Combatiendo las Frustraciones – Alejandra y Bernardo Stamateas

Combatiendo las frustraciones

Mateo 5:41:

» Si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro, llévasela dos».

¿Cómo es una persona frustrada?

Una persona frustrada es una persona que no está logrando lo que desea en la vida.

Se propuso metas y objetivos pero no las puede lograr.

Y como no puede lograr las metas que se propuso en la vida, sin darse cuenta, comienza a vivir con una mala actitud hacia la vida, hacia los demás.

Por ejemplo, una de las características de las personas frustradas es que se enojan rápidamente.

Son esas personas que cuando uno le está hablando ya están pensando en la respuesta.

No te están escuchando a vos, sino que están pensando cómo te van a contestar.

Y la respuesta siempre es una respuesta de enojo.

Estas personas viven criticando a los que logran algo.

No soportan el éxito de los demás porque cuando una persona tiene éxito en algo, ellos recuerdan que no están viviendo a plenitud su propia vida, que no están logrando lo que el otro logró.

Jesús llegó a visitar a Lázaro, a María y a Marta.

Cuenta la historia que lo primero que hizo María es ponerse a los pies de Jesús.

Por su parte, Marta hizo lo que siempre hacía, aunque podía hacer algo diferente.

Ella hizo lo que la cultura le decía que tenía que hacer:

Las mujeres tenían que estar en la cocina y servir a los hombres.

Pero luego de hacer lo que la cultura le mandaba, como no era lo que ella quería, Marta se enojó.

Estaba llena de frustración porque podría haber elegido hacer otra cosa pero la presión interna, las reglas internas, no se lo permitieron.

Marta no pudo hacer algo diferente, y toda esa bronca y esa frustración que sintió la descargó en María y en Jesús, aunque ellos no tenían la culpa de esa frustración y de que ella no pudiera romper con sus propias limitaciones.

Las personas frustradas no viven ni dejan vivir.

Cuando condenan a alguien es como si respiraran.

Viven condenando a los demás.

Y si vos te tomás el derecho de evaluar la vida de otra persona, la otra persona también tiene el derecho a evaluar tu vida.

He encontrado aquí el motivo del «chismerío tecnológico».

Hay muchísimas personas que se meten en el Facebook ajeno.

Y no se meten para compartir.

No se meten para comunicarse.

Se meten para ver si lo que está escribiendo el otro es correcto o no.

Estas personas se meten para decir:

«yo no escribiría eso»

«¡Mirá lo que escribió!

¡qué vergüenza!».

Se meten en el Facebook, en los chat, en el Twitter, solo para criticar lo que el otro escribe.

Se transforman en inspectores que inspeccionan todo el día.

Estas personas están todo el tiempo criticando a los demás.

Cuando Marta lo enfrentó, Jesús le dijo:

«María eligió la buena parte».

Si vos te atrevés en la vida a elegir la buena parte, nunca te vas a sentir frustrado con el éxito de los demás.

El gran problema es que no sabemos que hay una buena parte para nosotros.

No entendemos que nosotros podemos elegir lo bueno de la vida para nosotros.

Y como no sabemos elegir lo bueno, miramos siempre el éxito de los demás y se nos activa la frustración.

Tenemos que recordar siempre que cada vez que veamos a una persona que logró algo, que está teniendo éxito, debemos ponernos contentos y decir:

«¡Si él (o ella) lo logró, yo también lo voy a lograr!».

No te tiene que traer frustración sino que te tiene que motivar.

Hay personas que viven con frustración los éxitos de los demás, por ejemplo, los logros en el trabajo, los aumentos de sueldo, cuando cambian el auto, cuando se compran una casa.

Y lo viven con frustración porque sienten que ellos quieren eso pero no lo pueden alcanzar.

Las personas frustradas nunca se dejan enseñar.

Son esas personas que dicen:

Yo no molesto a mi jefe», «no molesto a mi pastor», «no molesto a mi pastora», «yo no los molesto porque sé que están muy ocupados».

En realidad, no quieren molestar porque no quieren que los corrijan.

No quieren que les digan, ni que le enseñen nada.

Prefieren seguir con su método porque tienen lo que se llama un «espíritu de orgullo».

El espíritu de orgullo es un espíritu que se disimula muy bien.

