
NUESTRO COMPROMISO
Está grabado en nuestros corazones,
Aparece en nuestros más exaltados sueños, es el motor que guía nuestras mejores aspiraciones, entonces…
¿Qué estamos haciendo para su aparición?
Me refiero a la civilización solar que todos soñamos, a esa Edad Dorada que ha sido cantada en todas las tradiciones espirituales.
Creo firmemente que está cerca porque siempre que está por aparecer un nuevo orden.
Hay que presenciar la caída del sistema viejo y eso es precisamente lo que estamos viviendo en los actuales momentos.
Todo se derrumba, las soluciones largamente apreciadas por la humanidad ya no solucionan nada, hay crisis en todos los ámbitos, revueltas por todas partes… sí, pero…
¿Y qué esperábamos para los tiempos de cambio?
Somos como niños que invocan una luz mayor para que los alumbre y cuando la ven venir se asustan, porque lo primero que hace la luz es evidenciar aquellas zonas oscuras de nuestra cultura y civilización que antes no veíamos.
Una vez pensamos que el sistema económico, que rige nuestra actual forma de vida, iba a solucionar los problemas mundiales y ahora que vemos que más bien los ha agravado porque parte de nuestra humanidad muere de hambre en un planeta que es capaz de alimentar a todos sus hijos, nos asustamos y no queremos mirar, no vaya a ser que nos sintamos culpables de comer mientras otros ni siquiera tienen agua para beber…
¿Cuál es nuestro compromiso, el tuyo, el mío, el del ciudadano común que no ocupa un lugar desde donde se puedan tomar decisiones que afecten el curso de la historia?
¿Qué podemos hacer?
Como la energía sigue al pensamiento y todos tenemos el poder de pensar, soñemos con mayor fuerza la civilización solar.
Traigámosla al presente, soñando despiertos, visualizando e invocando su aparición, así como hacemos cuando recitamos la Gran Invocación
Pedimos que la Luz descienda a la Tierra, que Cristo retorne, que sellemos la puerta en donde mora el mal… que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra.
Invocar, invocar, invocar…
Que nuestro pedido sea capaz de remover los éteres planetarios y…
¡Llegar hasta el Sol!
Porque en el Sol, en ese ámbito de luz está el Propósito que mueve a nuestra Tierra, cuyo Plan es una adaptación de ese Propósito Mayor.
Y ese Plan, como dice la Gran Invocación, debe ser restablecido.
¿Dónde se nos perdió el rumbo?
¿Cuál fue el desvío?
Debemos mirar bien, estar atentos, para no favorecer aquellos elementos de la cultura que son expresión de ese desvío.
Un punto de vista desde la cima de la montaña nos permite ver mejor.
Y esa cima es el alma de la humanidad, no la tuya y la mía, sino la de todos…
La UNICA.
Cuando hacemos el esfuerzo de ver desde esa dimensión, nos colocamos en la conciencia del alma y podemos ver el sistema mayor que nos contiene sin perdernos en los asuntos personales, que siempre lo complican todo, lo oscurecen todo, lo revuelven todo…
Establecer el Reino de Dios en la Tierra es la Plan.
Y ese Reino es el reino de la Fraternidad.
Es lo que nos han dicho los grandes Maestros, lo que Jesús predicó y predicó….
Porque la Fraternidad es la esencia del Reino de los Cielos, el Reino del Alma.
En el cuerpo, la célula del corazón no funciona como si fuera una célula del hígado, pero ambas pertenecen al cuerpo, y sus lazos, sus afinidades crean entre sí ese estado de armonía que llamamos salud.
De la misma manera, cada ser humano vive su propia vida, es un individuo, pero de la relación armoniosa, de la comprensión y aceptación de las diferencias surge aquello que llamamos:
“Fraternidad”.
La fraternidad no niega la individualidad, sino que la requiere, porque ella nace de la interacción armoniosa de los individuos.
Pensemos en ese mundo fraternal, en donde el gobierno recaiga en las manos de los más sabios.
