Las dos Crisis de la Vida – Bernardo Stamateas

Las Dos Crisis de la Media Vida

Marcos 7:25-30

«Muy pronto se enteró de su llegada una mujer que tenía una niña poseída por un espíritu maligno, así que fue y se arrojó a sus pies. Esta mujer era extranjera, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara el demonio que tenía su hija. -Deja que primero se sacien los hijos- replicó Jesús, porque no está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros. -Si, Señor-respondió la mujer-, pero hasta los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan los hijos.

Jesús le dijo:

Por haberme respondido así puedes irte tranquila el demonio ha salido de tu hija. Cuando ella llegó a su casa, encontró a la niña acostada en la cama. El demonio ya había salido de ella.

» Lucas 18:2-5 Les dijo:

<Había en cierto pueblo un juez que no tenía temor de Dios ni consideración de nadie. En el mismo pueblo había una viuda que insistía en pedirle: Hágame usted justicia contra mi adversario. Durante algún tiempo él se negó pero al fin concluyó: Aunque no temo a Dios ni tengo consideración de nadie, como esta viuda no deja de molestarme, voy a tener que hacerle justicia, no sea que con sus visitas me haga la vida imposible»

La primera crisis se da a partir de los treinta años.

Una persona empieza a tener crisis porque se da cuenta de la finitud, se da cuenta de que va a haber un momento en que la carrera se va a terminar.

Se llama la crisis de la media vida.

Hay una crisis a los treinta a los cuarenta y a los cincuenta, especialmente porque entre los treinta y los cincuenta, una persona percibe que hay cosas que quedaron en el camino, cosas que no se lograron, negocios que no se hicieron, etc.

Hay personas que empiezan a darse cuenta del cambio físico, todo se cae, se cae la panza, las ganas, se cae el pelo, los dientes, la gente empieza a enfermar, aparecen las primeras muertes.

Pero la crisis más importante que una persona sufre entre los treinta y los cincuenta es el autoboicot. El autoboicot es querer lograr algo, pero a la vez nos boicoteamos para no lograrlo.

El autoboicot es:

Quiero algo, pero en realidad no lo quiero.

Es como esa anécdota del escorpión que está sobre una rana, y el escorpión le dice a la rana si la puede llevar a la otra orilla porque sino, no sale, la rana dice: «No, porque si yo te llevo a mis espaldas vos me vas a picar y me voy a morir», y el escorpión le dice: «Pero no seas zonza, porque si yo te pico vos te morís, y yo me muero ahogado, entonces no voy a ser tan tonto», «Ah! tenés razón», le dice la rana, carga con el escorpión y cuando está en la mitad del charco, el escorpión clava el aguijón, y cuando se está ahogando la rana con el escorpión, la rana le dice:

» ¡No ves que sos tonto, no ves que nos estamos muriendo los dos!» y le dice:

«Es que no puedo, es mi naturaleza».

Esta conocida anécdota representa que todos nosotros somos un poco rana y un poco escorpión, queremos llegar a un lugar pero a la vez nosotros mismos somos los primeros terroristas emocionales de nuestra vida.

Cuando una persona se autoboicotea, esa persona va a hacer varias cosas:

No disfrutar de las cosas.

Teté Coustarot decía que cuando se compraba ropa se repetía:

«Es para el trabajo», y un día dijo :

«Por qué tengo que decir que es para el trabajo, si la ropa es para mí».

Cuando tenemos algo y no lo disfrutamos, esa vajilla, esa ropa que tenemos, esa parte de la casa que no usamos, todo eso que tenemos y no usamos es la manera que tenemos de boicotearnos.

A veces nos boicoteamos cuando empezamos la dieta, pero no la empezamos, la postergamos; o ahorramos plata para hacer un viaje y la terminamos gastando en algo que no sirve para nada, o cuando nos invitan a un lugar que nos va a ser de bendición, ¡oh! casualidad nos quedamos dormidos, entonces el boicot es cuando una persona hace algo para tapar lo bueno que le está pasando.