Aparentan ser humildes, pero en el fondo, son personas que dicen:

«¡Las cosas las hago como a mí me parece y como a mí se me antoja!»

«¡Yo no necesito consejo de nadie!»

Así es el «frustrado orgulloso».

El frustrado orgulloso es alguien que no tiene paciencia con nadie.

Querría ir al supermercado y tener una cajera personal, porque no tiene paciencia ni siquiera para esperar que lo atiendan en la fila.

Son personas que tampoco tienen paciencia con su pareja.

Cuando Adán y Eva fueron creados por Dios, Él dijo:

«Se unirán y los dos serán una sola carne».

En realidad, esa frase quiere decir:

«Llegarán a ser una sola carne».

Es decir, «llegar a ser una sola carne» no es algo automático, no es que un día conocés a alguien, al día siguiente te casás con esa persona y ya son «una sola carne».

No.

«Llegar a ser una sola carne» lleva todo un proceso de conocimiento.

Ese «llegar a ser» es muy difícil.

Una vez, un esposo le dijo a su esposa:

«¿Te molestaría esperar a que salga de la cama para empezar a arreglarla?»

A veces, las personas somos impacientes con los demás.

No entendemos que el otro tal vez tiene su tiempo, su propio ritmo.

La persona orgullosa siempre cree que hace las cosas mejor, que piensa mejor, que decide mejor.

El «llegar a ser» en una pareja es un proceso.

La gente no se divorcia porque no es compatible, porque nadie es compatible con nadie:

Todos somos únicos y diferentes.

La gente se divorcia porque no decidió llevarse bien.

Las personas se pelean y se separan porque no pusieron esfuerzo en llevarse bien.

Y la única manera de llevarse bien es estando dispuestos.

Por eso, cada vez que oigas dentro tuyo, internamente, frases como:

«Yo no haría eso»,

«Yo no gastaría el dinero en eso que lo gasto él»,

«Yo no criaría a mis hijos de la manera que esa persona los está criando»,

«A mí, mis hijos nunca me responderían así»,

«Yo no usaría el tiempo como lo usa esa persona»,

«Yo no hubiese invertido en eso»,

Mirate otra vez para adentro, porque dice la Palabra que nosotros estamos en proceso.

No estamos terminados y nunca sabemos cómo vamos a actuar en determinadas situaciones.

Pablo dijo:

«El que comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo».

Vos y yo estamos en proceso, estamos en plena construcción todavía.

Nos queda mucho tiempo por delante.

Así que, no juzgues a nadie, no critiques a nadie y seguí adelante conquistando tus propios sueños.

¿Cómo se resuelve la frustración?

La frustración tiene que ver con renunciar a seguir adelante con un proyecto.

Si yo sigo batallando para concretar mi proyecto, aunque no lo logre todavía, no me voy a frustrar.

Pero si yo bajo los brazos, si renuncio, si yo me doy por vencido, eso me trae cada vez más frustración.

¿Cómo se vence la frustración?

Creciendo.

¡Tengo que crecer!

Si vos no querés sentirte frustrado en la vida, tenés que crecer.

Crecer es nuestra responsabilidad.

No es la responsabilidad de nadie más.

Cada uno de nosotros somos responsables de crecer, porque si no crecemos, vamos a morir cada día.

Aprovechá para crecer hoy.

El crecimiento no se da solo:

Vos tenés que hacer algo para crecer.

Hay áreas en tu vida en las que te estancaste y tenés que crecer para no caer en frustración.

En el desierto, el pueblo de Israel, era un pueblo de frustrados.

Imaginate una persona frustrada, con dolor de cabeza…

¿Te imaginás todo un pueblo?

¿Te imaginás lo que era para Dios todo un pueblo quejándose?

¿Todo un pueblo amargado, lleno de frustración porque no tenían lo que ellos querían?

Salmos 106:24 dice:

«Pero aborrecieron la tierra deseable, no creyeron a su palabra».

¿Cómo se puede aborrecer lo deseable de Dios?

¿Cómo puede ser que Dios les diera una bendición, algo grande, porque todo lo que viene de mano de Dios es deseable, y sin embargo ellos hayan aborrecido la tierra deseable?

