar algo poderoso, porque tus hijos y los hijos de tus hijos, tus padres y tus abuelos, o sea descendencia y ascendencia, todos estarán bendecidos; no solamente familias sino amigos, compañeros de trabajo y todos los que se nos crucen.

Soltaremos el poder del ADN espiritual y bendeciremos a las naciones de la tierra.

Jacob tiene un hermano llamado Esaú; toda la vida vive peleado con el hermano, toda la vida huyendo porque Jacob fue un tramposo.

Esaú lo persigue y lo busca para matarlo; Jacob huye, pero llega un momento -cuenta la Biblia- que no puede huir más porque tiene mucho ganado, tiene familia, tiene chicos, ya no se puede mover como antes.

Entonces Jacob no sabe qué hacer y se entera que el hermano lo está buscando con cuatrocientos hombres.

¿Qué hace Jacob?

Lo que haríamos todos nosotros, empieza a orar; y de pronto dice:

«¿Cómo hago para frenar a mi hermano?, ya sé, le voy a dar regalos».

Junta doscientas ovejas, doscientas vacas, treinta carneros, junta todos los animales para ganar la simpatía, y se los envía a Esaú para que no lo mate.

Se queda sólo, y mientras está sólo aparece un ángel de Dios.

Cuando Jacob ve que es un ángel empiezan a pelear con é, y le dice:

«¡Bendecime!», y el ángel le dice:

«¡Salí!», y empiezan a pelear… trompadas, forcejeos, «¡no te dejaré , dice Jacob, hasta que no me bendigas, me vas a bendecir!»

¿Qué quería decir ‘bendecime’?

Quería decir sálvame de mi hermano que me va a matar.

El ángel lo dejó rengueando a Jacob, y le dice :

«¿Cómo te llamas?»

«Jacob», «no te llamás más Jacob (que significa tramposos), vos ahora te llamás Israel, que quiere decir príncipe, porque has peleado delante de Dios y delante de la gente, y Dios te ha visto grande»; literalmente el ángel le dice:

«Vos nos sos tramposo, vos sos grande delante de Dios y delante de la gente, porque tu problema no es tu hermano, tu problema es que no sabés quién sos; mientras no sepas quién sos vivirás huyendo, vivirás peleando con tu familia; pero cuando sepas que sos un príncipe, que sos grande delante de Dios, dejarás de huir».

¿Se acuerdan los papás de antes que decían:

«Mi hijo el doctor», y estaban orgullosos?

Dios es así con nosotros; cuando Él te presenta delante de los ángeles Dios dice:

«Este hijo mío es grande delante de mí y delante de la gente, porque es un príncipe».

Jacob se encuentra con el hermano, se pone de rodillas siete veces y le pide perdón.

Sólo los príncipes dejan de huir, sólo los príncipes piden perdón, sólo los príncipes se reconcilian.

¿Sabes por qué el hermano no lo mató a Jacob?

Porque Jacob ya no existía más; había nacido Israel, el príncipe del Señor.

Vos sos grande delante del Señor, vos sos grande delante de la gente, Dios no va a venir a resolver tu problema sino a despertarte para decirte que no sos lo que dijerons que sos, sino lo que Dios programó en el cielo:

Vos sos grande delante de Dios y delante de la gente.

Entonces ahora Jacob se va con su esposa Raquel.

Van camino a Belén que significa casa de pan; a mitad de camino rompe bolsa la esposa y pare a uno de sus hijos.

Dicen los teólogos que parió trillizos; saca uno, saca otro, cuando se está muriendo, la medicina no estaba avanzada como ahora,  dice la partera:

«Pujá que quedó uno más adentro» y cuando nace el tercero dice que la mujer quedó con tan poca fuerza que se estaba muriendo, y cuando vio al bebé le dijo:

«Te voy a llamar Benoni, hijo de mi tristeza» y se murió.

Su papá Jacob, príncipe  tomó al bebé y dijo:

«No te van a llamar tristeza, te van a llamar hijo de mi mano derecha»…

Toda atadura de tristeza será cancelada sobre mi vida.

La gente te quiso poner un nombre, la gente te quiere llamar tristeza, la gente te ha llamado pobre, loca, tonta sin sentido; pero quien tiene la última palabra no es la gente, ni la circunstancias, sino el Padre.

El padre, Jacob, dijo:

«No van a definirlo tristeza; acá el padre es el que tiene la última palabra».