Acá tenemos en esta primera historia a una mamá que tenia una hija endemoniada. Esta mujer vivía a cincuenta kilómetros de donde Jesús estaba, y cuando llegó donde Jesús, dice que empezó a los gritos:

«¡Señor ayúdame mi hija está endemoniada!», pero Jesús no le prestó atención, y la mujer se tiró a los pies y le dijo:

«¡Socórreme!»

Jesús la mira y le dice:

«Yo tengo un pan para darles de comer, pero no es para los perros», Jesús la trató de perra. La palabra» perra» era un insulto, era como trataban algunas personas judías a la gente que no lo era; la palabra» perra» quiere decir:

«Perra callejera«.

No solamente Jesús no escucha los gritos, no solamente Jesús parece que no le responde la oración, sino que encima le dice que tiene un pan pero no es para los perros. Pero esta mujer estaba determinada a buscar su bendición.

Yo le digo basta a todo lo malo.

Esta mujer dijo «Basta a la maldad en mi casa», hoy alguien se tiene que levantar y decir basta a la pobreza, basta a los vicios, a la droga, a la muerte, a la enfermedad en mi casa, alguien tiene que decir como esta mujer. Esta mujer había viajado cincuenta kilómetros, era pagana, no hablaba arameo, pero esta mujer no le importó nada, ella fue a buscar su milagro. La gente que disfruta la vida es la gente que dice:

«Demonios no es la herencia para mi casa, sino que bendición es la herencia para mi casa», la gente que disfruta la vida es la gente que hoy va a decir: «Basta a todo lo malo que ha venido a nuestro hogar».

Le dice Jesús:

«Yo tengo un pan, pero no es para los perros, esa para los hijos», ¿por qué Jesús dijo, yo tengo un pan?, porque esta mujer que había viajado cincuenta kilómetros había oído de Jesús que había multiplicado el pan; ella había oído que Jesús le dio de comer pan a diez mil personas y que habían sobrado doce cestas de pan; entonces cuando ella va, ella dice:» Señor, yo también quiero mi milagro», y Jesús le dice: «Yo sé que vos oíste que yo multipliqué el pan, yo sé que vos sabés que sobró pan, pero el pan que sobró no es para los perros es para los hijos; y la mujer dijo:

«Sí, pero si caen un poquito de migajas, los perros también comemos».

¿Cuál es la enseñanza?:

Todos los milagros que Dios ha hecho en otras personas, Dios también lo hará en tu vida; todos los panes milagrosos que sobraron, todas las bendiciones que Dios le ha hecho a otras personas, también son bendiciones que hoy vamos a reclamar. «Cuando pido para mí, se suelta la bendición» Ella fue como mamá, le dijo:

«Señor ayúdame, mi hija, está endemoniada», Jesús le dice: «Yo tengo un pan pero es para los hijos, no es para los perros»; ella dijo: «Yo seré un perro, pero si los hijos comen, las migas caen y yo como». Y cuando ella dijo «yo quiero una migaja del pan», Jesús le dijo:

«Por esta palabra, tu hija está sana».

¿Cuál es la enseñanza?

Ella fue como mamá y no tuvo el milagro, pero cuando ella fue por ella, y ella dijo: «No, yo quiero comer de tu pan, yo quiero ser bendecida», Jesús le dijo: «Mujer, grande es tu fe«, porque la gente que Dios bendice no es la que ora por sus hijos, es la gente que dice:

«Yo quiero ser bendecido, yo quiero tu poder, yo quiero comer de ti», y a esa gente el Señor le dice:

«Grande es tu fe porque pediste para vos, toda tu casa será bendecida».

Ella podía haberse ofendido; imaginate, Jesús le dice: «Yo tengo un pan, pero el pan es para los hijos, para los judíos, no es para los perros, para los extranjeros», ella podría haber dicho: «¡Cómo me trata a mí de perra, no ves que mi hija está endemoniada!», pero ella no se ofendió, porque la gente que se ofende pierde su milagro.

Ella dijo: «Yo seré extranjera, ustedes pensarán que somos como perros, pero yo quiero comer algo de lo que tú tienes Señor», y Jesús le dijo: «Grande es tu fe».