No fue porque la tierra era mala, o porque la tierra era fea, sino por el alto precio que tenían que pagar para conquistar esa tierra.

Crecer es lindo no es malo pero para crecer hay que pagar un alto precio.

Para crecer hay que salir de la comodidad.

Para crecer hay que salir de la rutina.

Hay que ponerse un poco en un lugar de incomodidad, y eso no nos gusta demasiado.

Los espías israelitas entraron a la tierra.

Tardaron bastante tiempo, pero fueron, entraron, pudieron cortar una rama, tomar del fruto que era gigante y llevarlo.

No obstante, dijeron:

«No vamos a poder entrar porque somos como langostas».

Yo me pregunto, si tuvieron tiempo para entrar, para cortar del fruto, para sacarlo de la tierra, cargarlo -porque era pesado- y salir con vida,

¿Cómo puede ser que después dijeran «no podemos entrar», «nos van a terminar matando»?

¡Si estuvieron adentro y nadie los vio!

A veces, decimos que no podemos hacer cosas que ya hicimos.

A veces nos anulamos con cosas que ya probamos:

«Yo no puedo estudiar.

A mí no me da la cabeza…».

¡Si ya estudiaste antes!

Hace mucho tal vez, ¡pero lo hiciste!

«Yo no puedo tener un negocio».

¡Pero si ya tuviste un negocio!

«No puedo volver a seguir una carrera»,

«No puedo volver a trabajar con mis manos»,

«A esta edad no puedo»,

«No puedo salir otra vez a buscar trabajo».

¡Sí podés!

¡Si ya lo hiciste y no te pasó nada!

¡Viví esa experiencia!

Nuestro cuerpo y nuestra mente tienen memoria.

Se acuerdan de lo que ya hicimos.

Tenemos habilidades que hemos aprendido.

Por ejemplo;

¿Cuántos aprendieron a andar en bicicleta?

¡No te lo vas a olvidar nunca más en tu vida!

Te vas a volver a subir, te va a costar dos minutos, pero el cuerpo recuerda inmediatamente y la mente también.

Entonces,

¡Tenés que aprender a arriesgarte!

Las mujeres solemos admirar, pero no podemos poseer.

Por ejemplo, decimos;

«¡Qué lindos zapatos!»,

«¡Cómo me gustaría tener esa casa!»,

«¡Cómo me gustaría tener ese auto!»,

«¡Cómo me gustaría irme de vacaciones a tal lugar!»

Y vivimos admirando, pero nunca poseemos.

¡Tenemos que aprender a poseer lo que deseamos!

Yo quiero darte una buenísima noticia:

Dios va a tomar tu deseo, va a tomar tu pensamiento, ese sueño que hay en tu corazón, pero no te lo va a dar.

Te lo va a poner adelante para que lo conquistes vos.

Te lo va a mostrar y te va a decir:

«Tenés habilidad para conquistar tu sueño».

Dios lo hará de esta manera porque quiere que disfrutes lo que significa conquistar algo.

¡No hay nada más lindo que conquistar algo!

¡Qué bien se siente!

Si fueras un corredor de maratón,

¿Te gustaría que te llevaran hasta la línea de llegada en un remís?

No, porque sos un corredor.

Tu desafío es correr, conquistar la meta vos mismo.

Si fueras un pescador profesional,

¿Te gustaría que te trajeran el pescado?

No, querés ir y pescar vos.

Por eso, Dios te dice:

«Yo te di tanta capacidad, tanto potencial, que quiero que disfrutes la conquista.

Quiero que sepas que lo podés hacer.

Así que voy a tomar tu deseo y te lo voy a poner adelante.

No te lo voy a dar.

Yo te lo voy a poner adelante para que lo conquistes».

Cuando el pueblo de Israel escapaba de Egipto, Dios le abrió el mar Rojo, «pero la tierra prometida», les dijo, «tendrán que entrar y conquistarla».

Dios te va a dar milagros.

Dios te va a dar algunas cosas «en bandeja».

Pero para otras cosas te va a decir:

«Acá está, ¡vení y conquistala!»

«¡Vamos! -te dice el Señor:

«¡Yo sé que lo vas a lograr!

¡Yo sé que podés porque tenés capacidad!

¡Crecé para conquistar lo que querés!».