A vos te han llamado de muchas maneras, pero en esta tarde yo te digo:

No sos hijo de la circunstancia, sos hijo de la mano derecha del Padre, y el Padre va a cancelar todas las demás voces.

La gente opinó de vos, la gente te puso nombre, pero todo eso es cancelado; que digan lo que quieran, pero la última palabra la tiene Papá, y Papá te dice:

Hijo de mi mano derecha.

Cuando Jacob le dijo Benjamín hijo de mi mano derecha le estaba cancelando la culpa, porque cuando la mamá le dijo tristeza y murió, ese nene iba a crecer con la culpa:

«Yo maté a mamá, yo la destruí, fue por mi culpa».

Quiero hablarles a los que han perdido a los seres queridos y se están torturando en el interior

«Por qué hice esto, por qué hice aquello, por qué no hice lo otro», yo quiero decirte que todo eso el Padre lo va a cancelar.

Cuando Jacob tomó al bebé le dijo:

«No, no, vos no sos culpable de lo que le pasó al otro, de lo que decidió el otro, de lo que el otro sintió; vos sos libre de toda culpa porque no sos hijo de las circunstancias sos hijo de mi mano derecha».
Sé libre de todo reproche.

Todo lo que empezó difícil crecerá en bendición.

Todo lo que empecé será terminado.

Fíjense Raquel; va con Jacob a la Casa de Pan (Belén); llegaron a mitad de camino y nació tristeza, el papá lo agarró y le dijo:

«No, tristeza no; hijo de mi mano derecha».

Se suponía que ese nene tenía que nacer en Belén, se suponía que tenía que tener a sus papás, se suponía que te tenían que amar, se suponía que no tenían que abusar, se suponía que tenías que haber nacido con finanzas…

Quiero decirte que hoy el Padre está acá para tomarte, porque el Padre no te va a dejar a mitad de camino, el Padre te va a llevar a la Casa de Pan; porque si Dios dijo: «vas a crecer allá», ¡vas a crecer allá!

Hoy estarás en medio de circunstancias difíciles, estarás a mitad de camino, estarás en medio del dolor y la tristeza; pero Papá no te va a dejar, Papá te va a tomar de la mano y te va a llevar al destino.

Hay gente que va a ser llevada al lugar de su destino.

Si tu pasado es más grande que tu sueño sos un nostálgico, y Dios no usa nostálgicos.

Israel vivió en Egipto cuatro siglos como esclavos.

Moisés los sacó; llegaron al desierto, estaban entre Egipto y la Tierra Prometida, y esos que salieron se murieron, los hijos de esa gente nacieron en el desierto.

¿Sabes qué es desierto?

Es la mitad de camino; ¿pero sabés qué dijo Dios?: «a éstos que nacieron en el desierto, en la crisis y en la mitad de camino yo no los voy a dejar a mitad de camino, los voy a llevar a la tierra».

Tu crisis no te va a matar, tu crisis va a hacer que el Padre venga, te tome en medio del dolor y diga: «esto nació difícil mas crecerá bendecido» porque si estás a mitad de camino ningún hijo de Dios se muere en el desierto, del desierto saldremos en el poder de la vida de Dios.

Todo lo que celebres viene a tu vida para quedarse.

3) Soy hijo de su mano derecha

Su papá lo tomó dijo: «hijo de mi mano derecha».

¿Saben Benjamín qué era?

Benjamín y toda la tribu eran zurdos.

¿Sabés que ellos eran zurdos y eran lanceros?

Dice que ellos tiraban la lanza y pegaban.

Si él era hijo de mi mano derecha ¿por qué se hizo el zurdo?

Si yo te saludo con la mano derecha, vos también me das tu mano derecha; pero si yo te tomo de mi mano derecha para caminar, vos me das la zurda.

Porque Dios cuando te da su mano no es para saludarte, es para acompañarte.

Dios unge tus manos para la batalla; Dios no viene a saludarte, Dios viene a entrenarte, a guiarte, a llevarte; porque tus manos están listas para la batalla y tus dedos para la guerra.

¡Vas a soltar la lanza, la espada de la Palabra!

¿Por qué lo llamó hijo de mi mano derecha?

Porque él sabía que iba a pasar crisis, que iba a ver guerra.

Lucas Márquez dice: «tus amigos crean comodidad; los enemigos crean cambio».

Tus amigos te hacen sentir bien, tus enemigos te hacen sentir mal; no sabríamos nada sobre David si no fuese por Goliat y no existiría Moisés si no fuese por un faraon endemoniado.

Cada vez que Dios levantó un hombre grande fue junto al odio de un enemigo.