Pensemos en la fraternidad de naciones ayudándose mutuamente.
Pensemos en un sistema económico que administre los recursos y los haga circular armoniosamente hacia todos los lugares del planeta.
Pensemos en una educación que logre exaltar los más altos valores humanos y los siembre en la mente y los corazones de los niños y adolescentes.
Pensemos en la relación con los demás reinos de la naturaleza en armonía perfecta para todos.
¿Un sueño?
No amigos, es el futuro.
Es el Plan.
Y el Plan se cumple.
¿Cuándo?
Eso depende de nosotros.
O nos toma otro gran ciclo mundial u otra Era, o … unos cuantos años.
Depende de nosotros.
Si no, volveremos a empezar todo de nuevo…
Si nuestras necesidades y reclamos giran en torno al dinero, la comida y los placeres, tendremos que estar preparados para volver a empezar de nuevo.
Si por el contrario reclamamos la luz, la pureza, la verdad, la bondad, estamos retomando la dirección correcta.
Porque vivir la vida de la materia como seres materiales es lo que hacen los demás reinos, y lo hacen bien.
A nosotros, el Reino Humano, nos toca vivir la vida del espíritu en la materia.
No tiene sentido tener un cuerpo si no es que vamos a trabajar en él.
Y ese cuerpo, compuesto por el vehículo físico, las emociones y el intelecto, es la tierra en la que tenemos que sembrar las semillas del Reino de los Cielos para que esa nueva civilización se establezca en la Tierra.
No creas que el dinero es la causa de los problemas del mundo.
En sí no es ni bueno ni malo, sólo hay que saber dónde colocarlo.
Mientras esté en el Banco o en el bolsillo, todo estará en orden, pero en el momento que lo colocamos en la cabeza se convierte en una cortina espesa que no nos deja ver con claridad.
Si lo ponemos en la cabeza, nos dará malos consejos y nos volveremos duros, implacables, crueles.
Seremos hasta capaces de tomar decisiones que perjudican a seres indefensos.
Todo porque el dinero gobierna.
Y como no tiene corazón, nada bueno puede dar.
Hay quienes reniegan del dinero y lo abandonan, y lo único que logran es convertirse en una carga para los demás.
Con dinero puedes satisfacer tus deseos, pero si son malos, siniestros, egoístas…
¡El dinero no tiene la culpa!
¿Te das cuenta que el cambio fundamental para que se establezca el Reino de Dios en la Tierra está en la cabeza y los corazones de la humanidad?
Es ahí en donde se tienen que operar los cambios.
¿Te has preguntado alguna vez por qué la democracia no ha resuelto los problemas de la sociedad?
La razón es obvia, porque los que han gobernado, aquellos líderes que hemos elegido no han sido ni sabios ni bondadosos.
Y yo me pregunto…
¿Cómo se puede gobernar un pueblo sin sabiduría?
Es imposible.
Y cuando los grandes capitales se hicieron dueños de los medios de comunicación…
¿Qué poder de decisión puede tener un pueblo mal informado?
Y si seguimos revisando todas las fases de nuestra cultura veremos que detrás de todo mal está la acción de un ser humano que, aunque muy inteligente, no desarrolló los poderes del alma en su personalidad.
Entonces
¿Qué es lo que le falta a los humanos?
Amor, Sabiduría y Verdad, cualidades que son patrimonio del alma, que están sembradas en el núcleo de nuestro ser esperando florecer.
Vivir la vida del alma en la materia es la llave que nos abrirá las puertas de la Edad de Oro.
Y entonces, los seres humanos, mano a mano, nos sostendremos mutuamente, respetando las diferencias y trabajando todos para el bien de la colectividad.
Soñemos hermanos, invoquemos el futuro, traigamos al presente lo que nos depara el destino.
Invoquemos juntos a la Madre Divina para que nos muestre el camino a la:
Nueva Edad Dorada.
Siempre desde el alma
Carmen Santiago – [email protected]
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