Tenemos que tener por dentro proyectos que nos apasionen.

Tu vida no puede pasar desapercibida.

Vos no podés levantarte cada mañana y que todo sea una rutina.

¡Tenés que tener proyectos que te hagan hervir la sangre!

El pastor Bernardo, por ejemplo, está escribiendo un libro y me dice:

«Alejandra…

¡Este libro va a ser fantástico!».

Y se queda hasta las 4 de la mañana leyendo, investigando, buscando, escribiendo.

«¡Está buenísimo este libro!

¡Va a ser bárbaro!», me dice.

¡Le hierve la sangre cuando piensa en ese proyecto!

Vos tenés que lograr eso en la vida.

Tenés que tener proyectos que te hagan hervir por dentro, que te hagan levantar cada mañana y agradecer a Dios por tener vida.

Nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro espíritu nunca dejan de liberar capacidades que tenemos escondidas dentro.

Una científica muy famosa, de avanzada edad, decía que inmediatamente después que en nuestro cerebro se muere una neurona, las neuronas que quedan se ponen de acuerdo y se unen para cumplir la función de esa neurona que ya no está.

¡Mirá que perfecta es la creación de Dios!

Hay potencial, hay una capacidad dentro tuyo que todavía vos no conocés, pero que Dios sí conoce.

¡Dios te conoce bien!

Entonces, no podés permanecer igual.

Tu vida no puede ser igual.

No podés tener una semana igual a la otra.

¡Algo te tiene que pasar por dentro!

Ayer estábamos en la casa de mi suegra mirando fotos de cuando el pastor Bernardo, el pastor Samuel y María se fueron a Grecia.

Tenían 17 años.

Veíamos qué jovencitos estaban y la ropa que usaban.

¡Cómo han cambiado!

Es necesario que cambies.

Tenés que cambiar porque hay capacidades que están escondidas.

¡Vos no te podes morir sin haberte exprimido totalmente en esta vida!

¡Voy a crecer!

Buscá maneras de desafiar a tu cabeza, a tu cerebro.

Buscá formas de desafiar a tu cuerpo y a tu espíritu.

Tu fe tiene que ser cada vez más grande para creer que Dios te va a dar cosas más grandes.

¿Querés conocer el futuro de tus hijos?

Mira tu propia vida.

¿Qué desafíos hay dentro tuyo?

Esa es la mejor herencia que les podemos dejar a nuestros hijos.

A nuestros hijos les dejamos una plataforma y cuanto más alta sea esa plataforma, más van a lograr ellos.

Como ustedes saben, una de mis hijas es la que hace el «Cambio de look».

Le pedí que en la conferencia que dimos en el sur, cuando mostráramos el «Cambio de look», hablara y expusiera algunos puntos sobre cómo se tienen que vestir las mujeres, cómo tenemos que combinar colores.

Yo quería enseñar eso a las mujeres, porque estamos hablando de la belleza interna y de la belleza externa.

Al principio, mi hija se negó.

Pero llegó el día y aunque estaba nerviosa, ella se paró en el escenario y habló de tal manera que cuando terminó le dijeron:

«¡Se nota que tenés la sangre de Bernardo y Alejandra!».

«Mamá» -me dijo-

«¡Me hiciste empezar con 1000 personas!

«Esa es la plataforma, hija» -le respondí-

«Esto es el principio.

Vas a lograr mucho más».

Los papás les ponemos la plataforma a nuestros hijos.

No le ponemos techo, le ponemos una base.

Y cuanto más alta esa base, mejor les va a ir en la vida.

Pensá un poco, soñá un poco.

Si tuvieras 95 años y estuvieras sentado en una mecedora frente a un paisaje maravilloso, escuchando los pajaritos cantar, rodeada de flores y montañas, o cerca del mar…

¿De qué cosas que hayas logrado estarías orgulloso?

Sacando a los hijos y a la familia,

¿Qué cosas recordarías y te sentirías orgulloso de haber logrado en tu vida?

Dicen que un barco anclado en el puerto es seguro.

Pero los barcos no se construyeron para estar anclados en el puerto.

Del mismo modo, vos y yo no nacimos para estar seguros y permanecer igual sino que nacimos para enfrentar los desafíos de la vida.