Vos necesitas un enemigo; seguro que ya lo tenés (no vino hoy acá porque te está preparando el funeral ahora mismo), pero gracias a ese desgraciado vas a ser levantado; ellos te podrán tirar, pero nosotros somos los hijos de la mano derecha del Padre.

Mike Murdok dice: «todos los que no corren riegos terminan trabajando para los que corremos riesgos».

Te vas a rodear de gente que va a trabajar para vos, porque cuando Dios te unge las manos es para la batalla.

Hay que ser fuertes como Jesús para soportar las cuarenta injusticias que tuvo en el juicio.

Hay personas que alguien no las saluda y ya dudan si Dios existe.

Hay que ser fuerte para perdonar.

José perdonó a los hermanos que por diecisiete años le ocultaron a su papá que José estaba vivo; hay que ser valiente para perdonar a gente que diecisiete años te alejó de tu familia.

Pero vos sos hijo de la mano derecha, no somos hijos de las circunstancias.

¿Cómo se llama el que no tiene ni tiempo ni dinero?

Empleado: no tiene tiempo porque trabaja todo el día, y no tiene dinero porque gana lo justo.

¿Cómo se llama el que tiene todo el tiempo del mundo pero no tiene ni un centavo?

Desempleado: no tiene dinero porque está para nada, pero tampoco tiene un centavo.

¿Cómo se llama el que tiene dinero pero no tiene tiempo?

Empresario: tiene plata porque trabaja como un burro.

¿Cómo se llama el que tiene dinero y tiene tiempo?

¡»Presencia de Dios»! Gente próspera y feliz.

Dios va a ungir tus manos para que seas próspero en todas las áreas de la vida.

Diez mil personas escuchando a Jesús; habló como tres días seguidos; y viene Felipe y le dice: «maestro despídelos, no tenemos para darles de comer» y Jesús dijo: «¿qué tienes?»

Viene Andrés: «acá hay un nene que nos dio cinco panes» …¿en diez mil personas me van a decir que sólo un nene tenía cinco sándwiches?, ¿de los diez mil nadie tenía ni un poquito de comida?

Es como que alguien me diga: «Bernardo despedí a la gente que estás predicando largo..

…», y yo pregunto: «¿qué tenemos?», «eh, cinco caramelos», …¡¿nadie de acá tiene más caramelos?!

Hubo un nene que se animó a salir de la multitud y decir: «no me importa si nadie da nada, a mí me enseñaron a dar porque cuando uno da siempre termina bendiciendo a su casa».

El único nene le dio los cinco sándwiches; yo me imagino los matronios diciendo: «guarda que están pidiendo y te van a sacar el sándwich», diez mil miserables, ¿sólo un nene tenía cinco panes?

Pero cuando le dio de comer a todos dice que ‘sobraron doce cestas’.

Quiero que lo veas bien, doce cestas llenas de panes.

Y Jesús habrá dicho: «dénselas al nene», y como ya había terminado la reunión el nene dice: «síganme con las doce cestas, por acá vivo yo», y lo seguían con las doce cestas.

Toda la ciudad va a ver con sus propios ojos cómo te sigue la prosperidad de Dios sobre tu vida.

Toda la prosperidad de Dios te va a seguir hasta tu casa y vas a bendecir a tu mamá, vas a bendecir a tu papá, vas a bendecir a tus hijos.

Cuando entres a tu casa no vas a llegar con cinco panes sino con doce cestas que el Padre te ha dado para que lleves a tu casa; porque los hijos de Dios no heredamos maldición, heredamos bendición.

¿Sabes por qué doce cestas?

Dios te va a prosperar por todo el año; saliste con cinco panes, volverás con la prosperidad de todo un año a tu casa, porque cuando Dios te bendice, te bendice grandemente.

Quiero que guardes esto en tu corazón: Jacob peleó con el ángel y el ángel le dijo que era un príncipe, porque sos grande.

Pero después se le apareció Dios y también le dijo príncipe.

¿Por qué se le apareció Dios si ya el ángel se lo había dicho?

Porque el ángel no te puede cambiar el nombre, el ángel te da una previa.

Yo soy como un ángel para vos, te estoy dando la previa de lo que Dios va a hacer en tu vida.

Pero yo no te puedo cambiar, te estoy anunciando que sos un príncipe y que en los próximos minutos el Padre va a bajar adonde estás para decírtelo Él directamente y personalmente.

El ángel puede anunciar pero el que cambia es Papá.

