Reglas de Oro para la Vida Cotidiana – Estar presente en cada Palabra – en cada Gesto – en cada Mirada

Reglas de Oro para la vida cotidiana 

Omraam Mikhaël Aïvanhov.

Manifestar nuestra Espiritualidad en cada instante de la vida diaria.

Es el apasionante reto al que se enfrentan los servidores de la Luz.

Esta selección de textos nos invitan a reflexionar sobre la manera de estar en el mundo, sobre la necesidad de:

«Estar presente» en cada palabra, en cada gesto, en cada mirada…

QUE VUESTRA MIRADA IRRADIE LA VIDA DIVINA

Si bien la mayoría de los humanos han aprendido a dominar más o menos sus gestos y sus palabras, no se lanzan sobre el primero que les molesta o les atrae para golpearle o abrazarle.

No dicen a cada persona, brutalmente, lo que piensan de él, todavía no han aprendido a dominar su mirada, que no cesa de expresar codicia, sensualidad, desprecio, hostilidad…

Puesto que una mirada no produce en el plano físico efectos tan visibles como un gesto o una palabra.

Nadie ha sido nunca condenado por una mirada.

Y sin embargo…

¡Cuántos disturbios y daños producen algunas miradas en el plano sutil!

La mirada es una proyección de fuerzas, de energías benéficas o maléficas, tenebrosas o luminosas.

Por eso es preciso aprender a dominarla, a educarla, para que no produzca más que efectos benéficos.

La vida espiritual comienza también por la educación de la mirada.

Procurad acercaros a los seres enviándoles únicamente miradas de amor desinteresado y de luz, como el sol, que mirándonos cada día, nos envía ondas vivificantes.

Dondequiera que vayáis, vigilad, para que vuestra mirada sea sincera, clara, cálida, a fin de que los seres que encontréis reciban a través vuestro algunos rayos de la vida divina.

Del libro:

Reglas de oro para la vida cotidiana.

Omraam Mikhaël Aïvanhov.

Ediciones Prosveta. pg. 59.

UN FUTURO PARA LA JUVENTUD

Así pues, llegamos a la siguiente conclusión:

Hay que aprender a estar por encima tanto de los éxitos como de los fracasos.

No pensar tanto en lo que puede venir del exterior:

Dificultades o facilidades, pérdidas o beneficios, sino en trabajar sobre vosotros mismos.

Gracias a este trabajo, no sólo seréis capaces de triunfar, a pesar de las malas condiciones, sino que, principalmente, no correréis el peligro de transformar un éxito en catástrofe.

¿Habéis comprendido?

Así pues, no perdáis tanto el tiempo quejándoos, reivindicando y reclamando:

Trabajad con la certeza de que todas las posibilidades están dentro de vosotros mismos.

Y

¿Qué os sucederá entonces?

En primer lugar, por supuesto, saldréis fortalecidos y seréis más capaces de soportar los inconvenientes y las pruebas.

Luego, como este trabajo da resultados, los que estén a vuestro alrededor y todas las personas que se os acerquen, empezarán a sentir que algo bueno emana de vosotros, algo sólido, luminoso:

Os apreciarán cada vez más, os darán s confianza; y he aquí que todo mejorará para vosotros.

No hay que contar demasiado, en ningún terreno, con las adquisiciones y con los éxitos externos, porque nada que sea exterior es definitivo ni puede perteneceros verdaderamente.

Un día u otro se os escapará.

Solamente hay que trabajar para ser fuertes y ricos interiormente, en vuestro corazón, en vuestro intelecto, en vuestra alma, en vuestro espíritu, a fin de que todo lo que hayáis adquirido, os pertenezca eternamente.

Esta es la verdadera libertad, la verdadera independencia.

Y no os contentéis nunca con lo que ya habéis conseguido realizar; esforzaos por ir siempre más lejos.

Sí, porque ser joven es tener el deseo de progresar continuamente.

Del libro:

Un futuro para la juventud.

Omraam Mikhaël Aïvanhov. Ediciones Prosveta. pg. 79.

EN ESPÍRITU Y EN VERDAD

Pero hoy, puedo daros aún otro nuevo ejercicio, diferente de los demás.

Por ejemplo, de vez en cuando, deteneos, cerrad los ojos, entrad en vosotros mismos, y tratad de reencontrar este centro que es la fuente pura de la vida.

Abrir y cerrar los ojos es uno de los actos más frecuentes de la vida cotidiana.

Pero lo hacemos inconscientemente, y por eso, no aprendemos nada.

De ahora en adelante, intentad practicar conscientemente este ejercicio:

Cerrad los ojos lentamente, y mantenedlos cerrados durante unos momentos…

Después, abridlos de nuevo, lentamente, y estudiad los cambios que se producen en vosotros.

Poco a poco, llegaréis a comprender cómo esta alternancia de abrir y cerrar los ojos tiene su correspondencia en la vida interior:

Abrir los ojos es ir hacia la periferia.

Cerrarlos es volver hacia el centro de vuestro ser, que es Dios.

Cuando logréis alcanzar este centro en vosotros, sentiréis afluir unas corrientes que os aportarán el equilibrio, la paz, la armonía, y después, emprendáis lo que emprendáis, sabréis que os acercáis a la verdad.

Del libro:

En espíritu y en verdad.

Omraam Mikhaël Aïvanhov. Ediciones Prosveta. pg. 37.

Todas las criaturas tienen un lenguaje, pero sólo el ser humano posee la palabra.

Para que esta palabra llegue a ser realmente rica, significativa, debe convertirse en la expresión del Verbo divino.

Si tenéis este ideal, la primera regla para lograrlo, es tomar la decisión de no dejaros llevar por las murmuraciones, las calumnias o incluso por palabras carentes de sentido.

Aprended a dominar vuestro lenguaje diciéndoos:

“Si me abandono, jamás poseeré el verdadero poder del Verbo.

Es necesario pues que ponga atención.

¡Cuántos comentarios se hacen durante una jornada!

Se dicen palabras, porque sí, a la ligera, pensando que si nos equivocamos o si hemos ido demasiado lejos, bastarán algunas palabras para reparar.

No, no se conoce el camino que sigue una palabra, las regiones por las que atraviesa y, si es falsa o malvada, los daños que puede ocasionar.

Y no debemos imaginarnos que basta con reparar el perjuicio ocasionado por unas palabras pidiendo excusas o pagando…

“Los daños y perjuicios”

Ante los seres humanos, quizás, se repare el daño, pero ante las leyes cósmicas, no se ha reparado.

Texto de Omraam Mikhaël Aïvanhov.

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