Para eso hay que arriesgarse.

Tenés que aprender a arriesgarte.

Todos tenemos que arriesgarnos, porque cuando uno se arriesga crece.

¡Voy a crecer!

2 Corintios 1:5:

«De hecho, sabemos que si esta tienda de campaña en que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no construida por manos humanas».

Dios nos dice que la vida es como una tienda.

Cuando esta tienda se desarme, vamos a tener otra en el cielo.

Pero mientras esta tienda este en esta tierra, lo único que tenes que hacer es extender las estacas:

Crecer, ampliarte, multiplicarte.

¡Dale un aplauso al Señor por la habilidad que él nos ha dado para salir adelante!

Estando en Madryn conversé con una jefa de prensa, una mujer muy inteligente.

Le pregunté si allí había alguna barrera, algún impedimento para hacer programas de televisión o de radio.

Si te ponían alguna cláusula especial.

Me contestó que no, que allí no había barreras.

Allí había espacios vacios.

¿Saben por qué hay espacios vacios?

Porque no hay gente que quiera salir de la comodidad.

Nosotros, en Presidencia de Dios, somos gente que crecemos y vamos a ocupar todos los espacios vacios que los otros por comodidad no quisieron ocupar.

¡Nosotros sabemos el potencial que Dios nos ha dado!

¿Cuánto éxito crees merecer en la vida?

De acuerdo al éxito que creas merecer es hasta dónde vas a ir a conquistar.

Si te consideras un miserable, un pobre hombre al nadie ayudó nunca, al que siempre hay que estar motivándolo desde afuera porque no se puede motivar internamente.

Si creés que tu vida es una sucesión de fracasos y de un montón de intentos que nunca llegaron a nada porque no tuviste la ayuda de nadie.

Si te considerás un pobre hombre porque estás lleno de dudas.

Si creés que sos alguien que nunca va a lograr nada.

Si te creés que sos una pobre mujer porque nunca tuvo una pareja que la entendiera, hasta ahí vas a llegar.

Pero, si te atrevés a correr riesgos, si reconocés en qué área de tu vida te sentís frustrado, qué área de tu vida está estancada, y decidís ponerte las pilas y empezar a crecer.

¡Dios te va a dar grandes cosas!

Yo no sé cuál será el área en la que tenés que crecer.

Puede ser el área física, el área emocional, el área intelectual, el área económica o el área espiritual en la que tenés que trabajar.

Tenés que decir:

«Yo tengo que crecer en esta área de mi vida».

¡No te paralices!

Empezá a crecer mientras estemos en esta tienda que luego se va a desarmar.

Vos tenés que extenderte, tenés que agrandarte, tenés que soltar más cantidad de potencial.

¿Te preguntaste qué te gustaría hacer cuando seas grande?

¿O eso te lo preguntabas cuando eras chiquitito?

Volvé a preguntarte qué te gustaría hacer cuando seas grande

¡Porque vas a ser más grande!

No les creas a los que dicen que todo el mundo se va a venir abajo.

¡No!

¡Vos vas a ser más grande, vas a seguir soltando potencial!

¡Vos vas a seguir haciendo cosas, vas a seguir siendo desafiado!

Lo veo al pastor Bernardo que sigue escribiendo…

¿Más libros, teniendo programas de televisión?

¡Sí!

Él no va a parar nunca porque sabe que Dios le ha dado capacidad y la va a usar hasta el último momento.

¡Usá tu potencial hasta el último minuto de tu vida!

¿Te emocionaste con tu vida?

¡No esperes que alguien se emocione con tu vida si vos no lo hacés primero con vos mismo!

Cuando te ven tus amigos, las personas que te conocen, tus vecinos, tus hijos…

¿Dicen «¡Ay, qué vida tan emocionante tiene mi papá!»,

«¡Mi mamá tiene una vida tan desafiante!»?

¿Le pasa eso a la gente que te rodea?

¡Emocionate con tu vida!

En Roma, los soldados tenían que llevar cargas muy pesadas de una ciudad a otra.

Pero muchos de los soldados romanos que tenían que llevar estas cargas, llamaban a los judíos -a los que consideraban de segunda categoría- y les ponían las cargas en las espaldas.

Los hacían caminar largas distancias.