Cuando Jacob vio a su bebé nacer y la mamá agonizando -que le dijo tristeza- Jacob lo tomó y dijo: «no; yo sé lo que es vivir con un nombre equivocado, yo sé lo que es vivir huyendo, yo sé lo que es que te llamen tramposo cuando no lo sos; yo sé lo que es, y yo no voy a permitir que lo que me pasó a mí te pase a vos.

Vos no sos tristeza, vos sos hijo de mi mano derecha».

Todo lo bueno que Dios va a hacer en vos va a ser para que lo lleves a tus hijos y le digas: «yo sé lo que es pasar miseria, yo sé lo que es crisis, yo sé lo que es caminar sin Dios; pero Dios me ha puesto como padre a mitad de tu camino para decirte que a vos no te va a pasar, vos sos hijo de la mano derecha de papá, vas a liberar a muchos, vas a ir y liberar a tus papás, a tus abuelos, a tus hijos a tu esposa, porque Jacob dijo: yo sé lo que es sufrir».

¿Sabés cómo nos llamamos nosotros?

Hermanos, porque somos del linaje de Dios, y todo lo bueno que Jesús ganó en la cruz y en la resurrección está en nuestro ADN.

Vamos a ir a los que están recién paridos y a los que los ha rodeado la tristeza y las circunstancias y le vamos a decir: «vos no sos lo que la gente te ha dicho».

Hay personas a quienes los padres les dijeron: «me arruinaste la vida».

Hay padres que han abandonado a sus hijos, hay padres que han rechazado, hay gente que te ha tratado de loca, hay gente que te ha agredido; pero hoy me paro como lo hace un ángel para darte la previa, el anuncio, que en pronto el Padre te dirá la última palabra y la última palabra no es hijo bastardo, no es tristeza, no es muerte, no es miseria, no es abandono… ¡sos hijo de la mano derecha del Padre!

Un domingo me pasó algo muy lindo: terminó la reunión y vinieron cuatro personas, se acercaron con cadenas, y uno me dice: «¿se acuerda de mí, pastor?, yo le quise pegar hace un tiempo en la ‘Feria del Libro’, te insulté… y hasta vine acá para lastimarte; y mi esposa y yo hoy nos bautizamos, y también mis dos empleados».

Yo le dije: «es la mejor noticia que recibí hoy»; le di gracias a Dios porque me usó para Él cambiarle el nombre a cuatro personas.

Hemos bautizado doscientos ochenta y cinco personas en un mes; me puse a pensar en la iglesia de la que yo vine… ni en veinte años conté doscientos ochenta y cinco personas que se bauticen; y nosotros lo vimos en solo un mes.

Yo di gracias y Dios me dijo: «no, no me des las gracias ahora; esto es en un mes, pero mañana van a ser doscientos ochenta y cinco por día, porque los voy a enviar que vayan a mitad de camino a contarle lo que el ángel y yo hemos hecho con ustedes».

Cuando Dios suelta un avivamiento y nos metemos en lo hondo de Dios, Dios te da todo, te abre todo.

Y yo siento que estamos entrando en lo hondo, se van a abrir todas las puertas para que llevemos el mensaje de bendición.

El Señor me dijo:

¿sabes qué va a pasar en los próximos meses?

Presencia de Dios va a sacarle la religión a Jesús, porque la religión lo encasilló y lo religiosisó, pero lo vamos a sacar de ahí y lo vamos a llevar a la ciudad, porque Él no fue hecho para cuatro ritos tontos y cuatro paredes; Él fue hecho para que tengamos vida y vida en abundancia.

El profeta en una oportunidad estaba arriba de la montaña diciendo:

«Manda lluvia, lluvia, lluvia».

Vio una nubecita, y se vino un chaparrón, una tormenta.

Y el profeta le dijo al rey:

«Se viene la lluvia» y el hombre entró con su carro y Elías detrás; terminaron en la otra punta de la ciudad.

Cinco minutos atrás estaba orando arriba de la montaña, diez minutos después estaba en otro lugar.

La palabra profética se mueve rápido:

Si vos te la perdés por dos semanas, te quedaste en el lugar, mientras que nosotros estamos del otro lado; algunos aparecen cada tanto y dicen:

«Está todo igual, el que salta es el mismo», no, no está todo igual; en lo espiritual nos movimos, estamos a kilometros.

No te pierdas porque acá vamos rápido.

Ya nos movimos.

En última instancia ninguna de las voces va a poder decir quiénes somos, sino Papá que nos amó a través de Jesús.

Bernardo Stamateas.

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