Hay tres niveles de fe:

Fe, mucha fe, grande fe. La diferencia es : fe, hace dar pasos pequeños, mucha fe te hace dar pasos grandes, pero grande fe te hace dar saltos extraordinarios.¿Saben por qué Dios no la oyó cuando ella gritaba?, porque los gritos no cambian, no mueven al Señor, lo que lo mueve al Señor es la palabra de fe, y mientras grites, llores y patalees, el Señor, no te va a escuchar, porque Él va a esperar que vos pases del dolor a la declaración de la palabra de fe, que vos digas:

«Señor, yo creo que en tus manos hay un pan y que si yo tomo una migaja yo seré bendecida», y el Señor te va a decir:

«Mujer y varón, grande es tu fe, no vas a dar pasos pequeños, no vas a dar pasos grandes, vas a dar un salto extraordinario de bendición».

Vamos a declarar una palabra de fe, y declarar familias bendecidas. Cuando esta mujer llegó a la casa, la niña estaba descansando sana. Dios va a dar descanso a nuestros hijos, Dios le va a dar paz a nuestros hijos.

Porque ella fue como mamá, pero cuando ella se puso como mujer y dijo:

» No Señor, me equivoqué, yo te vine a pedir por mi hija, pero vos me querés cambiar a mí».

El Señor dice: «No me importa tu necesidad, no me importan tus hijos, me importás vos», y si vos como mamá, como papá, le decis «Yo quiero de ti, llena mi vida Señor», el Señor te va a decir: » No paso corto, no paso largo, salto extraordinario!».

Declaramos familias bendecidas, hijos sanos, libres de droga, de vicio, de cárcel, de delincuencia, hijos prósperos. Cancelamos todo autoboicot, y declaramos que disfrutaremos la etapa que hoy estamos viviendo.

La segunda historia: habla de una mujer que estaba viuda. ¿Cuántos tienen más de cincuenta años?

Esta mujer viuda simboliza una mujer mayor; y había un juez endemoniado que no le hacía justicia.

Dice Jesús que esta mujer le decía:

«Hazme justicia de mi enemigo».

Alguien la había engañado o estafado y el juez le decía:

«No me interesa tu caso» Y dice Jesús que esta mujer iba de día y de noche «Hazme justicia, hazme justicia».

¡Qué sabio el Señor que puso una mujer molestando al juez injusto!, porque fue una mujer que dijo:

«Yo quiero lo mío, hazme justicia».

El juez injusto representa la gente mala.

Hay gente malvada que no quiere soltar lo que te quitó.

El juez injusto representa al diablo que quiere hacerte creer que tiene la ley y el poder para determinar algo sobre tu vida. Representa las situaciones en que nos han quitado algo y que nos están presionando para que abandonemos,;pero a esta mujer no le importó su viudez, no le importó que estaba sola, dijo:

«Yo vengo a buscar lo que me pertenece»; no le importó su edad, ni su estado social, estaba obsesionada con su bendición.

La gente que disfruta la vida es gente que sabe a dónde va y que no se detiene hasta lograr lo que Dios le prometió.

Leí que en Brasil, algunas tribus cuando la persona llega a la vejez o pasa los cincuenta años y se enferman, los hijos son los encargados de darle un garrotazo en la cabeza y matarlo.

Cuando se mudaban de un barrio a otro, la gente anciana quedaba abandonada a mitad de camino o los mataban porque ya no servían como soldados.

Hay muchos mitos que tienen que ver con la segunda crisis que es la del paso del tiempo de los cincuenta en adelante.

Algunos mitos:

En la vejez, se pierden cosas:

¿Cuántos escucharon eso?,

¿En qué etapa de la vida uno tuvo todo?.

En ninguna etapa de la vida uno tuvo todo; en ninguna etapa de la vida uno fue cien por ciento feliz.

¿Saben por qué algunos viejos se vuelven tacaños? porque pierden los dientes, el pelo, entonces dicen que tampoco van a perder la plata.

¿Y para qué aumentar las provisiones del viaje cuando falta menos camino?

Otro mito dice:

La vida comienza a los cuarenta.