Abusaban de ellos, porque esa no era tarea de los judíos sino de los soldados romanos.

Debido a esta situación, en Roma se promulgó una ley que decía que los judíos solo deberían llevar carga por 1 milla o 1.000 pasos.

Así fue como los jóvenes judíos aprovecharon esta ley y empezaron a poner estacas para decir cuando terminaba la milla y así, defender sus derechos.

Pero en Mateo 5:41 Jesús enseñó:

«Y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos».

Jesús estaba diciendo que no se sometieran a su ley, porque su ley les limitaba su potencial.

Vos podes más aunque la ley te diga que no, aunque internamente algo te diga que no, aunque pareciera que tu cuerpo te dice que ya no va más

¡No te sometas a la ley, porque nadie puede limitar el potencial que hay dentro de tu vida!

Además, Jesús enseñó que no tenés que hacer las cosas porque alguien te da la orden.

No camines la segunda milla porque alguien te lo ordena:

¡Date la orden vos mismo!

Hacelo por decisión propia, para que en tu corazón no haya dolor, para que no guardes rencor por sentir que tenés que obedecerle a alguien.

Hacelo porque tenés potencial, y porque vos querés crecer más y hacer más todavía.

¡Hacelo porque querés y porque podés!

Marcos 4:25:

«Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.»

«Al que tiene» significa «al que sigue haciendo»,

«Al que sigue creciendo»

«Al que sabe que no tiene que recorrer 1 milla porque somos gente de 2 millas».

En Presencia de Dios somos gente «que va por más».

Aquí no va a haber frustrados porque siempre hay algo más para conquistar:

Dios lo pone adelante y nosotros vamos a conquistarlo.

Evalúa tu vida todo el tiempo.

Mirate para adentro.

No esperes que alguien te tenga que llamar la atención porque te estás frustrando en tu lugar de trabajo, porque estás todo el día sentado en una computadora o porque no hacés lo que tenés que hacer porque ya te aburrió, porque ya te acostumbrase.

No estés esperando que alguien te dé una orden para poder mover un pie y salir de tu casa a la mañana porque la vida te resulta desabrida.

No esperes que alguien te motive.

No esperes que alguien te diga :

«Te estás quedando»

«Te estás apagando de a poco»

«Perdiste la alegría que tenías al principio».

No esperes que tu matrimonio se destruya para buscar ayuda.

¡Date cuenta antes!

Crecé en esa área donde hoy sentís un poco de frustración porque parece que no podés conseguir eso que querés.

¡Crecé!

No le des lugar a la frustración porque te vas a volver un crítico, un quejoso, el inspector de la vida de otros porque no tenés vida propia.

Armate una vida y que esa vida sea fascinante.

¡Tenemos que tener vidas dignas de Dios, dignas del Papá que tenemos!

Me encanta la gente que se motiva a sí misma, que siempre viene con proyectos, con cosas nuevas.

Me gustan las personas que dicen:

«Yo no voy a dejar hacer esto.

No me salió, pero si no me salió voy a ir por otro lado, porque yo lo voy a conquistar

¡Lo voy a conseguir!».

A mí me costaba hacer eso.

A mí se me cerraba una puerta y yo decía:

«Bueno, no será ahora el momento».

Pero me di cuenta que cuando se cierran las puertas es porque tengo que ir para otro lado y golpear en otro lugar.

Ahora lo hago y descubrí que cuando lo hago, Dios me abre esa puerta.

Antes me quedaba y decía:

«no».

Y era orgullo, no era humildad.

«Yo para no molestar…»

«No porque tal vez no sea mi lugar…»

«Tal vez no sea tan buena como yo creo…»

Dios dice:

«Yo te pongo el deseo adelante:

¡Mostrame que sos una conquistadora, mostrame que sos un conquistador!».

Dios quiere que honremos la capacidad que Él puso dentro nuestro.

El Señor puso mucho y …

¡Nos dio toda una vida para poder soltar esa capacidad!

Vamos a orar por todos los que se sienten frustrados.

Vamos a orar porque vos te vas a comprometer a crecer en el área de tu vida en la que últimamente te has quedado.

Vos vas a buscar cómo crecer

¡Porque crecer es responsabilidad nuestra y de nadie más!

Alejandra Stamateas

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