Martes 13 – Superstición y Psicología

La superstición y la psicología

En el campo de la psicología, se entiende la superstición como el resultado de la manera prejuiciosa de juzgar la información que tiene nuestro cerebro.

Un prejuicio cognitivo (del inglés cognitive bias, ‘predisposiciones cognitivas’ o ‘sesgo cognitivo’, en español), es una distorsión cognitiva en el modo en el que los humanos perciben la realidad.

Algunos de estos procesos han sido verificados empíricamente en el campo de la psicología, otros están siendo considerados como categorías generales de prejuicios.

En algunas sociedades humanas se aprecia un proceso de decaimiento de las supersticiones.

Sin embargo, este proceso no es lineal, como lo demuestra el auge que están teniendo la quiromancia y los exorcismos en Italia y Europa.

Para el individuo supersticioso, la superstición cumple un papel positivo de estabilidad para la psiquis, por medio de los mecanismos de defensa.

Los actos apotropaicos, como decir «¡Jesús!» tras un estornudo para rechazar la mala suerte, tocar madera, cruzar los dedos o santiguarse, tienen esa función de «curar» la mente.

Otros temas importantes en relación con las supersticiones son:

El estudio del llamado pensamiento mágico, de la religión como un tipo de creencia supersticiosa, los trastornos obsesivo-compulsivos y la esquizofrenia como enfermedad mental.

Prejuicios cognitivos:

El pensamiento mágico base de la superstición, es una forma de pensar y razonar que genera opiniones carentes de fundamentación lógica robusta o estricta.

Creencias carentes de lógica.

Mirandolo de forma cientifica suele estar basado en percepciones psíquicas subjetivas del individuo/colectivo, pudiendo haber sido condicionado por otras personas que haya conocido o aceptando de algún modo las teorías de dichos individuos con esas creencias.

En psiquiatría, varias enfermedades mentales y trastornos de personalidad se caracterizan por diversos grados de pensamiento mágico.

Se utiliza el llamado método científico para remarcar lo endeble y arbitrario de las convicciones basadas en lo sobrenatural.

Bruce Hood, profesor de Psicología del Desarrollo en la Universidad de Bristol, llevó a cabo un experimento para demostrar la inutilidad de los esfuerzos por combatir las creencias irracionales, ya que sostiene que el cerebro humano tiende a funcionar de manera supersticiosa.

Para demostrar su teoría, el profesor Hood les preguntó a los miembros del público de un festival de ciencias, si estaban dispuestos a probarse una chaqueta azul a cambio de una gratificación de 10 libras esterlinas.

Después de que no pocos voluntarios levantasen la mano, dijo entonces que la chaqueta había pertenecido a Fred West, un asesino múltiple.

Al oír esto, la mayoría de los voluntarios bajaron la mano como acto apotropaico o de defensa o rechazo del agüero.

En realidad, la chaqueta no había pertenecido a Fred West.

El experimento mostró que esta creencia, a personas que se consideran escepticos (ya que asisten a un festival de ciencias), les hacía sentirse incómodas.

Escrúpulos similares y creencias comparables, explican, por ejemplo, por qué pocas personas estarían dispuestas a cambiar su anillo de boda por una réplica idéntica.

La diferencia entre conceder importancia sentimental a los objetos y creer en la religión, la magia o lo paranormal, es sólo de grado, según el profesor Hood.

Según el profesor Hood, debido a que los humanos operamos intuitivamente, instar a las personas a abandonar su sistema de creencias, no tiene éxito, porque ese componente opera a un nivel tan fundamental, que ninguna cantidad de evidencias "racionales" puede erradicarlo, de igual modo que no podemos erradicar un instinto.

Religión y superstición:

Casi cada religión posee rituales, ceremonias o ensalmos que pondrían a la persona en relación con las fuerzas espirituales, y que las personas que no pertenecen a esa religión pueden considerar supersticiones, como el degollamiento de una gallina, la señal de la cruz, el bautismo, la misa, etc.

Se acepta que es más probable encontrarse con alguien que profesa una religión supersticioso que con un agnóstico o con un ateo supersticioso.

La diferencia entre superstición y fe religiosa estriba, en primer lugar, en la manera de comprender globalmente la realidad.