La vida comienza cuando nosotros decidimos que comienza.

Hay gente que tiene veinte años y todavía no empezó a vivir, y hay gente que tiene setenta y está viviendo; porque ellos han decidido que la vida no comienza a una edad, la vida comienza cuando uno dice que ha comenzado.

«Se me pasó la vida, ahora no podré…, se me fue la vida»,

¿Cuántos escuchamos eso?

Cuando una persona se muere a los sesenta, todo el mundo dice:

«¡Qué joven que se fue!», pero si a los sesenta quiere viajar ¿qué decimos?, «Pero viejo, ¡qué vas a viajar!».

O sea, uno siempre es joven para morirse y viejo para estudiar.

Si el viejo se pone de novio, decimos:

«Viejo verde», pero si el viejo se muere a los setenta decimos:

«¡Qué jovencito que se nos fue el pibe!».

Porque eso es un mito «Se me pasó la vida».

Dice que vivimos dos juventudes: la primera de cero a cuarenta, nosotros florecemos a la vida, y la segunda de cuarenta a los cien: la vida florece para nosotros.

Porque ¿qué es ser viejo?, viejo es de acuerdo al patrón que vos tomás, si hoy viene un pibe de quince años quedamos fuera todos, porque para el de quince el de veinticinco ya es viejo, para el de veinticinco el de cuarenta es viejo, para el de cuarenta el de sesenta es viejo, para el de sesenta el de ochenta es viejo.

Alguien dijo que la vida la empezamos corriendo y en el último tramo la terminamos caminando, porque las fuerzas hay que nivelarlas en los años del último tramo de la carrera.

¿Por qué terminamos caminando?, para que podamos disfrutar mejor el paisaje.

Lo importante es estar siempre en la carrera, hoy la vida ya ha empezado.

Otro mito:

La vejez, te pone feo:

Eso es mentira, que hay viejos feos, sí, como hay jóvenes feos, porque la fealdad tiene que ver con guardar emociones negativas en el rostro, no pasa por las arrugas, entradas, no pasa por ahí, pasa cuando una persona guarda resentimientos, miedo, frustración, y eso lo pone en la cara, entonces te hacés viejo.

Pasa cuando una persona ya deja de moverse, deja de buscar, de soñar, por eso Jesús dijo:

» El Hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza», ¿qué quiso decir con eso?, Jesús dijo:

«Yo no me voy a quedar ni un día solo y tranquilo, yo me voy a mover, yo voy a caminar, yo voy a lograr aquello para lo que vine».

Otro mito

La vejez, es una etapa difícil.

Es una etapa difícil si no la disfrutamos, y es una etapa difícil si yo anclé en alguna etapa de mi pasado.

Hay personas que dejaron un ancla emocional en su adolescencia, y la están recordando.

Otros anclaron en su juventud, otros anclaron en su viudez, otros anclaron cuando perdieron el trabajo.

Entonces la vida pasa, pero el ancla emocional está puesta en un recuerdo del pasado.

Por eso debes levantar el ancla, la vida sigue, la vejez no es el fin de la vida, el fin de la vida es la muerte, la vejez es una etapa, y lo importante es no dejar el ancla en ninguna etapa, porque no hay ninguna etapa más linda que otra.

Todas las etapas de la vida tienen su encanto, y tenemos que disfrutar el momento en el que hoy estamos.

Decimos: la adolescencia es una etapa linda, pero cuando recordamos nuestra adolescencia, recordamos todo los conflictos que tuvimos.

Porque en ninguna etapa tuvimos todo y en ninguna etapa fuimos ciento por ciento feliz.

Lo importante es ser como esta viuda.

Esta viuda dijo:

«Es mi peor día, es mi momento más difícil, este hombre me está haciendo una injusticia, pero yo voy a insistir, voy a usar mi tiempo, voy a usar mis palabras, para lograr los sueños que están en mi corazón.

Dios va a levantar gente que no se va a morir antes de morirse, gente que va a decir:

«Donde yo estoy, estoy, todavía queda mucho por hacer, yo no me voy a detener y voy a declarar justicia en mi casa».

Dice que esta mujer fue de día y de noche:

«Hazme justicia, hazme justicia, hazme justicia», y este juez psicópata, no temía ni a Dios ni a los hombres.

Dice que la viuda lo esperaba en la puerta cuando el juez iba al trabajo, diciendo:

«Hazme justicia», el juez llega al trabajo, y ahí estaba la mujer:»Hazme justicia».

Vos tenés que pelear por tu sueño, de día y de noche, yo lo voy a lograr, yo voy a llegar a la cima de lo que Dios me prometió, y aunque el enemigo te diga:

No, no, no, dice que le dijo no por un tiempo, pero el juez dijo:

«Yo no le temo a Dios, no le temo a la gente, pero a esta mujer le tengo miedo».

Le vas a dar miedo al diablo porque Dios te va a levantar con un espíritu de perseverancia sobrenatural.

Dios te va a hacer un obsesivo de cosas grandes, no te vas a tirar en la cama y decir, soy solita, se me va la vida, ¿cuándo me moriré?

¡No, no, no! hoy estoy vivo y hoy estoy en la carrera y mientras esté en la carrera correré.

Un día Elías escucha que la malvada reina Jezabel le dijo:

«Mañana a esta hora te corto la cabeza», y Elías se fue a la cueva, y le dio miedo. Se le apareció el Señor y le dice:

«¿Qué hacés acá Elías?» «Tengo miedo Señor, mañana a esta hora la reina malvada dijo que me va a decapitar», y el ángel de Jehová le dijo:

«Levántate, largo camino te resta «. El Señor me dijo:

«El día de la partida no lo establece ningún ser humano, el futuro está en mis manos», y el Señor te dice hoy:

«Mañana no va a pasar nada, largo camino te resta», salí de la cueva, largo camino te resta.

Dice «Hazme justicia, hazme justicia, hazme justicia», y dice Jesús que se le acabó el tiempo al juez.

Todo lo que el diablo nos quitó, nos maltrató… tengo una buena noticia, se le acabó el tiempo!; por un tiempo nos lastimó, vino miseria, por un tiempo vino dolor, pero hoy profetizo que en este día de la madre, con nosotros, se le acabó el tiempo, va a soltar todo lo que él quitó, porque Dios levanta padres, madres, hijos y abuelos, jóvenes y niños dispuestos a ir por lo suyo.

Y Jesús dijo: la viuda le quebró la espina dorsal, vos tenés que ser una pesadilla para el diablo; hoy tenés que levantarte porque la vida empieza cuando estás vivo, y estamos vivos, y lo que resta es un largo camino que vamos a disfrutar en victoria.

Y Jesús dijo: «Si a este hombre malo le quebró la espina dorsal la viuda, ¡cuánto más nuestro Padre que está en los cielos se lo va a dar!; porque esta mujer sabía que no tenía marido, y que era pobre, pero sabía que tenía papá.

Cuando vos sabés quién es tu papá vos vas a ir a pelear por lo tuyo, y nuestro papá hoy está aquí con nosotros.

Nuestros hijos serán libres y pelearemos por nuestros sueños, y la mitad de la vida que nos resta la disfrutaremos con alegría, y todo lo que hagamos nos saldrá bien.

La primera mujer de la que hablamos gritó: «¡Ayúdame Señor, Señor mira mi hija!», pero el Señor no se movió, porque no son los gritos, no es el dolor, es cuando una persona les dice:

«Señor, yo quiero de ti, yo quiero de tu pan, yo quiero para mí tu bendición!, esa es la gente que recibe un gran milagro, es esa gente que pelea por su sueño, es esa gente que dice de día y de noche, yo voy a vivir la vida, yo voy a alcanzar el sueño que Dios me ha prometido.

El juez injusto no puede determinar qué haré y qué no haré, porque él es juez, pero no es mi papá, mi papá es Dios .

Vamos a declarar familias bendecidas, gente logradora de sueños, vamos a declarar familias completas, llenas de la gloria del Señor.

Tenés que tener la seguridad de que la mano de Dios no viene por los gritos, sino por la fe.

Por Bernardo Stamateas.

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