En la superstición, la fuerza supranatural que actúa es arbitraria y disgregada de las demás, mientras que una religión tiene un sistema teológico organizado que afirma la existencia de un ser (o varios) o una causalidad superior general, que actúa en el todo.

En segundo lugar, de cada religión se deriva, además de la espiritualidad, una moral, mientras que en numerosas supersticiones sólo se condiciona la actuación del individuo hacia la adquisición o pérdida de la suerte o la desgracia.

Y en tercer lugar, en muchas religiones, como el cristianismo, no se encuentra contradicción entre la racionalidad, que examina las causas inmediatas, y la creencia religiosa, con la consecuente coexistencia de ambas actitudes.

El cristianismo considera la superstición como contraria al primer mandamiento.

Desde esta perspectiva, se comprende que, según el diccionario de la Real Academia Española, la superstición es una ‘creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón’.

La superstición no tiene por objeto el conocimiento de la realidad cientifica que yace tras dicha creencia, se da por supuesto su veracidad.

Su objeto es mantenerse alerta en las situaciones diarias para evitar o incidir en las acciones que conducen de modo oportuno a la base de la creencia.

La religión tiene por objeto de un modo básico, adquirir la gracia del ente o entes objeto de adoración a base de cumplir los mandamientos y rechazar las prohibiciones que dicta su credo.

La inofensiva culebra bastarda.

Algunas religiones y cosmovisiones esotéricas herméticas han considerado los estados de conciencia alterados como una prueba de la existencia de sus creencias.

Su conocimiento parte de premisas y fuentes totalmente diferentes a las de la ciencia, la técnica y la filosofía científicas (de nuestro tiempo).

Sería fruto del desarrollo de capacidades en el individuo que trascenderían los límites de la percepción sensorial normal.

Mediante técnicas: meditativas, autosugestión, privación del sueño, ayuno, deshidratación, drogas, intoxicaciones… los sujetos aseguran experimentar la realidad más allá del umbral de la normalidad al percibirla, lo cual definen como otro nivel diferente y subjetivo.

Orígenes de la superstición:

Etimología del término:

La palabra española «superstición» corresponde al verbo latino super-stare (‘permanecer sobre’, que para los romanos tenía el sentido figurado de «ser testigo» o «sobrevivir»).

De acuerdo con Cicerón, y después Isidoro de Sevilla, la idea de trascender y perpetuarse a través de la realización constante de rituales subyacía en el uso de esta palabra:

Se llama supersticiosos a quienes rezan u ofrecen sacrificios todos los días para que sus hijos les sobrevivan.

Cicerón:

De natura deorum (II, 72)

Por otra parte, en la antigua Roma los adivinos eran calificados frecuentemente como superstitiosus, lo que de por sí no habría constituido una valoración necesariamente peyorativa.

Pero a veces sí se dio un sentido desfavorable a la palabra y las acciones que designaba, entendidas como una manifestación exagerada, y por tanto superflua y desordenada, de religiosidad.

Esta idea resulta más comprensible si se considera que religio, la religión, significaba precisamente lo contrario para los romanos.

Según el mismo Cicerón, religio viene de re-legere (‘reagrupar, ordenar’).

Por lo mismo, dentro de la preocupación romana de realizar el culto dentro de normas rígidas, una exageración, como hacer sacrificios todos los días, podía llegar a ser entendido como un defecto.

Para los romanos, el supersticioso podía llegar a ser o bien un tartufo o una persona afectadamente religiosa.

Evolución del concepto cristiano de superstición:

En las primeras versiones en latín del Nuevo Testamento cristiano se utiliza sólo 3 veces la palabra «superstición», siempre a la manera romana:

En Hechos, sin un sentido peyorativo explícito, cuando San Pablo alaba a los atenienses por tener un altar reservado «al dios desconocido».

Entonces, refiriéndose a que son «extremadamente religiosos», los calificó de «quasi supertitiores» (en sentido figurado, "trascendentalistas").

En Hechos, en un sentido literal y ambiguo, cuando los judíos acusan al mismo Pablo de supersticioso por creer que Jesucristo está vivo (que «ha sobrevivido»), siendo que ya ha fallecido..

En Colosenses, refiriéndose a una manera afectada de religiosidad, cuando nuevamente Pablo exhorta a sus lectores a dejar el formalismo ritual judío y así no caer «in supertitione».

Fuente: Wikipedia

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